Bien mirado, el PSOE siempre fue un partido con una cierta bronca interna donde grupos y grupúsculos intentaron hacer valer sus posiciones tanto ideológicas como de clan. Ello forma parte de su historia, de su adn e incluso de su ancestro como formación democrática.

Los episodios actuales de clara división entre la línea oficial federal y un sinfín de dirigentes regionales –los llamado “barones”-que resultan de tanta importancia para la presencia del partido que fundara Pablo Iglesias en el entramado institucional del país no es algo que pueda despacharse de un plumazo, máxime cuando el secretario general Pedro Sánchez tiene enfrente a todos los “lendakaris” del partido, excepción hecha de la presidenta Armengol en Baleares.

Barones

Dirigentes tan significados y significativos como Guillermo Fernández-Vara, Javier Lambán, Javier Fernández, Susana Díaz y el toledano García-Page no pueden ser masacrados porque hayan decidido recordar que España necesita un gobierno, entre otras cosas, para que ellos pueden recibir los recursos que necesitan en sus respectivos territorios.

Tampoco a “sensu contrario” los anteriores deberían olvidar que es Pedro Sánchez la persona que fue elegida por la militancia como primer secretario y al que corresponde establecer las líneas maestras y estratégicas de la formación. Y en esas estamos. Lo malo es la pelea de gallos y la imagen que transciende a la sociedad que castiga durísimamente los líos internos. El debate en el PSOE siempre ha existido como escribía anteriormente. Lo preocupante no es ello que siempre será una señal de salud democrática. Lo perverso es que la sociedad pueda caer en la tentación de creer que estos señores no le sirven porque nadie puede ordenar la casa de todos cuando no son capaces de ordenar la suya propia.

Futuro

¿Qué pasará en el PSOE si los resultados del 25S en Pais Vasco y Galicia no le son propicios? Frente a las catástrofes anunciadas con trompetas del apocalipsis soy de los que creo que no pasará nada. Lo grave es que desde el 2011 esta formación ha perdido la mitad de sus diputados y sus dirigentes difieren en asuntos básicos de gobierno.

Resulta evidente que Sánchez está seriamente tocado. Pero también es más que palmario que está dispuesto a cumplir el mandato de los militantes y de ahí no le apea nadie. Ese pulso lo tiene ganado de antemano aunque su gobernanzas interna resulte completamente imposible en ese escenario de barro y zancadillas.

En este contexto no podemos olvidar tampoco que el PSOE es el segundo partido de España y que tiene justamente detrás a “Podemos” pisándole peligrosamente los talones. Quizá de los pocos dirigentes que se hayan dado cuenta es Felipe González que está dispuesto a volver a la arena de los gladiadores para impedirlo.