Ha pasado casi un año de la ya mítica rueda de prensa de Luis Rubiales tras besar sin consentimiento a Jenni Hermoso en Australia. Ocho meses desde aquel “no voy a dimitir” que luego incumplió el propio expresidente de la RFEF. A pesar del paso del tiempo, su fórmula no ha caducado. Sigue vigente en la actualidad político-judicial española, con excepciones a cuentagotas como la de Pere Aragonès, encarnado esta vez por el presidente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) en funciones, Vicente Guilarte. El conservador considera que los vocales no son los responsables del bloqueo y lo ha dejado claro este lunes: “No vamos a dimitir salvo casos de jubilación o fallecimiento”.

El magistrado conservador, rector del órgano de gobierno de la judicatura, entiende que el bloqueo del CGPJ corresponde al legislativo y no a los vocales que lo componen. El Poder Judicial se lava las manos, al tiempo que señala que bajo ningún concepto presentarán su renuncia para forzar la renovación que impide el Partido Popular desde 2019, año en el que expiraba su mandato. “La situación no es nuestra culpa, el problema no es algo que nos ataña”, ha expresado el conservador, Vicente Guilarte en un acto en Granada, a donde se ha desplazado para inaugurar el XIX Encuentro Anual de Presidentes de Tribunales Superiores de Justicia.

“No nos vuelvan a decir que dimitamos. No vamos a dimitir salvo que se produzca, en algún caso, la jubilación o el fallecimiento”, ha espetado el presidente del órgano rector de la judicatura. Guilarte entiende que la petición de dimisión es un “disparate”. “¿Por qué vamos a tener que hacerlo? ¿Quiénes son los culpables de esta situación? Me extraña que no escuchemos por qué no dimiten los que llevan cinco años negociando y no llegan a un arreglo. ¿Por qué no dimite la presidenta del Congreso o el presidente del Senado?”, ha percutido.

Mensajes contradictorios

Esta intervención de Guilarte contrasta con el histórico de sus declaraciones, especialmente en los últimos meses, cuando amagaba públicamente con renunciar al cargo en caso de que la nueva tentativa negociadora entre PSOE y PP en Bruselas se fuera al traste. Los encuentros entre los dos partidos tradicionales apenas han avanzado, a pesar de la intermediación de la Unión Europea. El presidente del CGPJ está “a la espera” de que ese acuerdo acabe cristalizando, aunque en caso negativo, advirtió en febrero de que “hay personas más cualificadas que yo para ocupar este cargo”, dando a entender que presentaría su dimisión.

El pasado mes de abril profundizó varios niveles en su amenaza. Guilarte llegó a ponerle fecha de caducidad a su mandato ante los vocales de la Comisión Permanente, el núcleo duro del órgano rector de los jueces. No sucedió en clave anuncio, pero sí lo deslizó de forma sutil. Cuando los miembros de la comisión abordaron el calendario de reuniones para lo que restaba de año, el presidente del Poder Judicial sugirió que, pusieran lo que pusieran, él ya no estaría en la cúspide del CPGJ, dado que lo habría abandonado después del verano. Había voces que incluso precisaban aún más y aseguraban que la fecha fronteriza se establecía en el mes de julio.

La presión persiste sobre el Consejo General del Poder Judicial, máxime tras las infructuosas tomas de contacto entre los dos principales partidos tradicionales. El bloque persiste desde hace cinco años, lo que ha motivado a asociaciones como Juezas y Jueces para la Democracia que reclamen la dimisión en bloque de los vocales como solución al bloqueo. Interrogado sobre esta cuestión, el magistrado conservador deslizó que se trataba de una “decisión personal” que no es vinculante a ninguna “medida de presión” para conseguir la renovación.

Este mismo lunes, ante los presidentes de Tribunales Superiores de Justicia, Guilarte ha reiterado que se siente “afligido” por la prórroga en la que están sumidos, descargando culpas por igual tanto al PSOE como al Partido Popular. “Estamos, lo cual es terrible, en manos de la política. Aquí hay dos ideas. O bien renovación de los miembros por los jueces o por el parlamento”, ha puntualizado, al tiempo que incidía en que estas dos vías “discurren por dos caminos paralelos” hasta confluir en el infinito. En suma, ha tildado de “contradictoria” la mediación en Bruselas, mientras se quejaba de las “constantes injerencias” que padecen a diario los jueces.