La precariedad tiene el rostro joven. Es el becario eterno, los mal llamados novatos, los inexpertos, los noveles. Los que acumulan prácticas universitarias, a los que se les exige el doble de habilidades, los que protagonizan la “fuga de cerebros”. El éxito es conseguir un contrato laboral, aún más, si es de lo que has estudiado. En concreto, estudiar siempre ha sido la puerta de entrada para alcanzar ese puesto de trabajo del que siempre has soñado, esa bienvenida a la jungla del mercado laboral, el billete para poder independizarte o la antesala para el mantra: “Estudiar, trabajar y vivir la vida”.

El camino no es fácil. Las prácticas universitarias permiten a las empresas aprovecharse de muchos de los jóvenes que aceptan trabajar en horarios disparatados, realizar tareas no correspondidas, encadenar becas y sobrevivir a base de un salario que no puede denominarse como tal. Ante esta lacra, la ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, busca reducir esta brecha a través del Estatuto del Becario, de la que la vicepresidenta segunda del Gobierno ha avanzado que “estos días darán buenas noticias”.

Las últimas novedades de la mesa de negociaciones entre los agentes sociales y Díaz eliminaban las prácticas extracurriculares a través de cursos, formación con remuneración y la contemplación de vacaciones para los becarios, en la disposición adicional segunda de la Reforma Laboral. “El Estatuto del Becario permite acabar con ese reducto de precariedad que tiene que ver con muchos becarios y mucha gente en España que incluso paga por estar aprendiendo en las empresas”, dijo la ministra este jueves tras la Mesa del Diálogo Social.

Desde octubre las negociaciones se congelaron tras la falta de reconocimiento de créditos en las prácticas extracurriculares y el fomento de falsos becarios y las desigualdades entre los estudiantes. Ahora Díaz ha reclamado alcanzar un “acuerdo tripartito” entre el Ministerio, los sindicatos y la patronal. “Hoy abordamos el reducto de precariedad de las personas en período de prácticas y, por tanto, hago un llamamiento a que terminemos esta mesa y yo quiero que sea con un acuerdo tripartito”, ha asegurado.

“Es imposible vivir con un sueldo de prácticas”

En España, la precariedad, la inestabilidad y las alternativas parecen no haberse despegado del talento. Una situación que se traduce en las cifras del paro juvenil con 843.000 jóvenes menores de 30 años, según la Encuesta de Población Activa (EPA) registrada a principios del año pasado. Estos números sitúan al país con uno de los datos más altos apuntados dentro del espacio europeo con un 29,3% de acuerdo con una encuesta del indicador Eurostat.

Seis años de Educación Primaria. Cuatro años de Educación Secundaria Obligatoria (ESO). Dos años de Bachillerato y cuatro años de Universidad. Es la ruta que siguen muchos de los jóvenes para especializarse en un ámbito específico. Pero el programa parece añadir más años con la posibilidad de realizar más formaciones a través de cursos complementarios o máster.

Desde ElPlural.com, hemos preguntado a Claudia, recién licenciada en el grado de Periodismo y realizando un Máster de Investigación periodística. La joven tiene 22 años y esta realizando prácticas en una redacción. Sin embargo, la periodista busca seguir formándose a través de otro máster que la permita ser contratada. “Yo ya he terminado la carrera, estoy haciendo un máster, ¿qué necesidad tengo de volver a hacer otro máster porque no encuentro más prácticas?”, reclama la joven.

Yo ya he terminado la carrera, estoy haciendo un máster, ¿qué necesidad tengo de volver a hacer otro máster porque no encuentro más prácticas?”

Respecto al tema del salario y las prácticas remuneradas, Claudia denuncia que “cuando ya eres una persona graduada las prácticas tienen que ser remuneradas sí o sí”, pero que “es imposible vivir con un sueldo de prácticas, lo mínimo es que te paguen”. Y aún menos independizarse. “¿Independizarme? Si no tengo trabajo, no puedo hacerlo, y, aun así, tendría que ahorrar para salir de casa, es que actualmente es imposible”.

Para Almudena, la situación se vuelve más cruda. Recién licenciada de la carrera de Publicidad y Relaciones Públicas, la joven tuvo que compaginar prácticas extracurriculares, el trabajo académico universitario y otro puesto de trabajo no relacionado con su formación para subsistir. “Yo he hecho muchísimas prácticas, he estado nueve meses sin cobrar absolutamente nada”, explica. “Era una situación bastante insostenible, es sentir que no puedes llegar a todo porque necesitas dinero, pero también necesitas la experiencia de las prácticas”, recalca.

“Los becarios hacemos el trabajo que nadie quiere hacer, pero es trabajo”, señala. “No es normal que una persona por ser becaria no tenga derecho a vacaciones, tenemos derecho a descansar porque trabajamos como una persona más”, continúa la publicista.

El premio es un contrato

El premio de la carrera universitaria es alcanzar un contrato laboral, ese documento que certifica tu puesto de trabajo de manera indefinida, la estabilidad en forma de texto. ¿El problema? Solo se concede a los mejores. Pero, ¿qué ocurre si nos encontramos ante una masa de licenciados sobrecalificados? La respuesta es precariedad.

A Rubén, recién licenciado en el sector periodístico, no le importa ganar 300 o 400 euros a jornada completa en horario nocturno, lo que le importa es saber si le van a dar un contrato a largo plazo. “El mayor problema del periodismo es que las empresas están sobreviviendo a base de becarios”, subraya. “La mayoría de las veces es estar trabajando en una empresa los meses en los que estás de prácticas y luego irte, no existe desde el principio la posibilidad de incorporarte a la plantilla”, añade. Por ello, lamenta la situación actual: “Para poder sobrevivir y vivir de lo nuestro, de lo que nos hemos formado, ahora mismo es muy difícil”.

Para poder sobrevivir y vivir de lo nuestro, de lo que nos hemos formado, ahora mismo es muy difícil”

De esta necesidad de trabajar aparece otra vertiente más turbia: los voluntarios que realizan las tareas de los becarios. Es lo que le pasó a Miriam, egresada en el sector social. “Las prácticas de formación estuvieron bien, pero estuve en una asociación que se lucraba tanto de los voluntarios como de los becarios para cubrir los servicios”, afirma. “No había posibilidad de contratar a las personas; y es un trabajo más que estás desempeñando, habría que valorar a las personas que están en prácticas”, reconoce.

En otros sectores como el deportivo, Raúl asegura que “no tenemos la experiencia de alguien que está bastantes años en el sector, pero sí ofrecemos un servicio y debería ser recompensado como tal”. “Obviamente, cogemos experiencia, pero tenemos necesidades fuera de ahí”. Asegura. El joven trabaja ahora en el ámbito de los deportes, pero explica que “a día de hoy conseguir un contrato indefinido es difícil”.

Las últimas novedades del Estatuto del Becario buscan que el Ministerio de Trabajo obligue a las entidades a pagar a sus trabajadores en prácticas en gastos de transporte, alojamiento y manutención. En el caso contrario, el documento exige que las empresas concedan una remuneración a sus becarios. Se espera que el nuevo Plan Normativo de la Ley del Estatuto del Becario salga en vigor antes de terminar esta legislatura, congelada ante las discrepancias entre los sindicatos, el Ministerio de Yolanda Díaz y la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE). 

Para la Coordinadora de Representantes de Estudiantes de Universidades Públicas (Creup), el anuncio de Díaz no conta como “buenas noticias”. En una entrevista con Servimedia, la Creup denunció el Estatuto del Becario que estaba elaborando el Ministerio de Trabajo por “haber defraudado con creces las expectativas marcadas por sus necesidades”. Y añade que “en ningún momento han contado con los colectivos estudiantiles en su negociación”.

Para la Coordinadora el nuevo texto es un “fraude” y reclaman al Ministerio una propuesta que se centre en el estudiantado para “expulsar las prácticas fraudulentas” y asegurando una formación y aportación económica dignas.