La derecha y la extrema derecha han cogido el hábito de utilizar a ETA como arma arrojadiza cada vez que les conviene o cada vez que los partidos de izquierdas realizan acercamientos democráticos con la izquierda abertzale. Siempre que el PSOE, Sumar o cualquier otra fuerza progresista negocia con EH Bildu, los conservadores ponen el grito en el cielo y tachan a los integrantes de la formación vasca y a los políticos que se aproximan a ellos de poco menos que filoterroristas. Sin embargo, existe un episodio en la historia del Parlamento navarro que contesta de un plumazo a todas estas acusaciones. 

Navarra, 1991. Euskadi Ta Askatasuna (ETA) se encuentra en un momento de alta actividad. Unión del Pueblo Navarro (UPN), entonces socios del PP en la región y otro de los partidos que hoy afea las conversaciones con Bildu, negoció los presupuestos con Herri Batasuna, el brazo político de ETA, tan solo unos días después del atentado contra la casa cuartel de Vic, un ataque en el que nueve personas, entre ellas cuatro niños, perdieron la vida. Carlos García Adanero y el actual diputado de UPN, Alberto Catalán, ya eran parlamentarios en aquel momento. La imagen que preside este artículo ilustra dichas conversaciones.

A pesar de que el 20 de octubre de 2011, durante el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, la banda terrorista anunció que cesaba definitivamente su actividad armada y de que se disolvió completamente en el año 2018, el Partido Popular sigue jugando la carta del terrorismo en pleno 2023. Reproches constantes a un partido político que abandonó la senda de la violencia y a todo aquel que se plantee hacer negociaciones democráticas con ellos, y una banalización constante de la violencia con lemas como "Que te vote Txapote" marcan la agenda de la derecha y la extrema derecha a este respecto.

Sin embargo, la historia no olvida. El PP es un partido que, en el pasado, ha formado parte de negociaciones con ETA, ha lanzado mensajes públicos a favor de la integración de sus herederos en el sistema democrático español e incluso su candidato al Gobierno de Navarra en las elecciones de 1991 se entrevistó con Herri Batasuna días después del mencionado asesinato de cinco menores, con el objetivo de negociar los presupuestos autonómicos y de evitar que la Comunidad Foral estuviera gobernada por los socialistas.

Aznar y el diálogo con HB y ETA

Otra figura política crítica con Sánchez y los socialistas por sus diálogos con la izquierda abertzale ha sido el expresidente del Gobierno José María Aznar. Sin embargo, cabe recordar que, durante su mandato, el diálogo y las negociaciones con ETA y su facción política se convirtieron en una práctica habitual de la agenda política. 

Como muestra de ello, cabe recordar ahora las declaraciones de una víctima de ETA, el veterano periodista vasco Gorka Landaburu. Miembro de una familia exiliada en París y residente en Euskadi desde muy joven tras volver del exilio, sufrió el 15 de mayo de 2001 un atentado de ETA del que milagrosamente salió vivo, pero que le produjo graves heridas que a punto estuvieron de ser letales para su vida. El periodista recibió en su domicilio de Zarauz un paquete de una suscripción a una revista. Era un paquete bomba de ETA con 150 gramos de Titadyne. Al abrirlo le explotó causándole graves heridas​ en la cara y en el abdomen. Como consecuencia se le amputó una falange del dedo índice derecho y otra de todos los dedos (salvo el pulgar) de la mano izquierda y un traumatismo ocular. Derivado de ello sufrió hasta cinco intervenciones quirúrgicas.

El periodista nos comentaba en una entrevista realizada en este medio hace seis años lo siguiente en relación precisamente a la figura de Miguel Ángel Blanco, una de las víctimas más reconocidas de la banda terrorista: "Me parecen muy bien los homenajes como ahora a Miguel Ángel Blanco. Dicho esto, he visto muy desproporcionada la utilización política y partidista que ha hecho el Partido Popular con la figura del concejal asesinado. Y no digo más". Y a propósito de esta hipocresía, Landaburu traía a colación que "al año de que ETA asesinara al joven concejal de Ermua, Aznar se sentaba en Burgos con Herri Batasuna y Otegi y en Suiza con enviados de ETA, mientras que Mayor Oreja negociaba a escondidas una salida para los presos de ETA, que fueron acercados a las cárceles del País Vasco".

Desenlace de las negociaciones PP-Herri Batasuna

El 26 de mayo de 1991, se celebraron elecciones autonómicas y en la comunidad foral ganó Juan Cruz Alli, quien se presentaba por UPN-PP, en una ajustada victoria ante el socialista Gabriel Urralburu. Tan solo tres días después de los comicios, el día 29, tendría lugar el atentado. En tercer lugar quedaría Herri Batasuna con Patxi Zabaleta al frente. Y este último tendría la última palabra sobre quién gobernaría en Navarra. 

Durante en el intento de investidura al candidato conservador, precisamente días después de la mascacre en Vic, Herri Batasuna no emitió voto. En total, 20 síes de UPN y 24 noes de PSOE, Izquierda Unida y Eusko Alkartasuna. En el segundo intento, el candidato socialista Gabriel Urralburu obtuvo los votos a favor de su partido y EA, las abstenciones de IU y los noes de UPN y HB. De esta manera, Herri Batasuna y UPN-PP se aliaron para votar en contra del socialismo y, por ende, entregar la Comunidad Foral de Navarra a la lista más votada. En este caso, UPN-PP

Tras confirmarse la victoria de Cruz Allí, el líder del partido “Nacionalistas Navarros” y exparlamentario de UPN, Luis Medrano, aseguró que UPN se había reunido con Patxi Zabaleta. Asimismo, en declaraciones para InfoLibre, el propio candidato proetarra confirmó que negoció con los conservadores tanto en 1991 como en 1993.

Episodios que ponen de manifiesto la hipocresía del Partido Popular, que tuvo a bien negociar con Herri Batasuna cuando ETA se encontraba en un momento de alta actividad y seguía cometiendo atentados terroristas, pero que afea constantemente a los socialistas que negocien con un partido que ha demostrado constantemente sus compromisos democráticos, además de banalizar con el dolor de las víctimas con el lema de Txapote, señalado como inoportuno y doloroso por los propios afectados por la banda terrorista.