Este jueves fue una sesión de las que realmente se pueden denominar “históricas” en el Congreso de los Diputados. Somos muy dados, todos, a apelar como “histórico” cualquier hecho importante o cualquier decisión relevante, pero no siempre el término se ajusta a su correcta acepción. La del jueves sí. Echar del Valle de los Caídos al dictador más sangriento que ha tenido España, eso es hacer historia. Expulsar de un mausoleo pagado con dinero público y construido mediante esclavitud con la sangre, el sudor y las lágrimas de sus propias víctimas, a uno de los criminales de guerra más sangrientos que Europa ha tenido, eso sí, eso sí es cerrar un capítulo negro de nuestra historia para abrir uno de real reconciliación y para hacer un ejercicio “histórico” de devolución de dignidad.

En la tribuna del Congreso de los Diputados se pudo ver a invitados que han luchado por la Memoria Histórica y por las familias y víctimas del franquismo de manera ejemplar. Para algunos de esos invitados también fue un día de verdad “histórico”. Parte de sus vidas, muchos días y años de esfuerzo y estudio, multitud de sentimientos y emociones se agolparon tras la votación de la Cámara.

Una imagen ha destacado sobremanera, la de un hombre que primero sonríe, rostro de satisfacción plena para finalmente no poder contener la emoción y romper a llorar como un niño. Llorar con ganas, a lágrima suelta. Pero no eran lágrimas de pena ni de dolor, ni de sufrimiento. Fueron lágrimas de alegría por ver culminado por la soberanía popular una reivindicación constante para que España dejase de ser, con su Valle de los Caídos, la vergüenza del mundo en este aspecto y la ignominia hecha piedra de Cuelgamuros. También fueron un lloro explosionado por el recuerdo de tantas víctimas que allí como presos políticos –esos sí fueron presos políticos- picaron piedra hasta la extenuación, hacinados en barracones como los nazis hicieron en sus campos de exterminio.

Todos esos fotogramas mentales pasaron rápidamente por la mente del hoy director general de la Memoria del Gobierno de Pedro Sánchez, Fernando Martínez. Y no es que este almeriense de 69 años sea una persona sin experiencia o débil. Es que es una persona buena y convencida de sus ideas. Martínez es licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Granada, doctor en Filosofía y Letras y catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Almería. Fue concejal de Cultura de Almería de 1987 a 1991 y alcalde de 1991 a 1995. Hasta su nombramiento estuvo al frente de la secretaria de Memoria Histórica de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE.

Martínez se emocionó porque en ese instante en el que se convalidó el decreto para exhumar a Franco y trasladar sus restos a otro lugar sintió la sensación del trabajo bien hecho y de la consecución de un logro “HISTORICO” con mayúsculas. Por su cerebro pasaron los fusilados, detenidos, vilipendiados y torturados por el franquismo. Y pasaron sus familias y descendientes a los que ha conocido.

Martínez es un todo un especialista en Memoria Histórica. Fue el coordinador del Mapa de Fosas de Andalucía y de los proyectos de investigación de universidades andaluzas relativos a las actuaciones de los Tribunales de Responsabilidades Políticas en Andalucía (1936-1945) y a la represión franquista de la masonería andaluza y el exilio republicano andaluz de 1939. Fernando Martínez lloraba porque para él era era "un día muy importante para la democracia española. Empezamos a cerrar heridas, aunque quedan muchas abiertas".

Junto a él, dos personas más que asistieron con la pasión con la que se va a un anhelo hecho realidad. El gran hispanista Ian Gibson que reconocía en público que no había podido conciliar el sueño esa noche y que llevaba 40 años esperando este día. “Es uno de los días más felices de mi vida. Es bueno que Franco salga del Valle pues significa que el genocida ya no está junto a miles de sus víctimas”, decía.

También, allí al lado, estaba en la tribuna, Eduardo Ranz, el abogado que se ha partido la cara por devolver la dignidad a las víctimas del franquismo. Ha sido asesor del Ministerio de Justicia en la exhumación de Franco. También rompió a llorar al aprobarse el decreto y afirmaba que “hoy entra el Estado de derecho en el Valle de los Caídos” y prometía que iba a abrir una botella de cava guardada desde hace años para brindar por lo sucedido.

Lágrimas, emociones, sentimiento, la piel y el corazón sensible. Lágrimas de dignidad, lloros de recuerdo… lágrimas de Memoria. Un día “histórico”, de los de verdad.

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