El pasado 7 de octubre Israel sufrió uno de los atentados más graves de su historia: el número oficial de muertes de los atentados de Hamás del 7 de octubre alcanza las 1200 personas, según ha informado el Ministerio de Relaciones Exteriores del país. Hay que sumar además los 240 rehenes que sirven a la organización islamista para negociar con Israel.

Tras este atentado, los habitantes de la Franja de Gaza se preparaban para sufrir una respuesta israelí que pondría fin a la vida de más de 14.000 palestinos, de los cuales más de 5.300 eran niños, según cifras del Ministerio de Sanidad gazatí de mediados de noviembre. Es decir, han muerto 10 veces más niños en un mes y medio en el ataque a Gaza que en Ucrania desde que comenzó la invasión de Rusia. Cabe señalar además que la cifra de víctimas palestinas ya supera al número de muertos por parte de las fuerzas israelíes del periodo comprendido entre el 29 de septiembre del año 2000, cuando comenzó la Segunda Intifada, y el 6 de octubre de 2023, justo un día antes del ataque de Hamás.

Hasta entonces el conflicto palestino-israelí había dejado 10.672 palestinos muertos a manos de israelíes y 1.330 israelíes muertos a manos de palestinos, según datos de la organización israelí B’Tselem. Por tanto, la cifra de víctimas palestinas durante más de 20 años ha sido superada en poco más de un mes de guerra.

El ataque de Hamás, un grave error de cálculo

El detonante de esta nueva fase en el conflicto polvorín por excelencia de Oriente Medio, fue el ataque sorpresa perpetrado por la milicia islamista de Hamás, organización política y militar palestina que controla de facto Gaza desde 2007. El 7 de octubre, durante el sabbat, miles de militantes lanzaron un ataque multifrontal contra objetivos civiles israelíes en una operación denominada “Inundación de al-Aqsa”. El ataque, liderado por Hamás y apoyado por la Yihad Islámica Palestina (YIP) -organización islamista centrada en la lucha militar y terrorista contra Israel-, fue dirigido contra numerosos asentamientos civiles, kibutz, ciudades, e incluso un festival de música.

Es la primera vez que Israel es víctima de un asalto armado dirigido explícitamente contra su población civil. Hasta la fecha, se han contabilizado 1.200 víctimas y 240 rehenes en un solo día. Tal y como señalan desde El Real Instituto Elcano, semanas antes del asalto, una sesión informativa para el primer ministro, Benjamín Netanyahu, y el ministro de Defensa, Yoav Gallant, concluyó que Hamás estaba contenida en ese momento. La organización islamista había logrado engañar a Israel, creando falsas percepciones sobre las intenciones y preparación operativa del grupo. Este error de cálculo también fue el resultado de una excesiva confianza en las capacidades de inteligencia y en los sistemas de defensa, que dieron como resultado una falsa sensación de seguridad.

La respuesta israelí, ¿una nueva Nakba?

En represalia, el gobierno israelí prometió destruir a Hamás y, desde el pasado 7 de octubre, Israel ha llevado a cabo devastadores ataques aéreos contra el territorio gazatí. De hecho, algunas acciones militares israelíes han llegado a provocar críticas de la comunidad internacional, aunque la falta de acción supranacional también está caracterizando el conflicto. Precisamente, esa inacción es la que está provocando comparaciones con la implicación occidental en la guerra en Ucrania y movilizaciones ciudadanas en Europa y Estados Unidos en defensa del pueblo palestino.

La ONU ha llegado a acusar a Israel de crímenes de guerra, ya que entre sus acciones se incluye el uso de armamento prohibido por tratados internacionales en contra de la población civil, el asesinato de miembros del personal civil de organismos internacionales en funciones humanitarias, la implementación de un "cerco total" y corte de suministros (agua, alimentos, energía y combustible) a la población civil como "castigo colectivo", y la orden de evacuación de civiles ante una amenaza de ataque inminente sin proporcionar lugares seguros a donde dirigirse ni medios seguros para llegar.

Tan crudo es el escenario actual que las imágenes que llegan del desplazamiento forzado de la población en Gaza recuerdan al éxodo de 1948 con la expulsión de más de 700.000 palestinos, conocida como Nakba (“catástrofe” en árabe). Ese desplazamiento comenzó a forjarse en noviembre de 1947, cuando Naciones Unidas aprobó el plan de partición de Palestina, por el cual asignaba el 54% del territorio al futuro Estado judío. Entonces vivían en Palestina 1.300.000 palestinos y 600.000 judíos. Después de esa aprobación, las fuerzas armadas judías impulsaron el Plan Dalet y en abril de 1948 se desarrolló una operación destinada a controlar pueblos palestinos fuera del planteamiento de Naciones Unidas. Finalmente, llegó la declaración de independencia del Estado israelí, el 14 de mayo de 1948, y los países árabes vecinos empezaron la guerra contra Israel. En el transcurso de ese conflicto, Jordania se hizo con el control de parte del este de Palestina –recibiendo el nombre de Cisjordania− y Egipto detuvo el avance de los soldados israelíes en Gaza. El Ejército israelí, por su parte, conquistó un 24% más de territorio y destruyó 418 localidades palestinas.

En 1967 se produjo otro desplazamiento forzado, en el marco de la guerra de los Seis Días, en la que Israel invadió y ocupó ilegalmente Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este provocando la huida de otros 250.000 palestinos, - así como de los Altos del Golán sirios y el Sinaí egipcio -, en lo que se conoce como la Naksa (“el retroceso”), tal y como explica Olga Rodríguez, periodista especializada en información internacional y Oriente Medio.

Volviendo a la actualidad, durante las últimas semanas más de un millón y medio de personas se han visto obligadas a dejar lo que quedaba de sus hogares pues los bombardeos israelíes han obligado a los gazatíes a huir fuera del país o al sur de la franja, donde se agrava la crisis humanitaria por la falta de recursos para una población cada vez más hacinada. Es más, el núcleo duro de Netanyahu ha llegado a asegurar que su máxima prioridad es destruir a Hamás, lo cual ha provocado ataques incluso a hospitales de Gaza, sin respetar la presencia de personal sanitario y de pacientes.

Así las cosas, el viento sopla cada vez más en contra del primer ministro de Israel. Su supervivencia política está cada vez más en entredicho y su popularidad se encuentra en mínimos tras el fracaso que supuso el ataque de Hamás del 7 de octubre para un país obsesionado con la seguridad. A ese hecho se le añaden las protestas de los familiares de los secuestrados por Hamás y la mirada internacional ante la crudeza de los ataques a la población civil palestina.

Presión internacional y postura española

Tras 47 días de guerra y con mediación de Qatar, Estados Unidos y Egipto, se formalizaba un acuerdo entre Israel y Hamás, el cual incluye el canje de 13 rehenes israelíes por 39 mujeres y niños palestinos presos en cárceles de Israel – en el caso de los menores, la mayoría están presos por acciones como lanzar piedras a soldados y colonos-. El costoso acuerdo también oficializa cuatro días de tregua y la entrada de cientos de camiones de ayuda humanitaria. No obstante, Netanyahu ya ha asegurado que Israel no se detendrá tras el alto el fuego, acallando así los temores en su Ejecutivo de que la presión internacional convierta en definitivo el cese temporal de las hostilidades.

Por su parte, Jerusalén ha sido el primer viaje elegido por Pedro Sánchez tras lograr su tercera investidura como presidente del Gobierno de España. El presidente español ha liderado en la UE las posiciones más duras con Israel por sus bombardeos indiscriminados y apuesta por la solución de los dos Estados: el reconocimiento de un Estado palestino que conviva con el israelí.

Así se pudo comprobar esta misma semana, cuando el presidente del Gobierno español declaró lo siguiente en su primer encuentro con Netanyahu: “El mundo entero está impresionado por las imágenes que vemos a diario de Gaza. El número de palestinos muertos es realmente insoportable. Debe distinguirse claramente entre objetivos militares y la protección de los civiles”.

Como ya anunció en su investidura, Sánchez apuesta por reconocer a ese Estado palestino. Ahora quedan pendientes los posibles avances a los que llegue España durante la presidencia de turno de la UE hasta que tome el relevo Bélgica el próximo 1 de enero.