La sombra de Boris Johnson amenaza de nuevo a la política británica. El ex primer ministro aguarda oculto tras la hierba alta, esperando el momento idóneo para consumar su regreso. El seísmo provocado entre los conservadores tras la dimisión de Liz Truss ha espoleado los ánimos de un Johnson ávido de nuevas aventuras en Downing Street. Una idea que no termina de cuajar entre sus compañeros de partido, que han diseñado un escudo para repeler su desembarco.

El ex premier, a pesar de la calma que destilan unas buenas vacaciones familiares en el Caribe, no ha quitado ojo a los movimientos de la que hasta el jueves fue su sucesora. Los planes tributarios de Liz Truss, que han aproximado a Reino Unido a la frontera del colapso, se cobraron la vida política de la que fue bautizada como la nueva Margaret Thatcher. No era hierro, sino barro el material del que estaba hecha la nueva dama conservadora. Y tal como aterrizó en Downing Street, se fue, dejando al Partido Conservador en un nuevo periodo de sede vacante.

Descabezados, los tories han iniciado el segundo proceso de primarias en apenas un trimestre. Superada la dimisión de Truss, el plan de Johnson entra en una nueva fase. Según publican en Reino Unido, el ex primer ministro ha arrancado su campaña para desembarcar en la cúspide del partido y, por ende, en Downing Street. Por el momento, se ha aproximado a diversos diputados tories, presentándose como el Mesías conservador, el único capacitado para evitar la debacle electoral de la formación, a más de 30 puntos de los laboristas según los últimos sondeos. Tal es así que, siguiendo las revelaciones de The Daily Telegraph, incluso ha valorado un acercamiento al que fuera su ex secretario del Tesoro Rishi Sunak y “volver juntos” en una candidatura unitaria.

Escudo ‘anti Johnson’

El regreso de Johnson, adelantado por The Times, ha generado una diversidad de opiniones en el seno del partido. La militancia está rendida al ex primer ministro, pero no así los parlamentarios tories, que califican como “contraproducente” su segunda etapa al frente del Ejecutivo. De hecho, algunos diputados han amenazado con abandonar la formación y adherirse a otros grupos de la oposición.

Para cristalizar su regreso, Johnson necesitaría, al menos, contar con el apoyo de un centenar de diputados tories. Si el ex premier lo consigue, podrá presentar su candidatura. Al menos así queda reflejado en la normativa establecida por el Comité Parlamentario 1922, cuyo presidente, Graham Brady, justificó que la elección de un número tan alto de avales agilizaría el proceso a una semana.

Sin embargo, el tope de los 100 parlamentarios no sólo adelgazaría los plazos, sino que supone un escudo frente a ideas como la de Boris Johnson. De este modo, solo se abren paso “candidaturas serias”. Algunos analistas apuntan en esta dirección. Es decir, un límite que los tories establecen para eludir los intentos de desembarco del ex primer ministro frente al propio Rishi Sunak y Penny Mordaunt, tercera candidata en discordia. Estos últimos superaron el centenar de avales en el proceso del pasado verano.

En las postrimerías de este pasado jueves, el ex secretario del Tesoro con Johnson sumaba 29 apoyos, frente a los 24 del ex primer ministro y 11 de Mordaunt. Entre tanto, el presidente del Comité no descarta una candidatura unitaria, a pesar de las altas probabilidades de se dirima en un mano a mano entre dos.

Apoyo de las bases

Lo cierto es que Johnson no cuenta con demasiados aliados en el grupo parlamentario, donde aún tienen grabado en el imaginario el desprestigio que inició el propio ex primer ministro con la escalada de escándalos en Downing Street. “Tenemos que recordar que el señor Johnson sigue sometido a una investigación de la Comisión de Ética del Parlamento por haber cometido perjurio en la Cámara”, apunta el veterano diputado Roger Gale.

La figura del ex premier no despierta excesivas simpatías entre los conservadores a escala parlamentaria, que algunos incluso desean que “siga en la playa”. En cambio, sí cuenta con el apoyo de las bases del partido, que, en este caso, no le sirven para consumar su desembarco a Downing Street.