El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, ha verbalizado lo que era un secreto a voces durante la mañana del jueves: dimite como líder del Partido Conservador y como premier, pero en diferido. El hasta ahora puntal de los tories entiende que habrá "mucha gente" que sienta un "gran alivio" tras su renuncia y agrega que el proceso para elegir un nuevo dirigente "debe empezar ahora". 

Entre aplausos y vítores, Boris Johnson ha salido de las profundidades del número 10 de Downing Street para confirmar su paso por el patíbulo. Así lo ha decidido el Partido Conservador, que ha saldado con éxito el motín contra su capitán. El premier ha negociado con los tories su salida del Gobierno británico, manteniéndose en el cargo hasta que sus colegas designen a un nuevo oficial.

Pese a la debilidad de su mandato, Johnson ha exhibido su inmaculada indiferencia, pese a la “tristeza” de abandonar el “mejor trabajo del mundo”, ante las puertas de su próximamente antigua residencia. “Es mi trabajo, mi obligación y mi deber seguir con lo prometido en 2019 -aludiendo a su victoria electoral-”, sentenciaba el aún primer ministro británico en su rendición pública.

La sucesión de Boris

Los tories le han dejado “claro” que el partido merece “un nuevo líder” y, por ende, un “nuevo primer ministro”. De esta manera, Johnson ha dado el pistoletazo de salida a la maratón por sucederle en sendos cargos. No obstante, ha explicado que el calendario para designar a su relevo no estará presto y dispuesto hasta la próxima semana, pero no implica que la rumorología sitúe ya nombres en las quinielas. De hecho, su predecesora, Theresa May, ha sido el primero en sonar como futurible.

Lamento no haber convencido a mis compañeros, lamento no seguir liderando estos proyectos e ideas"

La idea que maneja el Partido Conservador es que Johnson pase el menor tiempo posible como primer ministro y líder de la formación. Durante las conversaciones con los tories, Johnson ha deslizado sus intenciones de permanecer en Downing Street hasta el congreso de otoño, que entronizará al próximo dirigente

Por el momento, las soluciones que se barajan pasan por pisar el acelerador y adelantar el proceso de primarias o, incluso, convencer al propio Johnson para que tire la toalla ipso facto y no espere a otoño. Este supuesto ha empujado el nombre del viceprimer ministro, Dominic Raab, para que lidere la nave conservadora hasta que concluya la sucesión.

“Lamento no haber convencido a mis compañeros, lamento no seguir liderando estos proyectos e ideas”, ha subrayado un Boris Johnson que acto seguido echaba mano del manido mantra de "nadie es indispensable en política”. Así, el todavía premier británico anunciaba su respaldo a “ese nuevo líder” que llegue.

En su mensaje de despedida, Boris no se ha olvidado del “pueblo británico”, quien le concedió las llaves de Downing Street, pero también a quienes se decantaron por otros inquilinos. “Sé que mucha gente estará aliviada. Otras, en cambio, se sentirán decepcionadas”, ha señalado antes de mostrar su “tristeza” por abandonar el “mejor trabajo del mundo” y agradecer el “apoyo” a su familia, funcionarios y el resto de trabajadores que le han acompañado durante estos tres años.

48 horas de presión

El propio Zahawi, de hecho, se entristecía al comprobar que Boris Johnson "no escuchara" y, sobre todo, que "socavara" los logros que había obtenido su Administración "a última hora", entre los que incluye el Brexit, la exclusión de un "peligroso antisemita", en clara alusión a Jeremy Corbyn, o la gestión de la "crisis del coronavirus". Paradójicamente, esta última marcó un antes y un después en la vida política del aún primer ministro, pues el sumatorio de escándalos abrió la veda entre los tories para exigir su cabeza. 

Así las cosas, su ministro de Finanzas entiende que Reino Unido "merece un Gobierno que no sólo sea estable", sino que base su línea de actuación en la "integridad". Según informan medios británicos, el movimiento de Zahawi fue correspondido por la ministra del Interior, Priti Patel, y el secretario de Estado de Transportes, Grant Shapps, quienes se personaron el miércoles en Downing Street para reconducir al premier y pedirle su dimisión. 

La victoria en la moción impuesta por sus propios compañeros de partido no le han asegurado un final de mandato placentero, sino que ha amplificado la presión a la que los tories -amén de la oposición- le han sometido. El premier ha perdido la "confianza" de los suyos y así se lo han hecho saber estos últimos días, con un goteo de dimisiones que ha superado con creces el récord de renuncias en un sólo día -el anterior estaba en seis-.

Desde el martes, miembros de su gabinete han presentado sus respectivas dimisiones paulatinamente. Un goteo de renuncias que ha continuado este mismo jueves, con las de varios secretarios de Estado y el ministro británico para Irlanda del Norte, Brandon Lewis. En suma, más de 50 cargos han huido del inestable castillo de naipes de Johnson, obligando al debilitado premier a salir de su parapeto en Downing Street.