Un diputado de partido liberal (VVD) de Países Bajos instó al jefe de Gobierno a responder qué pasaría en el país si la heredera al trono, en este caso la princesa Amalia de Holanda, fuera homosexual. La cuestión reabrió un debate que no está ni mucho menos cerrado en un país donde la legislatura obliga, en teoría, al príncipe o princesa a casarse con una persona del sexo opuesto para poder alcanzar la Jefatura de Estado.

Sin embargo, el primer ministro holandés, Mark Rutte, aclaró que no sería “ningún obstáculo” para el gabinete que la princesa contrajera matrimonio con una persona de su mismo sexo. Así lo deslizó en el hemiciclo.

El Gobierno cree que el heredero también puede casarse con una persona del mismo sexo y no ve un obstáculo legal permitir el matrimonio de un heredero con una persona del mismo sexo. Por lo tanto, el gabinete no considera que un heredero al trono o el rey deba abdicar si desea casarse con una pareja del mismo sexo”, sostenía.

El problema derivado de la ley, y que buena parte de la sociedad considera desfasado, no es tanto de quién se enamora la persona heredera al trono, sino que requiere el consentimiento oficial imprescindible del Ejecutivo y el Legislativo para poder contraer matrimonio. En este sentido, el primer ministro no encuentra ningún impedimento, siempre y cuando quede claro quiénes son los hijos de la pareja.

La legislatura neerlandesa se basa en la idea de monarquía hereditaria, pero la manera en la que se organiza en la actualidad el derecho de familia, no asume como hijos únicamente a aquellos que descienden biológicamente de los padres que los conciben.

“El propósito de las disposiciones constitucionales sobre la sucesión es determinar sobre bases objetivas e inequívocas a quién pasará la monarquía y así lograr la certeza políticamente deseada con respecto a la sucesión”, añadió el primer ministro. Por otro lado, aseguró que no es “apropiado” todavía hacer hipótesis, ya que “todo depende demasiado de los hechos y circunstancias del caso específico” que, asegura “pueden cambiar en el tiempo”.

La princesa nunca se ha pronunciado sobre su sexualidad, pero el libro Amalia, el deber te llama planteaba esta hipótesis y abría con ella un debate que, por otra parte nunca llegó a cerrarse porque nunca se planteó.