Estados Unidos vive una jornada histórica tras la imputación del expresidente Donald Trump por el presunto pago de dinero negro a la actriz porno Stephanie Clifford, conocida como Stormy Daniels, para comprar su silencio. La revuelta en las calles parece garantizada, queda por ver si ésta no es violenta o si se vive algo similar a un Asalto al Capitolio 2.0.

Para evitar lo segundo, la policía del país ha dispuesto un estudiado plan de contingencia en Washington y, principalmente, Nueva York, sede del emporio de Trump, en previsión a los actos que presumiblemente se desarrollarán en las calles, habida cuenta del llamamiento del nuevamente candidato republicano a sus fieles.

Por encima de la ley

No busquen más. Las escenas que puedan verse a lo largo del día responden a la manera en la que el que el autor del Make America Great Again (Hacer América grande de nuevo) entiende la política. Para él, su persona sí que está por encima de la ley y no entiende otra cosa que vaya contra la victoria -incluso los cauces democráticos- y su forma de comprender la estructura del país y del mundo. La imagen más flagrante de ello fue la entrada violenta que sus seguidores hicieron al palacio presidencial después de perder las elecciones contra Joe Biden y que encuentra el reflejo en otros lugares del mundo como Brasil, cuando los votantes de Jair Bolsonaro se revelaron tras el triunfo de Lula.

El fantasma del fraude es el caballo de Troya de Trump, ya sea para criticar las urnas o una decisión judicial sin precedentes en el territorio de las estrellas y barras como es esta última. Es el modo de mantener la estructura de alguien que pertenece al establishment y no mira a los de abajo, por mucho que los nombre en su discurso, y es que se puede ser ultraconservador y antisistema.

Es factible decir que, consecuencias a parte, a Trump le viene hasta bien este tipo de escenario, al menos en las encuestas. Quizá sea muy atrevido sostener que el antiguo líder del país disfruta presenciando la constante revuelta, pero es una evidencia que le viene bien en los barómetros, fuera del partido y, en parte, dentro; por muy dividido que se encuentre. El resultado es otra cuestión.

Así las cosas, Trump sabe que tiene un público fiel y que, cuando habla para todos solo estos pocos, que en su día fueron los más, le atienden, aunque el país entero le oiga. Una vuelta al pasado, a fin de cuentas; un capítulo de Black Mirror al que cada vez estamos más acostumbrados.

Emporio Trump

El presente capítulo de la serie de no ficción podría desarrollarse principalmente en los dos estados mencionados, sobre todo en la Gran Manzana, que ubica entre sus calles la sede del emporio de la Organización Trump. De esta manera, la imagen que en las últimas horas presenta la avenida principal es la del corte de las calles que rodean la sede, con camiones policiales atravesados y un doble cordón de vallas.

La acusación formal de la fiscalía del distrito de Manhattan al expresidente por mantener en silencio su relación extramatrimonial allá por 2006 cuando Melania (Trump) se recuperaba del nacimiento del hijo de ambos ha sido solo la mano que aprieta el gatillo de la falsa revolución, pues el antiguo mandatario del país nunca ha guardado en el cajón el relato del todos contra mí. Así las cosas, el pasado día 18, el republicano se ponía el traje de mesías y hacía una llamada a la población para que salieran a la calle en caso de detención. “El probado líder de lejos entre los candidatos republicanos y expresidente de Estados Unidos será arrestado el martes -era la fecha que se estimaba- de la próxima semana (…) Protestad, recuperad nuestra nación”, escribía en su red Truth Social, un mensaje que respaldaba el presidente de la Cámara Baja, Kevin McCarthy: “Aquí vemos de nuevo como un escandaloso abuso de poder de un fiscal de distrito que permite que los criminales violentos caminen libres mientras persiguen una venganza política”.

El mensaje de las últimas horas no ha sido muy diferente: “Desde el momento en el que bajé por las escaleras mecánicas en la Torre Trump, e incluso antes de que jurase el cargo como vuestro Presidente de Estados Unidos, los demócratas de la izquierda radical -el enemigo de los hombres y mujeres trabajadores de este país- se han involucrado en una caza de brujas para destruir el movimiento Make America Great Again”.

Demasiadas quinielas

La sede de la organización Trump está también en entredicho por presunto fraude fiscal-ya fue declarada culpable en diciembre, pero mantiene abierta otra investigación paralela-. El lugar, la verdad es que es digno de ver: galería comercial con innumerables tiendas y chiringuitos que contienen el nombre del presidente, imágenes de propiedades inmobiliarias incluyendo sus campos de golf y un largo etcétera de lujos. La imagen viene acompañada ahora de unos cuantos feligreses con gorras rojas que contienen el lema del republicano, banderas y pancartas alentando una nueva subida de Trump a la Casa Blanca.

La escena no resultaba preocupante en un escenario en el que se apreciaban a muchos más periodistas que manifestantes, pero se teme que las próximas horas sea diferente y que afecte no solamente a esta parte del país, sino también a la capital, la sede de la fiscalía en Manhattan, Florida y un largo etcétera de puntos que siguen sufriendo la tesis Trump. Mientras tanto, cabe recordar que, pese a que ha sido el soborno a Daniels lo que ha provocado la caída del presidente, éste tenía otras cuestiones abiertas, empezando por el propio Asalto al Capitolio y siguiendo por los documentos clasificados que se quedó tras su marcha de Casa Blanca.