Francia no se rinde. Poco o nada ha importado a los franceses que, tras meses de protestas contra la reforma de las pensiones –que atrasa de 62 a 64 años la edad de jubilación-, el Gobierno de Emmanuel Macron decidiera seguir adelante con la medida y promulgara la ley el pasado 15 de abril. Un hecho que, lejos de hundir el ánimo de los franceses, ha provocado que los galos hayan vuelto a tomar las calles este 1 de mayo, Día Internacional de los Trabajadores, con más fuerza que nunca, volviendo a demostrar una vez más que la lucha sindical forma parte de su ADN tanto o más que la Torre Eiffel.

En este sentido, miles de personas han salido a la calle en las principales ciudades francesas para protestar contra la reforma de las pensiones, que está arrastrando a Macron a tocar límites de popularidad que el presidente galo no conocía y que amenaza seriamente con truncar su mandato.

Los sindicatos, los grandes hostigadores de estas marchas, habían convocado más de 300 protestas y manifestaciones a lo largo y ancho de toda Francia, estimando que más de 1,5 millones de personas podrían sumarse a las mismas. Unas previsiones que, a falta de cifras oficiales, si no se han cumplido cerca han quedado de ello. Y, tal y como ha venido ocurriendo semana sí y semana también, las manifestaciones han dejado también bastantes altercados en todo el país, con diferentes enfrentamientos entre manifestantes y policías.

Los manifestantes, que ya han protagonizado algunos enfrentamientos con los agentes, han lanzado pintura contra la fachada del hotel Ritz y del Ministerio de Justicia en la plaza Vendome del centro de la ciudad. La acción, reivindicada por los activistas del grupo Última Renovación, tiene como objetivo protestar "contra los ricos y en solidaridad con los trabajadores", según han explicado.

Unas imágenes que se han producido (y se siguen produciendo en el momento que se están redactando estas líneas), pese a que el Gobierno de Macron, sabedor de que el 1 de mayo no es una fecha cualquiera en Francia, había planificado un despliegue de más de 12.000 agentes para todo el país -5.000 solo para la marcha en País, que tiene lugar desde primera hora de la tarde entre la plaza de la República y la de la Nación-.

De hecho, para controlar estas manifestaciones, el Ministerio del Interior decidía usar drones -la justicia los ha tenido que validar- bajo el pretexto de que así podrían controlar mejor “los flujos”, evitar los “desbordamientos” que se vienen sucediendo en los últimos meses y “prevenir atentados contra la seguridad de las personas y los bienes”. Una técnica [la del uso de drones] que se ha puesto en práctica por primera vez y que se ha puesto en práctica en las marchas de París, Lyon, Le Havre, Burdeos, Nantes y Rouen.

El Gobierno de Macron da por zanjado el asunto mientras el enfado de los sindicatos va a más

Sin embargo, pese a las protestas y las imágenes impactantes que han dejado, el Gobierno de Macron sigue insistiendo en que el asunto está zanjado y que la reforma de las pensiones seguirá su curso natural, trámite previsto para el 1 de septiembre. De esta manera, el Ejecutivo galo ha señalado que tiene previsto invitar a los sindicatos a sentarse en la mesa y dialogar "durante los próximos días" en un intento por rebajar la tensión. El ministro de Trabajo, Olivier Dussopt, ha indicado que "hay que escuchar los mensajes que se lanzan" y ha abogado por dialogar.

En este sentido, ha asegurado que la Policía "no se involucra en provocaciones durante las marchas" y ha asegurado que el problema no son los agentes sino "la posibilidad de violencia": "El problema no es la Policía, son los violentos. No los confundo con los manifestantes".

Desde los sindicatos, sin embargo, han alertado de que "no habrá movimiento alguno hasta que la reforma sea retirada". "Este 1 de mayo es un punto de inflexión, tenemos que estar ahí. Sirve para poner nuestras aspiraciones en la agenda política: mejora de los salarios, igualdad entre hombres y mujeres y una mejora de las condiciones laborales", han puntualizado.