El gas y la energía están siendo las herramientas de presión más importantes en el tablero geopolítico europeo tras la invasión rusa de Ucrania. Los chantajes por su suministro, las decisiones políticas controvertidas a su alrededor, los aumentos de precios y la búsqueda de proveedores alternativos parecen estar convirtiéndose en fenómenos cotidianos, enmarcados en una guerra que supera ya los seis meses de duración.

Estamos hablando de bienes de primera necesidad, cuyos cortes de suministro o la alteración de sus precios habituales pueden desestabilizar la economía y la vida de continentes enteros. Esta semana, la tensión ha vuelto a crecer después de que el Nord Stream 1, el gasoducto a través del cual Alemania se abastece de Rusia, quedase detenido. Gazprom, la empresa responsable de la infraestructura, anunció este viernes que dicho paro se debió a que se encontró "una fuga en su mantenimiento". Sin embargo, el escepticismo apunta directamente sobre Moscú, ya que dicho parón se produce inmediatamente después de que el G7 expresara sus intenciones de imponer una limitación del precio al petróleo ruso y otros productos derivados, por lo que el corte se interpreta, desde algunos sectores, como una maniobra para hacerle el contrapeso a los deseos de la organización supranacional.

El ‘Nord Stream 1’, parado tras el plan del G7

El Grupo de los Siete llegó este viernes a un acuerdo para establecer de forma efectiva una prohibición generalizada de prestar servicios que permitan el transporte marítimo de estos productos de origen ruso. Únicamente se permitirá proveer servicios de transporte si el petróleo y los derivados se compran a un precio igual o menor al fijado por la coalición. En su comunicado, los ministros de Finanzas de las naciones del G7 no han detallado el precio límite, sino que únicamente han señalado que la cifra se decidirá con arreglo a un abanico de detalles técnicos. "El límite de precios se comunicará públicamente de una forma clara y transparente", se indicó desde el organismo.

El club de países asegura que la medida está "específicamente diseñada" para reducir los ingresos de Rusia y su capacidad de financiar la guerra, al tiempo que limita el impacto en los precios globales de la energía. Sin embargo, el vice primer ministro de Rusia, Alexander Novak, ya avisó el jueves de que Rusia no exportaría petróleo a ningún país que se adhiera a esta limitación de precios, por lo que la medida queda en tierra de nadie. A su vez, escasas horas después del anuncio de esta medida, el gasoducto ruso dejó de funcionar.

“El suministro está plenamente garantizado”

Volviendo a la situación alemana, el Gobierno del país ha afirmado que el suministro de gas está “plenamente garantizado”, a pesar del "difícil" contexto que ha sumado este viernes un nuevo capítulo con el anuncio del cierre indefinido del Nord Stream 1 y con las nuevas tensiones por los topes al precio del crudo ruso.

Una portavoz del Ministerio de Asuntos Económicos alemán ha evitado valorar este cierre, pero sí ha advertido de que Rusia lleva semanas demostrando su "poca fiabilidad" como suministrador de combustibles fósiles a Europa. Desde Berlín ven necesario seguir con el progresivo refuerzo de la "independencia" energética frente a Moscú. "Estamos ahora mucho más preparados que hace unos meses", ha enfatizado la portavoz. Actualmente, las reservas de gas en Alemania rondan el 84,3% de la capacidad total y el Gobierno prevé llegar "en los primeros días de septiembre" a la meta del 85% que inicialmente se había fijado para octubre.

Ucrania, también en la ecuación

Por su parte, Ucrania se ha ofrecido a apoyar a Alemania suministrándole energía, con el objetivo de limitar la dependencia de Berlín de las importaciones rusas. Actualmente, Ucrania exporta su electricidad a Moldavia, Rumanía, Eslovaquia y Polonia, y de acuerdo con las declaraciones que su primer ministro, Denys Shmyhal, ha brindado a DPA, el país “está preparado para expandir sus exportaciones a Alemania".

Shmyhal ha asegurado que comentará esta medida con las autoridades alemanas durante la visita que realizará este fin de semana a Berlín, ya que tienen "suficiente electricidad en Ucrania gracias a las centrales nucleares". Las autoridades ucranianas consideran que aumentar las exportaciones a los países dependientes del gas ruso es una medida beneficiosa para ambas partes. "La Unión Europea conseguiría más energía y nosotros conseguiríamos las divisas que necesitamos con urgencia", ha declarado.

El consumo energético en Ucrania ha caído de forma abrupta desde la invasión por parte de las tropas rusas el 24 de febrero, debido al éxodo masivo de la población ucraniana y al declive económico. Esto ha liberado capacidad adicional que se puede destinar a las exportaciones a otros países. Shmyhal tiene previsto llegar a Berlín este sábado para reunirse al día siguiente, el domingo, con el canciller alemán Olaf Scholz y valorar la viabilidad de estas negociaciones. Alemania encontraría en Ucrania un nuevo proveedor energético, pero no tendría garantía alguna de éxito, debido a la vulnerabilidad general en la que se encuentra el país del Este por la guerra.

De esta manera, prosigue la batalla por la soberanía energética de la región, que ya ha traído larga cola desde el estallido de la guerra y que no parece que vaya a cesar pronto si continúan sucediéndose choques de intereses tan fuertes como los de esta semana. El rumbo que tomen las futuras negociaciones será crucial para definir cómo se salda la situación.