A estas alturas de la película sorprende que, todavía, existan medios -la llamada ‘caverna mediática’- capaces de proteger la reputación de Federico Trillo. 'ABC' se convierte en altavoz de esta tendencia este sábado con un artículo de opinión del que fue Secretario de Estado de Defensa entre los años 2000 y 2004 que sonroja.

Fernando Díez Moreno, habla de campaña de “acoso y derribo” hacia el ex ministro de Defensa, hacia el que hay, asegura, una clara “persecución”, un “linchamiento moral”, orquestado, a su juicio, por la izquierda y sus medios afines.

El texto no tiene desperdicio. Comienza hablando de “la caza del hombre más larga de la historia democrática en España”. Sorprende que precisamente se haga víctima de esto a quien en su día pergeñó la caída del juez Baltasar Garzón. Cuán largos fueron sus tentáculos en este caso.

Las únicas palabras salvables del artículo son las que sostienen que “ninguna indemnización puede compensar la vida de una persona”, aunque es un simple espejismo que parece cumplir una norma de cortesía, a tenor de lo que sigue.

Ninguna responsabilidad

Díez Moreno estructura sus palabras en función de responsabilidades económicas, políticas, judiciales y morales, ninguna de las cuales tendría Trillo. No tiene ningún pudor a la hora de subrayar lo altas que han podido ser las cuantías de las que se han beneficiado las familias de los muertos o las becas o viviendas que han podido percibir.

Del mismo modo, asegura que la de militar es una “profesión de riesgo”, en la que hay mucho movimiento y eso aumenta la posibilidad de accidentes. ¿Morir por una lamentable gestión es lo mismo que morir en el desempeño del trabajo?

Presume de datos electorales

En cuanto a las responsabilidades políticas, sostiene el ex Secretario de Estado, “se dilucidan en el parlamento y en las elecciones”, a lo que añade que Trillo ganó por mayoría aplastante, único argumento que, a juicio del columnista sirve, obviando que grandes dictadores llegaron al poder a través de las urnas.  

Trillo no tiene responsabilidad alguna. Eso sí, es llamativo que en todo el artículo no cite las barbaridades a las que tuvieron que hacer frente las familias durante la identificación de los cadáveres.