Al margen de las protestas públicas verbalizadas por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, desde Nueva York, España elevó una queja formal por el veto de las autoridades mexicanas a Felipe VI en la toma de posesión de la primera mujer presidenta del país, Claudia Sheinbaum. Según El País, este mismo martes, Asuntos Exteriores remitió una nota verbal -así se le denomina en el argot diplomático a este texto escrito- en el que se recordaba que el Rey es “el jefe del Estado” y en calidad de tal, asume la “más alta representación del Estado español en las relaciones bilaterales” entre los dos países.
El citado medio publicó el mismo martes, cuando se remitió el escrito diplomático, que México evitó la invitación del monarca español. Es tradición en ceremonias de este tipo que el jefe del Estado español esté presente, pero no en esta ocasión; lo cual ha motivado un cruce público de declaraciones entre los dos países, consumada esta misma semana con el toque de atención de Pedro Sánchez desde Nueva York, donde se desplazó para participar en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Protesta formal…
Así, desde la jefatura de la diplomacia española se optó por eleva una queja formal a la Cancillería mexicana. Protesta en la que se remarcaba la intensidad de las relaciones bilaterales entre España y México, además de aconsejar que “las relaciones institucionales se desarrollen al más alto nivel” y precisar que Felipe VI ha asistido a anteriores tomas de posesión, incluyendo a la del presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador en 2018.
En la nota verbal, Exteriores concluía que, al tratarse de un acto de “tanta trascendencia para el pueblo” mexicano, España “debe estar representada por su jefe de Estado”. A su juicio, este gesto evidenciaría la “voluntad mutua de avanzar en beneficio de nuestros pueblos hermanos, con la mirada puesta en un futuro común de prosperidad compartida”. Pese a estar redactada en un tono cordial y amistoso, el departamento que dirige José Manuel Albares remarcaba que, “agotados todos los cauces para transmitir respetuosamente el nivel de representación que corresponde a España, […] no habrá ninguna representación del Reino de España en la Transmisión de Poder Ejecutivo Federal en Ciudad de México” el próximo 1 de octubre.
… y comunicación pública
El mensaje se remitió tanto al embajador mexicano en Madrid, al ser convocado a la sede central de Asuntos Exteriores, pero también a través del diplomático español en México, que acudió a la Cancillería para entregarlo personalmente. Ese mismo día, además, el Ministerio hizo público un comunicado en el que tachaba de “inaceptable” la exclusión de Felipe VI de la toma de posesión de Sheinbaum, aireando que España no participaría en la misma en ninguno de los niveles.
A ello le sucedió otro movimiento público por parte del Gobierno de España. Esta vez, a través de la garganta del presidente. Desde Nueva York, donde se encontraba de viaje en el marco de la Asamblea General de la ONU, Sánchez expresaba su “enorme tristeza” al contemplar como “dos pueblos hermanos, por el interés político de alguno”, no pueden tener las “mejores relaciones” entre ambos ni entre dos Gobiernos de remarcado tinte progresista que, además, comparten “valores y probablemente políticas”.
Así, la protesta formal fue el summum de una confrontación que arrancó el pasado 22 de julio, cuando las autoridades del país centroamericano invitaron a Sánchez a la toma de posesión de Sheinbaum, al tiempo que excluían del mismo acto a Felipe VI, quien ha estado presente en más de 80 eventos de esta índole en toda América del Sur como Príncipe de Asturias y, posteriormente, como Rey de España, tal y como precisó el propio presidente del Gobierno en la mentada rueda de prensa.
En aquel momento, España optó por dar por “no recibida” la invitación al jefe del Ejecutivo, motivando el inicio de unas profusas gestiones diplomáticas para reconducir la situación e invitar a las autoridades mexicanas a cambiar de destinatario. La última, de hecho, fue una llamada personal de Sánchez a la presidenta electa, pero cayó en saco roto. Sheinbaum publicó este pasado miércoles una misiva en la que justificaba el veto a Felipe VI por su actitud ante una misiva que le dirigió el aún presidente mexicano el 1 de marzo de 2019, quien le pidió un reconocimiento solemne de los “agravios causados” por la colonización de México por parte de la Corona española. “Esa misiva no mereció respuesta alguna de forma directa, como hubiera correspondido a la mejor práctica diplomática de las relaciones bilaterales”, esgrimió.