Algo más de hora y cuarto de conversación, con numerosas interrupciones, pero que le vale a Pedro Sánchez para coronar su gira por los platós de la derecha mediática y romper el libreto de estilo de "insidias" que se han diseminado por los medios de comunicación próximos al conservadurismo y a la ultraderecha. Lo ha hecho ante Ana Rosa Quintana, en El programa de Ana Rosa, bajo el calor del foco mediático que recibiría este choque y donde el jefe del Ejecutivo se ha movido como pez en el agua. "No soy perfecto, pero lo que sí soy es una persona limpia", espetaba el presidente del Gobierno, adoptando la dualidad institucional subyacente al cargo y el perfil aguerrido que permite encabezar la papeleta del Partido Socialista para mantener una Administración que evite el "retroceso" y apueste por el "avance". 

Empezó con Carlos Alsina, tras el micrófono verde de Más de Uno, en Onda Cero, y siguió en el mismo grupo de comunicación enfrentándose a uno de los rostros más críticos del panorama mediático patrio como es Pablo Motos. Tras divertirse en El Hormiguero, espaciando milimétricamente sus visitas, aterrizó este martes en los estudios centrales de Mediaset. Allí le esperaba Ana Rosa Quintana, como los anteriores, agazapada tras la maleza ante la pieza de caza mayor que aparecía en su objetivo. Una gira mediática de gran calibre, encapsulada en una nueva estrategia incentivada por la conquista del voto a través de las grandes audiencias y de una versión combativa, alejada de la zona de confort y exponiéndose al siempre escalofriante sentimiento de jugar en el hostil campo visitante. Escenarios de relumbrón y con un campo magnético de gran potencia con el fin de tumbar los "bulos, mentiras e insidias" que el corset institucional impide. En definitiva, "pinchar la burbuja del sanchismo". 

“¿Qué es el sanchismo?”

Ha sido el común denominador -o uno de ellos- en la tourné del presidente del Gobierno por los platós y los estudios de radio, siendo, además, uno de sus arietes predilectos que él mismo ha resignificado en la batalla por recuperar el dominio del relato. El término no representa si no, a ojos del propio Sánchez, una “burbuja de manipulaciones y bulos” hinchada desde el entorno mediático de la derecha y auspiciado por las propias fuerzas conservadoras. En resumidas cuentas, un globo que "ha sobrepasado todas las líneas rojas diciendo que soy un obseso del Falcon, un soberbio, un prepotente un golpista y hasta se ha llegado a decir que soy un filoetarra”.

Sánchez ha percutido en la diferenciación entre opinión y hechos, remarcando la “desproporción” en las tertulias de según qué programas de actualidad y que “en absoluto responde a la realidad del país”. Frente a Ana Rosa Quintana, ha ejemplificado el tacticismo de estos grupos mediáticos en el “bulo” del insomnio de un Gobierno con Pablo Iglesias. “Yo no dije eso”, ha reiterado el jefe del Ejecutivo, arrastrando hacia esa realidad a sus interlocutores y este caso no iba a ser una excepción. “Se lo agradezco”, ha verbalizado el Presidente en numerosas ocasiones, convirtiéndose en una coletilla que evidencia la claudicación de, en este caso, la presentadora estrella de Mediaset. Como hiciera también con Alsina y Motos.

Entre el rosario de “insidias” que atribuye a la derecha mediática Sánchez encuadra el sambenito de “mentiroso”. “¿He cambiado de opinión? Sí, pero no he mentido”, ha despachado, especialmente en cuestiones relativas al procés y a los indultos. Una vez más, ha redundado en que su acción política con respecto a Cataluña y el independentismo no responde sino a la prioridad de “crear convivencia”, enterrando a gran profundidad el clima de hostilidad en la región. En más de una ocasión, de hecho, ha enfatizado que en 2019 el conflicto catalán era una de las principales preocupaciones de los españoles. En definitiva, Sánchez ha descrito su viraje como un “cambio de opinión” en pos de la cohabitación de los ciudadanos en la región.

Acuerdos puntuales vs pactos de Gobierno

Sánchez ha utilizado el cisma catalán como prólogo de una breve disertación sobre el concepto de “mentira”, momento en el que ha dado pie a los acuerdos de Gobierno del PP de Alberto Núñez Feijóo con Vox. Un asunto del que se ramifica, a su vez, la diferenciación entre acuerdo de Gobierno y un pacto puntual, en relación a las negociaciones con EH Bildu y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) a lo largo de la legislatura. En primer lugar, ha destacado que una “mentira”, al contrario que un viraje opinativo, es señalar “que ETA estaba detrás del 11M” o que defender la invasión de un país (Irak) porque tiene “armas de destrucción masiva”, pero también lo es vincular un caso de corrupción como la Gürtel con una maniobra del Partido Socialista para desbancar a otra formación.

En este punto, ha “negado la mayor” cuando su interlocutora le habla de “gobernar con Bildu”. “No es cierto”, ha replicado de inmediato el jefe del Ejecutivo, aludiendo a que esa expresión entronca con un “acuerdo de investidura” de cuatro años, que es lo que “está haciendo el Partido Popular con Vox”. Sánchez ha resaltado que su acuerdo de Gobierno se circunscribe a Unidas Podemos, aunque con PNV o EH Bildu, entre otros, puedan existir “negociaciones puntuales” porque para que el Congreso de los Diputados dé viabilidad a un texto son necesarios 176 escaños (mayoría absoluta). Por ello, a tenor de la justificación del presidente, en Moncloa sacan la calculadora para arrancar apoyos “hasta de debajo de las piedras”, como ocurriera con Ciudadanos en la reforma laboral; texto que, por cierto, rechazaron tanto los abertzales como los republicanos y que, pese a su negativa y las tácticas subterráneas del PP, un diputado conservador salvó in extremis.

Condicionados por Vox

Establecida la diferencia, Sánchez ha remarcado que el Partido Popular ha alcanzado 140 acuerdos con Vox y, retrotrayendo la cuestión catalana, ha recordado que ha cambiado de posición para allanar el camino de la convivencia. Sin embargo, Feijóo “le ha abierto las puertas de las instituciones” a la ultraderecha. “¿Para qué?”, ha cuestionado el jefe del Ejecutivo, respondiendo su pregunta retórica con que Génova ha tenido que “tragar” con el concepto de violencia intrafamiliar que ha implantado la ultraderecha porque, a su parecer, “género es igual a ideología”. “Esto es lo que está firmando el PP”, ha advertido un Sánchez que endurecía el tono porque este término lo que hace es cercenar “lo obvio”.

Y es que “lo obvio se menciona y se visibiliza” y, a ojos de Sánchez, la violencia de género no para menos. “La igualdad de género no es un concepto ideológico, sino un término acuñado y asumido por parte de la ONU desde hace décadas; nos afecta a todos”, ha espetado el jefe del Ejecutivo, mientras defendía la cobertura que brinda a las mujeres la “ley del sólo sí es sí”, a pesar de su polémico desarrollo e implantación. En resumen, el presidente del Gobierno y candidato socialista afea a su adversario que entre en el juego de la extrema derecha porque la violencia machista no es una cuestión semántica, sino que esconderlo tras otras palabras es potencia la inseguridad en las mujeres.