Frente a un enemigo común, unidad. Ese es el mensaje que ha transmitido Pedro Sánchez este lunes en el acto Autonomía Estratégica Abierta. Un evento que ha servido como carta de presentación a otra de las patas donde el jefe el Ejecutivo quiere dejar su impronta en materia comunitaria. Moncloa ha presentado un estudio que se desarrollará durante los próximos meses y que escudriñará las “vulnerabilidades” del espacio comunitario que permitirá, a la postre, diseñar la autonomía estratégica. En este sentido, el presidente del Gobierno ha manifestado su apuesta en firme por una “reindustrialización” de los Veintisiete para blindar las economías de la Unión y, en consecuencia, favorecer el desarrollo social de sus ciudadanos.

La Unión Europea es un pequeño gran milagro”, ha reivindicado el presidente del Gobierno al tomar la palabra en el acto. Respaldado por el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, Sánchez ha resaltado ante sus colegas comunitarios la necesidad de armar una respuesta conjunta para acabar con la dependencia de terceros países.

Sánchez ha resaltado que los países que cuentan con una ostentosa internacionalización comercial son los que registran “mayor desempeño económico y mejor nivel de vida”. A juicio del presidente, es irrefutable que el aperturismo ha favorecido el acceso a un abanico de productos, con precios más asequibles, además de permitir un notable crecimiento de la renta gracias a la creación de empleo y la actividad económica.

No rehúye a los beneficios que comporta la apertura de puertas en materia comercial. Es más, lo ha definido como uno de los “pilares fundamentales de la Unión Europea”. Tal es así que sin ella no se habrían siquiera rozado los niveles de progreso social y económico. “Hubiera sido imposible”, ha apostillado Sánchez, quien, sin embargo, a su vez, rebaja los niveles de optimismo en lo que respecta a este aperturismo.

La apuesta de Sánchez

Sustentado sobre los acontecimientos de estos últimos años, Sánchez ha avisado de que no todo es oro lo que reluce. El aperturismo es positivo. Mucho, de hecho. Sin embargo, de él afloran consecuencias “negativas” para Europa. Prueba de ello es su dependencia de otros países, como se vio con el estallido de la pandemia por el coronavirus. El jefe del Ejecutivo ha recordado las dificultades que tuvieron que afrontar los gobiernos para dar respuesta a la expansión de la Covid-19, con un mercado limitado para la obtención de materiales esenciales como las mascarillas. “Fue el primer aviso serio”, ha apostillado.

En este sentido, Sánchez ha destacado que, debido a la deslocalización de la fabricación de materiales esenciales, el coronavirus tuvo un impacto desmedido. “Nos costó muchas vidas”, ha acotado. De hecho, ha argumentado que un 73% de estos bienes se producían fuera del territorio europeo. Pero no solo ocurrió con elementos sanitarios, sino también con el aluminio, el cobre o los microchips, “imprescindibles” para la fabricación de infinidad de utensilios. Todo ello derivó en una “inflación” que se ha acentuado por la “injusta” guerra de Putin en Ucrania, que no solo ha segado millones de vidas ucranianas, sino que también ha desnudado las “vulnerabilidades de la UE”, como la dependencia rusa en materia energética.

No obstante, a pesar de que estas debilidades solo constituyen “la punta del iceberg”, el presidente entiende que no es tarde para revertir la situación de cara al futuro. Por ello, ha puesto sobre la mesa, a raíz de la presentación de este estudio, una apuesta en firme por la reindustrialización de la Unión Europea, por la “digitalización y la transición ecológica”. “Reforzaremos nuestras economías y empresas para asegurar el bienestar de nuestros ciudadanos”, ha destacado un Sánchez que advierte de las dificultades que entrañará cristalizar este plan, máxime en un contexto de amenaza incipiente por la competencia verde de Estados Unidos.

Competencia verde

Este nuevo llamamiento a la unidad de acción en el seno de la Unión Europea, máxima de Pedro Sánchez en su hoja de operaciones internacional desde que estallase la pandemia, cobra más relevancia que nunca por la carrera verde que afronta el Viejo Continente con EEUU y China como principales competidores. 

La lucha por atraer inversiones y puestos de trabajo ha llevado a EEUU a movilizar 400.000 millones dólares en el marco de la Ley de la Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés). Estos incentivos fiscales no han gustado a la Unión Europea, que percibe como competencia desleal esta decisión del Despacho Oval, y Bruselas trata de atajar el problema y no perder oportunidades con una rápida respuesta que, por el momento, se demora ante la falta de acuerdo de los veintisiete. 

Alemania y Francia son partidarios de que los estados puedan proponer incentivos fiscales para atraer a empresas. No obstante, otros países, como el nuestro, con un gran déficit público y problemas de deuda, reclaman un plan conjunto que no acabe provocando una guerra fiscal desigual y difícil de ganar. 

Desde este lunes, y hasta el jueves -fecha en la que Sánchez participará en un Consejo Europeo clave para las operaciones españolas-, los responsables de competitividad de los países de la Unión discutirán a puerta cerrada las diferentes propuestas con las que abordar la situación.