La respuesta de Europa y la OTAN al conflicto entre Rusia y Ucrania está teniendo su eco en la política nacional. Es cierto que el fervor bélico que desde Unidas Podemos apreciaron en las primeras palabras de la ministra de Defensa, Margarita Robles, ya no es tal, pero tanto los morados como el resto de formaciones del bloque de investidura insisten en retomar el eslogan del ‘no a la guerra’, pedir menos intromisión española en la zona cero del conflicto y solicitar a los socialistas una respuesta de perfil bajo que no alimente la polémica que, creen, se nutre de la escalada en la persuasión que están llevando a cabo los principales involucrados en el conflicto.

Pese a que las dos partes de la coalición tratan de imponer en el relato que no existe una crisis de Gobierno, lo cierto es que el cruce de reproches se envenena por días y obliga a los máximos exponentes de la teoría política y el análisis de situación a emplearse a fondo. Este ha sido el caso de Pablo Iglesias, exlíder de los morados, otrora vicepresidente y hombre fuerte en Podemos por su condición de fundador: “Yo ya no estoy en política, así que puedo decir la verdad. Hemos escuchado a la ministra de Defensa decir algo que los electores del PSOE no se creen, que la OTAN nació para defender la paz, el colectivo LGTBI, los derechos humanos, la democracia, la sanidad pública. ¿Usted se cree, ministra, que la gente es tonta?”, se preguntó Iglesias en pleno acto de precampaña de Pablo Fernández por la presidencia de Castilla y León.

Sin embargo, la verdad de Iglesias, la del líder que ya no pertenece a la política y puede hablar sin tapujos, no ha gustado a los ministros socialistas. La vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, ha condenado que su excompañero en el Consejo de Ministros se dedique a “trivializar” con un tema tan controvertido; la ministra de Defensa y plenipotenciaria en las negociaciones con la OTAN, Margarita Robles, ha considerado que las reflexiones de Iglesias se deben a su exceso de “tiempo libre”; y el portavoz del PSOE, Felipe Sicilia, ha reivindicado que es compatible el ‘no a la guerra’ con la colaboración con la OTAN.

El tira y afloja entre socios ha continuado este lunes. El coportavoz de Podemos, Pablo Fernández, ha agradecido el cambio de tono que se aprecia desde su estructura en la posición que están tomando los ministros. A ojos de Fernández, el “PSOE ha rectificado y cambiado el tono”. De forma paralela en tiempo y espacio, la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, demandaba “contención” a Unidas Podemos. Poco después, ya entrada la tarde, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, se pronunciaba en estos términos después de mantener una reunión con sus homólogos europeos: “No ha habido un cambio de tono. La posición del Gobierno es consistente. La crisis es volátil y va cambiando. Lo he dicho otras veces, el Consejo de Ministros se expresa cada martes. La cohesión está garantizada y es el presidente del Gobierno quien marca la línea de la política exterior”.

Sin apoyos tradicionales

Si bien el Gobierno ha conseguido capear los dos primeros años de legislatura sin demasiados contratiempos, más allá de lo estético, afianzando cada una de sus medidas con una mayoría sólida y reiterada en el tiempo, tanto la crisis ucraniana como la negociación por la reforma laboral evidencian que los bloques se han vuelto más líquidos en este nuevo año político. Y no es la primera vez, ya que tanto con la Ley de Vivienda como con el bono de ayudas al alquiler joven se han vivido momentos de acusaciones cruzadas que complican la convivencia entre habituales.

También en la derecha se han producido momentos de tensión por lo exterior. El propio Pablo Casado, líder del PP, ha reprochado a Vox su perfil bajo con la crisis en Ucrania, demandando a los de Abascal una mayor presencia y subrayando que existen cuestiones básicas que diferencian a su formación de la ultraderecha, como es la configuración de la Unión Europea o la gestión de los fondos europeos. Motivado por el silencio de Vox, el líder de la oposición se ha preguntado qué aportan el partido de Santiago Abascal y Ciudadanos que no defiendan los populares. Sobre los naranjas, Casado se ha mostrado prudente y no ha querido dar por muerto a los liberales, pero sí les ha acusado de “no ser útiles a sus votantes”.

Tanto PP como Ciudadanos han tendido la mano al Gobierno para afianzar la posición española en la OTAN, hacer lo necesario en el conflicto y “cumplir con sus obligaciones si es necesario un despliegue militar para garantizar la paz en Europa”. Casado, no obstante, ha lanzado dos preguntas a Pedro Sánchez instándole a apartarse de sus socios en este tema: “¿Quién manda? ¿Usted o Yolanda Díaz? ¿Quién manda en la gobernabilidad de España, usted o Pablo Iglesias?".

Es en la izquierda donde Pedro Sánchez encuentra mayores obstáculos de plantearse un hipotético conflicto armado en la zona. Tanto Podemos como los nacionalistas mostraron sus cartas el pasado viernes, cuando, en el movimiento más significativo adoptado hasta el momento por el bloque, firmaron un manifiesto conjunto contra el envío de tropas y para decir no a la guerra. En el documento, se insta al Gobierno a cumplir con siete requisitos: una desescalada en las tensiones, más esfuerzo diplomático, defender la soberanía de los pueblos, que Ucrania no entre en la OTAN, defender los Derechos Humanos, aprender de los centros de cultura de paz y las organizaciones feministas y trabajar de forma decidida hacia una transición energética real.

Sin acuerdo por la reforma laboral

Si la escalada de las tensiones en materia geopolítica está provocando un distanciamiento del PSOE con sus socios tradicionales, la votación de la reforma laboral, que tendrá lugar en menos de dos semanas, tampoco está encarrilada. Son muchos los grupos del bloque de la investidura que se niegan a aceptar las reglas fijadas en la mesa de diálogo social. Piden más ambición, menos apego a la patronal y medidas concretas si quieren su aprobación en el Congreso. Frente a ellos, Antonio Garamendi, que recuerda que si se cambia una sola coma del documento se verán obligados a abandonar el acuerdo.

Con este clima inestable de fondo, es Ciudadanos quien está obteniendo el protagonismo deseado. Los de Inés Arrimadas se han mostrado dispuestos a apoyar la nueva reforma laboral, medida estrella de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, y alejar así la posibilidad de que se incluyan las peticiones de los nacionalistas. Sin embargo, es la propia Díaz quien no ve con buenos ojos que sean los naranjas quienes, con sus votos, hagan factible su negociación. La ministra, pues, queda en la encrucijada de no cambiar nada, mantener a la patronal -como ella quiere- y tener que tragar con el sapo de Ciudadanos –algo que no desea-; o ceder ante las pretensiones de ERC y EH Bildu y sacar del acuerdo a la patronal –rompiendo así su regla de obtener todos los agentes sociales-.

Tras reunirse con Garamendi, el presidente de ATA, Lorenzo Amor, y la presidenta de la Fundación CEOE, la exministra 'popular' Fátima Báñez, la propia Arrimadas ha defendido este lunes "un frente común" para "frenarle los pies al separatismo", ante la posibilidad de que los socios del Gobierno logren cambios en la reforma, algo que ve como "una amenaza".

La presidenta de Cs ha esgrimido que existe "una suma alternativa" para sacar adelante la convalidación del decreto ley con la reforma laboral en la Cámara Baja, si bien no ha explicado qué apoyos pueden bastarle al Gobierno si, además de PP y Vox, también se posicionan contra el decreto ley formaciones como ERC, el PNV y EH Bildu.