Hoy se cumplen cuatro años de la moción de censura del PSOE a Mariano Rajoy que apartó a la derecha del gobierno y lo sustituyó por uno progresista encabezado por Pedro Sánchez. Varias fueron las anécdotas de ese día histórico. Una de las escenas más sonadas fue la del bolso de la exvicepresidenta del Gobierno. Soraya Sáenz de Santamaría, ante la ausencia prolongada del presidente de Gobierno, dejó en el asiento de Rajoy su bolso.

No fue poco el tiempo que Rajoy estuvo fuera del hemiciclo y de las propias dependencias del Congreso de los Diputados. Incomprensible ante la relevancia histórica del momento. Incluso en las filas del grupo parlamentario del PP se instaló la incredulidad y la perplejidad de ver un bolso y no al presidente.

Llegada ya la noche se supo dónde estuvo y qué hizo Rajoy durante esas ocho horas, seguramente amargas para él y su grupo de confianza y más cercano que le acompañó. El gallego censurado pasó desde las dos de la tarde hasta las diez de la noche con algunos de sus ministros casi emboscados, amurallado y encerrado a cal y canto en un restaurante muy cercano al Congreso, a escasos diez minutos caminando. Se trata de restaurante el Arahy de la madrileña calle Alcalá. Allí, el presidente instaló su cuartel general y tras desaparecer a la hora de comer del Congreso, solo salió para irse a su casa a las diez de la noche.

La comida se prolongó con una larga sobremesa que, más allá de los postres, continuó con dos botellas de whisky. Algunos medios, enterados del “refugio” en el que se enclaustró Rajo y su equipo, telefonearon al establecimiento sin recibir información alguna ya que quien cogía el teléfono repetía que cumplían la orden de no dar “ninguna información sobre el tema”.

El Arahy es un restaurante muy prestigiado cuyo chef es José Ynglada, dueño del establecimiento y amigo personal de Mariano Rajoy. Anteriormente se denominaba Club 31, un enclave de lujo y selecto con clientes habituales como Camilo José Cela y Marina Castaño. Aunque tiene una amplia y muy buena carta, su especialidades son el atún y la carne de vaca gallega, productos muy apreciados por un gallego de buen “saque” como Rajoy que eligió un especial salón privado para el enclave gastronómico político de ocho horas.

Mientras esto ocurría un amplio número de periodistas, cadenas de televisión, radios y periódicos comenzaron a agolparse en la puerta del El Arahy, sin recibir datos de lo que dentro estaba sucediendo y con numerosas especulaciones flotando en el ambiente.

¿Qué comió y qué bebió Rajoy en esas 8 horas?

Posteriormente, se conoció el “menú” que alivió la amargura de ese día aciago para el presidente del PP. Su amigo, el propietario del restaurante, preparó unos platos muy del gusto y apreciados por Rajoy. En concreto hubo unos primeros platos de entrada. Entre otros se sabe que dio buena cuenta de un salmorejo cremoso y unas anchoas de Santoña. El segundo plato fue un buen y gran solomillo de vaca gallega. Toda esta espléndida comida fue regada por unos buenos vinos. Se supone que estos caldos animarían a debatir y analizar sobre el presente y el futuro tanto de Rajoy como de los ministros que le acompañaban al ágape. Y para culminar la comida, proseguir la larga sobremesa y animar más el análisis en profundidad, dos botellas de buen whisky.

¿Qué provocó que Rajoy se ausentara esas cruciales ocho horas en Arahy mientras que la Cámara Baja debatía su final político? Pues sencillamente el presidente ya contaba antes de irse al restaurante con los datos sobre el sentido de voto de los grupos parlamentarios. No le salían las cuentas sobre todo tras conocer que el PNV se sumaba a la moción de censura. Sabedor de que estaba todo perdido, Rajoy no quiso exponerse al vapuleo de las intervenciones de los diputados que apoyaron la moción. Ciertamente el reglamento del Congreso no le obligaba a ello. Por eso, tras comenzar la sesión de tarde Rajoy decidió no volver al Congreso.

Y ya no saldría hasta que se hizo bien de noche. La paradoja de esa comida más larga sobremesa y charla: mientras España estaba pendiente del futuro político de la nación, Rajoy se bebía unos whiskys, se fumaba varios puros habanos tras una opípara comida y salía escoltado directamente para el coche con destino a su casa.