“¿Qué va a hacer el Partido Popular (PP)? ¿Va a utilizar este cambio histórico para reconciliarse con los trabajadores, dado que sus votantes también quieren la reducción, o va a cometer el mismo error que cometió con la reforma laboral?”. Esta es la pregunta que ponía este martes sobre la mesa la ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, durante la rueda de prensa posterior a Consejo de Ministros que había dado luz verde al anteproyecto de ley para la reducción de la jornada laboral hasta las 37,5 horas, sin merma salarial.
Los desacuerdos experimentados en el seno del Gobierno se han solventado y, con la coalición un poco más unida, todos los ojos miran al Congreso de los Diputados. Allí llegará el texto, sujeto a la vía de urgencia, ya entrada la primavera y se enfrentarán muchos trámites parlamentarios. Sin embargo, lo importante durante todo ese proceso estará entre bambalinas, donde los negociadores de los principales partidos negociarán su posición. El Ejecutivo no cuenta con mayoría y necesita que ceda Junts per Catalunya o los de Alberto Núñez Feijóo.
La campaña para presionar a las derechas nacionalistas, española y catalana, ya ha comenzado y la coalición, encarnada en esta cuestión por Díaz, ha optado por la carta social. "Cuando una medida está ganada en la calle es muy difícil buscar razones para tumbarla", ha trasladado la vicepresidenta segunda. Es más, ha recordado que el propio PP ya se abstuvo la última vez que este debate se dio en la Cámara Baja, tras el debate de una proposición no de ley de Sumar. Esta posición sería suficiente para reducir los tiempos de trabajo.
La titular de trabajo busca poner así a Feijóo entre la espada y la pared con lo que considera "un gran debate”, pues “demoscópicamente sus votantes son trabajadores y también pueden verse beneficiados por la reducción de la jornada laboral". No obstante, más allá de poder compartir más o menos la política, los conservadores no parecen muy por la labor de ponérselo fácil al Gobierno y el posicionamiento contrario de la patronal, defendido férreamente por Antonio Garamendi, puede servir como cuerda a huida para un PP que necesita poder explicar su negativa.
“La reforma laboral salió por el voto errado de un diputado de PP y me quede sorprendida porque no entendía cómo una cosa tan importante puede ser tratada así por las formaciones políticas”, ha ahondado este miércoles la vicepresidenta, reclamando a Feijóo durante una entrevista en Ondacero que “no cometa el mismo error”. “Vamos a un debate muy interesante que en la calle ya está ganado”, ha proseguido, “y que en el anterior debate solamente votó en contra la extrema derecha”.
¿Qué hará Junts?
Dos de cada tres trabajadores, según las estadísticas de las que dispone la vicepresidenta segunda, estarían a favor de aprobar la reducción de jornada. Pero no todo son trabajadores y el otro actor relevante de este culebrón, Junts, suele ubicarse con la minoría empresarial. Los de Carles Puigdemont están jugando a otra cosa, intentando no dejar morir un proceso independentista que ni les da los votos suficientes ni ha conseguido todavía que su líder deje de hablar vía plasma, pero sin el cuál no tendrían mucho más sentido de existencia.
La naturaleza original de lo que fuera Convergencia, una representación de la burguesía y el tejido empresarial catalán, tampoco ayuda de cara a que puedan apoyar la reducción de jornada. Foment del Treball, patronal catalana, se posiciona junto con la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) en el no y aprovechará su enorme peso en la derecha catalana. Una reivindicación independentista sin ninguna relación con la materia laboral parece ser lo único que pueda mover a Junts y que, de plantearse aprobar la reducción de jornada, previsiblemente exigirán.
Sin embargo, la ministra de Trabajo opta por confiar y quitar valor al peso de la organización empresarial en la derecha catalana. “A Foment del Treball le gusta decir que domina los siete escaños de Junts, pero, como hemos visto en anteriores votaciones, no es así”, ha trasladado. Asimismo, ha reconocido que ha “hablado con Puigdemont” y conversa con él “con frecuencia”, mientras su equipo se encuentra ya negociando con el del expresident.
Lo verdaderamente importante de estas negociaciones llega ahora y la máxima defensora de la reducción de jornada ha reconocido que le “gustaría" encontrarse "esa Cataluña que es moderna, la que cuenta con más del 30% de los convenios por debajo de las 37,5 horas, la mediana ya situada en esa cifra, que es europeísta y moderna”, ha zanjado Díaz. El juego de negociaciones ha comenzado y, con las piezas colocadas, los negociadores del Gobierno tendrán un par de meses, a priori, para alcanzar una nueva victoria o saborear otra derrota.