El Partido Popular quiere escarmentar de la experiencia y evitar que se repita lo que le sucedió en las elecciones generales, cuando se pensaron ganadores y el PSOE les terminó comiendo la tostada, a menos en cuestión de pactos y, en definitiva, alcanzando la Moncloa. Lo repitió la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, desde la Plaza de Callao este jueves con una consigna clara y un aviso para navegantes: no cometer los mismos errores que en aquellos comicios.

Los de Feijóo veían una victoria segura para el próximo domingo, pero el temor se ha ido apoderando de ellos con el paso de los días. El miedo de los ‘populares’ pasa por dos frentes: la posibilidad de remontada del PSOE y una para nada descabellada posibilidad atendiendo a la teoría de que Vox le reste demasiados votos. La fuerza de la ultraderecha en estos comicios es evidente. De hecho, los partidos apelan a ese crecimiento reaccionario que en Europa se aprecia más por cuestiones como la migración: la izquierda, como dique de contención; la derecha de Estado, como única alternativa a las fuerzas progresistas.

En este mapa, todos los grupos, el que más y el que menos, habla en clave nacional (Amnistía, Begoña Gómez, etc), como si lo del domingo fuera la antesala a lo que pudiere asentar las bases de lo que ocurriera en nuestro país cuando los ciudadanos voten para escoger a su Gobierno. En el presente baile, el PP es el que parece tener más miedo a que algo salga mal. A que las cosas no terminen como ellos quieren.  A que Vox le adelante por un lado y los socialistas le alcance por el otro.

Apelación al voto útil: del “desempate” con el PSOE al ‘barrido’ barrio a barrio

Hace mucho tiempo que cada vez que los españoles acuden a las urnas muchos lo hacen sin la convicción que supone sentirse identificado con un político o las siglas que representa. La actual es en muchas ocasiones una política de bloques en la que uno escoge a X para que no salga Y; y viceversa. Los electores lo hacen y los partidos lo saben, también los ‘populares’, que se pensaban -otra vez- vencedores hace unas semanas, pero parecen no tenerlo tan claro en los últimos días.

Feijóo no hace más que repetir que la papeleta de Dolors Montserrat es la única válida y responsable para frenar al sanchismo mientras trata de escapar a las fauces de Vox con quien, por otra parte, nunca ha tenido problemas en pactar. En cualquier caso, el nerviosismo está quedando patente en los últimos actos de campaña donde el PP no sale a arrasar, ni siquiera a ganar jugando bien, sino a vencer por la mínima y colgarse del larguero. Algo que, según los conservadores, sería más propio del Manual de Resistencia de Sánchez que de un partido que hace poco ruido porque, cuando uno pasa desapercibido, se mete en el bolsillo la primera victoria.

Y precisamente desapercibido no es la palabra que haya acompañado al gallego en los últimos días. Especialista en pisar charcos a final de las campañas, Feijóo empezó abriendo la puerta a Meloni para dejársela entornada Puigdemont; y está terminando por llamar al “desempate”. “Desempata, tu voto es la respuesta”, escribían desde Génova 13 en X, antiguo Twitter.  Por lo tanto; primer punto: romper tablas con el PSOE.

Segundo punto, llevar a cabo un ‘barrido’ barrio a barrio, ciudad a ciudad y pueblo a pueblo, según el propio partido, para captar el voto de la ultraderecha. Así lo señalan fuentes de Génova, que cuentan que están mandando mensajes a los posibles votantes de su formación para movilizarlos en cada zona, convenciendo a quienes se habían escorado más a la derecha de que el cambio real pasa por ellos y no por los Jorge Buxadé.

Tercer punto, apelar de igual forma al voto de centro izquierda que está desencantado con las políticas del actual Ejecutivo. Para ello, el PP ha fijado una postura clara sobre una persona concreta: Begoña Gómez. De esta manera, los ‘populares’ agitan constantemete el fantasma de la Fiscalía Europea sobre los contratos de la mujer del presidente o la llamada por parte del juez Juan Carlos Peinado, que llegaba a cinco días de las elecciones.

Con este planteamiento, los de Feijóo no dan un voto por perdido y se centran en los “dudosos” y “abstencionistas”; a sabiendas de que ellos y el otro principal partido de España tienen una expectativa de movilización de voto parecida, según el CIS. Y en ese horizonte existe cierto reparo a que el PSOE sí cumpla el movilizar a su electorado o posible electorado, y el votante Génova eche el freno. Claro, que si los estudios de José Félix Tezanos siempre han sido considerados poco menos que el brazo electoral de Sánchez por la derecha, parece claro que algo más de caso hacen a Narciso Michavila, presidente de GAD3, quien en las últimas horas ha emplazado a “no descartar la posibilidad de que una remontada del PSOE le dé la victoria a Sánchez”. En fin, todavía hay tiempo -no demasiado- para que cada partido termine de jugar sus cartas, pero el miedo siempre fue mal compañero de viaje.