Cayetana Álvarez de Toledo campa a sus anchas por el Partido Popular. Esta semana ha sido un claro ejemplo de ello. Es un verso libre y lo ha demostrado con sus ataques a La Sexta y a la libertad de expresión. Algunos compañeros de su partido han salido en tromba a censurar sus palabras menos uno, el más importante. Pablo Casado ha guardado silencio. Un mutismo que constata el vasto influjo de un resucitado José María Aznar.

El fin de Mariano Rajoy, allá por junio de 2018, y la victoria de Pablo Casado certificaron la defunción del Partido Popular más moderado. La formación de la gaviota volvería a sus orígenes de la mano de uno de los pupilos avezados del que fuera predecesor del expresidente del Gobierno. Nada más y nada menos que José María Aznar.

El exjefe del Ejecutivo desde 1996 hasta 2004 se había convertido en persona non grata en Génova. De hecho, él mismo fue el que rompió con un Mariano Rajoy que, a su juicio, guiaba al partido hacia una deriva inasumible para su conservadurismo. La moderación y la calma reinantes en el PP durante 14 años, se evaporaron en un microsegundo.

Desde el ascenso de Casado, José María Aznar se ha asomado más de una vez a la actualidad del Partido Popular. Es un secreto a voces que Cayetana Álvarez de Toledo, enemiga acérrima de Rajoy, es una designación ‘sugerida’ por el predecesor del expresidente gallego. La actual portavoz de los conservadores en la Cámara Baja abandonó el partido, hastiada de la deriva comedida del PP.

Aznar resucitó la figura de la férrea Álvarez de Toledo y las de otros tantos compañeros de viaje en el pasado. Y Casado no podía sino hacerle caso a su tan admirado mentor. La brillante idea dejó a la hispano-argentina como cabeza de lista del PP por Barcelona a las elecciones generales del 28A, las mismas que se tradujeron en el peor resultado del partido.

La ciudadanía castigó rechazó con creces el retorno del aznarismo. Tanto es así que Casado pegó otro volantazo, escondió como pudo a su mesías y se presentó a la repetición electoral del pasado noviembre con un mensaje más centrado. Sin embargo, la esquirla de Álvarez de Toledo no la extirpó y, a sabiendas del daño que produce su volubilidad, la mantuvo como portavoz de su grupo parlamentario.

La crisis de la ‘Marquesa’

De nuevo, el Partido Popular viró, desquiciados por el incendio que constantemente aviva Álvarez de Toledo con más gasolina. Esta semana, la portavoz conservadora tuvo la brillante idea de atacar a La Sexta por “hacer negocio mientras erosiona la democracia”. Los medios de comunicación salieron en tromba – incluido La Razón -, al igual que muchos compañeros de su partido como Alberto Núñez Feijóo o Cuca Gamarra.

Pero no ha salido el que tenía que salir, por mucho que los periodistas lo han intentado. A Pablo Casado se le ha preguntado constantemente durante esta semana por la enésima salida de tono de una subordinada a la que no puede controlar y que cada vez se encuentra más aislada por sus propios colegas.

Un silencio cómplice

El regente de Génova no ha dicho ni una sola palabra sobre Cayetana Álvarez de Toledo y su crítica a La Sexta. Ni ha ratificado ni ha rechazado los estrépitos lamentos de su portavoz parlamentaria. Esta oda al mutismo ha puesto en evidencia la alargada mano de José María Aznar.

Casado no se atreve a contradecir a su Maestro. Al menos públicamente. Su silencio no es sino el resultado de un rompecabezas. Si critica a Álvarez de Toledo, enfurecería al resucitado Aznar. Si la respalda, se armaría el Belén en el seno de Génova y colocaría al Partido Popular como una formación que se salta a la torera la libertad de expresión y prensa.

Un dilema que es el fruto de no frenar los deseos de José María Aznar por imponer sus ideales, de permitirle hacer y deshacer a su antojo y, sobre todo, de no querer enfrentarse al que fue su principal valedor en la carrera hacia el estrellato genovés. Ahora, Casado calla, capeando el temporal como puede y con su partido echándosele encima por los desaires de Álvarez de Toledo. El poder de Aznar crece y crece.