De la Junta Directiva realizada este martes por el PP en el Hotel Eurostars Madrid Power de la capital han salido dos cosas claras: la fecha del congreso extraordinario, fijado con carácter de urgencia para el próximo 1 y 2 de abril en Sevilla, y la idea de que la próxima etapa debe ser liderada por el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, quien, a base de mayorías absolutas, se ha ganado el derecho de ser aupado por aclamación de los barones y los máximos dirigentes del partido. Organigrama y calendario dispuestos sobre la mesa, el reto pendiente para el PP de cara a tener opciones en un ciclo electoral en el que deberá reinventarse en apenas año y medio es configurar su hoja de ruta, su política de pactos y su posición en el tablero de la guerra cultural que tantas veces ha sido debatida en la formación.

Este debate, que no será sencillo por las dos almas que cohabitan en la misma estructura, ya ha sido motivo de discordia en anteriores congresos del partido. Caído José María Aznar, Mariano Rajoy ya debió ganarse el puesto frente a las críticas de María San Gil, líder del PP en el País Vasco, fiel defensora del aznarismo y madre política de dirigentes como el actual líder de Vox, Santiago Abascal. Posteriormente, tras la moción de censura que acabó con la carrera política del expresidente Rajoy, estas dos vertientes ideológicas del partido volvieron a combatir por hacerse con el trono del partido: por un lado, Soraya Sáenz de Santamaría, quien pretendía continuar con el rumbo de su predecesor y mantener el perfil moderado que primaba en aquel momento; frente a ella, María Dolores de Cospedal, quien sería capital cediendo sus votos a un Pablo Casado que en ningún momento estaba entre los aspirantes con mayor proyección según las quinielas.

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Esta vez parece que el nombre del trono está claro. Sin embargo, Núñez Feijóo no tendrá fácil mantener el perfil de líder moderado defensor de la exclusión de la extrema derecha que tanto éxito le ha dado en Galicia. Santiago de Compostela no es Madrid, y las encuestas no hacen presagiar un cambio de ciclo electoral en el que el PP pueda gobernar en solitario sin los necesarios votos de Santiago Abascal. La política de pactos ya está siendo una tortura en Castilla y León, donde Alfonso Fernández Mañueco, fruto de su corto resultado y de un adelanto electoral que le mandataron los hoy líderes caídos, se ve en la encrucijada de asumir que dirigentes de Vox integren su Gobierno regional o, por el contrario, volver a las urnas, ya que en ningún momento se valora la opción de aceptar el guante propuesto por el propio Pedro Sánchez y acabar con todos los acuerdos territoriales que sustentan sus mayorías en regiones como Murcia, Andalucía o Madrid. 

Los primeros avisos sobre la hoja de ruta que deberá fijarse en el congreso extraordinario ya han sido realizados a las puertas de la Junta Directiva celebrada este martes. Cayetana Álvarez de Toledo, quien junto a Isabel Díaz Ayuso ha abanderado las peticiones de dimisión a Pablo Casado y Teodoro García Egea, ha indicado que es necesario replantear el modo de combatir “la guerra cultural” con la izquierda, añadiendo que es vital implantar un modelo de pactos y de discursos en el que no importe lo que opine el adversario. "¿Qué alternativa ofrecemos a los españoles? ¿Cuál es nuestro proyecto? ¿Qué somos y qué defendemos?", ha preguntado la exportavoz del PP en el Congreso de los Diputados. Para Álvarez de Toledo, el gran problema que persigue a la marca es la “desorientación ideológica”, algo que es necesario corregir librando una batalla de las ideas frente a "la alianza reaccionaria del nacionalismo y la izquierda".

La dirigente ha exhortado a "dejar claro" que el PP "no va a derivar hacia una coalición de partidos regionales en la que cada territorio tenga un discurso propio". Y es que considera que esta es la "mejor manera de defender la España constitucional, que es la suma de 47 millones de ciudadanos soberanos, no un Frankestein territorial". "Para confederaciones, el sanchismo", ha sentenciado la exportavoz.

Ayuso no pisa el freno en el velatorio de Casado 

El todavía líder del PP, que cederá el testigo en el congreso de Sevilla sin oponer resistencia, tal y como le hicieron firmar por escrito los barones territoriales, ha dado comienzo a la Junta Directiva de este martes con un discurso en el que se ha lamentado por el trato recibido: “No lo merecía”, ha explicado, indicando que se irá “sin rencores”, aportando en lo necesario para el correcto funcionamiento del partido en la etapa que se abre y con un proyecto que, a su juicio, seguro que podrán aprovechar los dirigentes que tomen el relevo. 

Sin embargo, y pese a que Casado se ha despedido sin reproches de gran calibre, algo que temían internamente -la retransmisión de su discurso incluso se previó realizar a puerta cerrada, sin señal para los medios de comunicación-, Isabel Díaz Ayuso, gran valedora del cambio orgánico tras acusar a Génova de orquestar una trama de espionaje en su contra, ha querido hacer sangre y someter a la dirección saliente al mal trago de asumir las consecuencias de poner su proyecto y su forma de operar en la diana de la corrupción, algo que, a su juicio, está empañando las labores que sigue realizando la Comunidad de Madrid. 

Ayuso, de hecho, ha llegado a pedir que se investigue quiénes son los autores de la campaña en su contra para que sean expulsados, ya que, a su juicio, “no existen las heridas cerradas en falso”: "Lo que no sé es cuántas Ritas Barberá quiere dejar este partido más en la cuneta y cómo pretender el respeto de los ciudadanos cuando no lo tenemos ni con los nuestros", ha lamentado la madrileña. “Nunca había visto estas prácticas y no creo en las heridas cerradas en falso. Y por eso, lo que sí que pido es que todo el que haya formado parte de esta campaña sea puesto de inmediato en la calle", ha proseguido, añadiendo que su situación ahora “está en manos del PSOE” y en los tiempos que marque el socialismo para dar carpetazo a una causa judicial que ya está siendo investigada por la Fiscalía

"Esto es muy difícil de asimilar. Y si seguimos aquí muchos, yo la primera, lo hago porque lo merecen nuestros votantes a los que tantas veces se olvida y por cierto, a quienes les debemos todo. Tuve que hacer de tripas corazón en la convención de Valencia, en el congreso de Andalucía, en el de Castilla y León y en sus elecciones, o en el cónclave de Castilla-La Mancha", ha sentenciado.