El viernes 18 de febrero fue el principio del fin de Pablo Casado como presidente del Partido Popular. Ese mismo día, a las 09:00, Carlos Herrera le daba los buenos días desde el estudio de la Cadena COPE. El líder de la oposición abría paulatinamente la caja de Pandora a cada palabra que pronunciaba, desatando las iras de Isabel Díaz Ayuso y su comandante, Miguel Ángel Rodríguez, que ya preparaban el contraataque. Génova claudicó y ofreció a Sol el adelanto del Congreso del PP de Madrid para el “mismo lunes” a cambio de sellar, por fin, la paz, según desvela El Mundo. Pero la jugada no salió como planearon.

“La comisión es de un importe relevante como para pensar que ha habido tráfico de influencias”. Una sentencia en forma de arma, pero de doble filo, que acabó con su autor en cuidados intensivos y al borde de la desconexión. De hecho, para culminar su señalamiento, agregó que amén de la presunta “ilegalidad”, la cuestión es si “es entendible que el 1 de abril de 2020, cuando morían en España 700 personas, se pueda contratar con tu hermana y recibir 300.000 por vender mascarillas”. El movimiento que el estratega Rodríguez esperaba para poner en marcha su maquinaria y destruir al presidente de todo un partido.

De hecho, Ayuso no tardó en responder a la maniobra del líder supremo conservador. Replicó a su jefe también en COPE y preparó una comparecencia institucional para dar cuenta de que el cobro de Tomás Díaz Ayuso fue de 55.850 euros, además de apostillar que, al contrario de la versión aireada por Génova, no se trataba de una comisión por la obtención del contrato, sino como contraprestación a los servicios prestados a la empresa adjudicataria.

La rendición de Génova

En esa misma tarde, después del gambito del tándem Ayuso-Rodríguez, Casado, agonizante en su trono, llamó a su otrora amiga para resolver la situación. Pero en Sol ya olían la sangre y la sed de venganza se había sobredimensionado. El líder de la oposición quería negociar y puso sobre la mesa, según El Mundo, el cierre del expediente informativo que la cúpula del PP había abierto sobre ella. A cambio, la presidenta madrileña debía asegurar por escrito que no existió el intento de espionaje.

La jefa del Ejecutivo regional negó la primera intentona de Casado. Desesperado, según el citado medio, el presidente del PP se valió de lo que había roto las relaciones entre ambos. Le ofreció convocar el lunes el Congreso del Partido Popular de Madrid. Génova ya había claudicado tras el cuerpo a cuerpo con Ayuso. La lideresa volvió a rechazar la oferta, pese a que era su exigencia desde hacía meses. A pesar de todo, su examigo aceptó el archivo del expediente informativo.