Ciudadanos está al borde del precipicio, lindando con una desaparición que se precipita cada vez a mayor velocidad. La moción de censura de Murcia  y la sucesiva reacción de Isabel Díaz Ayuso en Madrid han puesto a Inés Arrimadas y su entorno contra las cuerdas. La Guerra Civil ha estallado y su principal consecuencia es la huida de miembros de la cuerda de Albert Rivera, como Fran Hervías o Toni Cantó. Ahora quedan en el aire varias cuestiones por resolver. ¿Será suficiente la salida del riverismo para obrar el milagro de la salvación? ¿O es el certificado firmado de su muerte?

Las lecturas que se pueden extraer de la crisis de Ciudadanos son diversas y una de ellas pasa por este alud de fugas que se están precipitando y cuyo cese no se divisa en lontananza. Entre las más sonadas están las salidas de Fran Hervías y de Toni Cantó. El primero intercedió en Murcia para torpedear la moción de censura en Murcia en pos de la lucha antisanchista. El premio de su traición, integrarse en el Partido Popular para trabajar junto a su ‘nuevo amigo’, Teodoro García Egea.

El camino que tomará Toni Cantó aún es una incógnita. Si bien es cierto que en el PP, tal y como han reconocido a ElPlural.com, no descartan su fichaje, el destino final del ex de Ciudadanos aún es una incógnita. El intérprete y expolítico – de momento – sí ha anunciado que presentará batalla en redes y medios de comunicación contra el PSOE, amén de postularse como invitado estrella a los mítines electorales de Ayuso, dando otro paso más en su presumible camino hacia el Partido Popular.

El ya ex coordinador de Ciudadanos, Toni Cantó, tras la reunión de la Ejecutiva. EP.
Toni Cantó anuncia su dimisión tras su abrupta salida de la Ejecutiva de Ciudadanos. Europa Press

A Cantó y a Hervías se le han sumado varios nombres como el más reciente de Pablo Cambronero, quien, por cierto, no renuncia a su acta de diputado. También los de Marta Marbán y Sergio Brabezo entre otros. Este último, de hecho, encendió el ventilador en su lacrimógena carta de despedida acusando a Ignacio Aguado de gestar una moción de censura contra Ayuso y presionar a sus diputados a apoyarla para evitar el adelanto electoral. Nada más lejos de la realidad, según fuentes.

El nexo común de todos ellos es Albert Rivera, como también es la explicación de los escombros que otrora edificaron con lustre la fachada de un partido que amenazó al bipartidismo. Es el peso que desequilibra la espalda de Inés Arrimadas y de Ciudadanos, el que le hace tambalearse y le impide avanzar en la reconstrucción.

 La purga indirecta del ala riverista permitirá a la líder moverse en un terreno libre de fantasmas del pasado y, sobre todo, de fuego ‘amigo’

La herencia de Rivera es un lastre para Arrimadas y dentro de ella se enmarcaban quienes han salido por peteneras de Alcalá 253 y quienes quedan aún por esfumarse. A nadie debería sorprender si los que se fueron y los que se irán engordan las listas del Partido Popular para el 4M o se les introduce en el organigrama genovés.

El quid de la cuestión es el impacto que este goteo de salidas tendrá sobre las cenizas naranjas. ¿Será, al fin, el momento idóneo para una reconstrucción? A nivel interno, Arrimadas afronta una etapa nueva en su partido. La purga indirecta del ala riverista permitirá a la líder moverse en un terreno libre de fantasmas del pasado y, sobre todo, de fuego ‘amigo’.

Es la oportunidad de oro para sentar las bases de lo que será Ciudadanos en el futuro, de sacudirse la pesada carga hereditaria y remodelar la fachada, de unir y remar en la misma dirección. Un tiempo nuevo para implantar las ideas que traería consigo su liderazgo. Sin duda alguna, será una estrategia sin el lastre de las críticas autodestructivas.

Ahora bien, el común de los mortales, alejados del cuitas internas, encajará esta remodelación forzosa de una manera bien distinta con la que Arrimadas tendrá que presentar batalla desde el argumentario. Tiene ante sí la compleja empresa de borrar del imaginario colectivo la mácula de debilidad que las fugas han dejado en su partido.

Arrimadas y la nueva Ejecutiva caminan sobre la cuerda floja y lo hacen sin protección. El más mínimo error de cálculo martilleará los clavos del ataúd liberal. Revertir la herencia envenenada de Rivera, contando ya con la losa de las elecciones catalanas o la fallida moción en Murcia, será un ascenso al Alpe D’Huez con las piernas agarrotadas. La vertiginosidad de la política española podría ser un aliado. O no…