Este miércoles, Alberto Núñez Feijóo, líder del Partido Popular (PP), se presentó en el Congreso de los Diputados sin sus características gafas, sorprendiendo a muchos en la sesión de control. El cambio en su imagen, que rápidamente llamó la atención de los presentes, tiene una explicación médica.

Según fuentes del PP consultadas por la Cadena SER, la ausencia de las gafas de Feijóo se debe a las secuelas de un desprendimiento de retina que sufrió el pasado mes de julio. El político gallego tuvo que ser sometido a una intervención quirúrgica en el Instituto Oftalmológico Fernández-Vega, en Oviedo, para tratar la afección ocular. Tras la operación, Feijóo recibió el alta médica dos semanas después.

No obstante, el problema no terminó ahí. Posteriormente, Feijóo presentó complicaciones relacionadas con el vítreo, una sustancia gelatinosa que se encuentra entre la retina y el cristalino en la parte posterior del ojo. Estas dificultades oculares adicionales le llevaron a ser intervenido de nuevo, lo que derivó en una notable mejoría en su visión. Como resultado de estas intervenciones, ya no necesita utilizar gafas como antes, algo que podría marcar un cambio permanente en su imagen pública.

Este cambio de look podría ser definitivo, según se desprende de las declaraciones de sus allegados, quienes no descartan que el líder del PP continúe apareciendo sin gafas en sus próximas intervenciones públicas, marcando un antes y un después en su estilo habitual.

La importancia de la imagen de un líder

En el ajedrez político contemporáneo, la imagen de un líder político es una pieza clave en el tablero electoral. La percepción pública de un candidato puede influir significativamente en la decisión de los votantes, convirtiéndose en un factor tan determinante como las propuestas políticas o la experiencia. En este contexto, los asesores de imagen emergen como estrategas esenciales, cuya labor es esculpir y pulir la presentación pública del político para conectar efectivamente con el electorado.

La imagen de un líder político trasciende la mera apariencia física; es un compendio de comunicación no verbal, postura, vestimenta, y hasta la gestualidad, que debe resonar con los valores y expectativas de los votantes. Un apretón de manos firme, una sonrisa genuina, o una mirada empática pueden transmitir confianza y cercanía, mientras que un descuido en estos detalles puede generar desconfianza o percepciones negativas.

Los asesores de imagen son los arquitectos detrás de la escena, analizando tendencias, demografías y la psicología del votante para asesorar al político en cada paso. Ellos diseñan estrategias de vestuario que proyecten autoridad sin distanciamiento, preparan discursos que destaquen la pasión por servir sin caer en la demagogia, y entrenan en el arte de la oratoria para asegurar que cada mensaje llegue con claridad y convicción.

La importancia de la imagen en política se ha intensificado en la era digital, donde las redes sociales y los medios de comunicación masivos amplifican cada gesto y palabra. Un error puede volverse viral y dañar irreparablemente la imagen de un candidato, mientras que una campaña de imagen bien ejecutada puede elevar su perfil y atraer a votantes indecisos.

El equilibrio entre autenticidad y estrategia

Sin embargo, en el complejo mundo de la política, la autenticidad y la estrategia a menudo se encuentran en una danza delicada. Los líderes políticos deben ser genuinos y cercanos para ganarse la confianza de los votantes, pero también deben ser estratégicos en su presentación para maximizar su atractivo electoral. Aquí es donde entra en juego el papel crucial de los asesores de imagen.

La autenticidad es un activo valioso. Los votantes, máxime en un momento como este en el que los mensajes apolíticos abundan, anhelan líderes que se sientan reales, que compartan sus preocupaciones y que muestren empatía. Sin embargo, la autenticidad no significa revelar cada pensamiento o emoción en público. Los asesores de imagen trabajan con los políticos para identificar los aspectos de su personalidad que pueden conectarse con el electorado sin comprometer su credibilidad. ¿Cuándo es apropiado mostrar vulnerabilidad? ¿Cómo equilibrar la franqueza con la prudencia? Estas son preguntas que los asesores de imagen ayudan a responder.

La estrategia, por otro lado, implica la construcción consciente de una imagen pública. Los políticos deben considerar su audiencia y adaptar su comunicación en consecuencia. Un líder carismático puede ser más efectivo en un mitin, mientras que un tono más serio podría ser necesario en una entrevista televisiva. Los asesores de imagen estudian las tendencias y los datos demográficos para diseñar estrategias que resalten los puntos fuertes del político y minimicen sus debilidades.

El equilibrio entre autenticidad y estrategia es un acto de malabarismo. Un político demasiado calculador puede parecer falso, mientras que uno demasiado sincero puede ser percibido como ingenuo. Los asesores de imagen trabajan para encontrar ese punto dulce: una presentación que sea auténtica pero también efectiva. Esto implica entrenamiento en comunicación, manejo de crisis y desarrollo de habilidades de presentación.

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