De estar sentenciado a rozar – aún queda abierto el frente electoral de Madrid - la hipertrofia muscular. Así ha transcurrido la vida de Pablo Casado en algo más de un mes. Las elecciones catalanas y las mociones de censura en Murcia certificaban su muerte como líder del PP. El trabajo de Teodoro García Egea en su región ha insuflado aire a los maltrechos pulmones de su líder, que aprovecha esta situación para lucir musculatura mientras en la Audiencia Nacional se juzga la Caja B.

El juicio se ha retomado este martes y contará con las declaraciones de María Dolores de Cospedal, Javier Arenas y Francisco Álvarez Cascos como aperitivo antes del plato fuerte del miércoles, cuando testificarán los expresidentes José María Aznar y Mariano Rajoy.

Casado, tras el batacazo en Cataluña, quiso dejar patente que ni él ni su equipo tenían nada que ver con la contabilidad B del partido. En su afán por desligarse de la “herencia recibida” en materia de corrupción, el líder del Partido Popular ha buscado el foco mediático para, así, desviarlo de la Audiencia Nacional.

En las horas previas a las comparecencias de Aznar y Rajoy en el juicio de la Caja B del Partido Popular, Casado ha optado por reunir a su Junta Directiva Nacional de la formación, máximo órgano de decisión entre congresos conformado por más de 400 cargos. El mensaje de Casado es cristalino: todos los dirigentes que desfilarán – algunos telemáticamente – por la Audiencia Nacional, no tienen cabida en la cúpula de Génova. No obstante, existen dos salvedades con nombres propios. Pío García Escudero y Javier Arenas, que prestan declaración este martes, sí están integrados en ella.

Luz ‘verde’ a la reunificación

De cara al cónclave de altos cargos conservadores, el líder del Partido Popular buscará el apoyo para pasar de nivel en su plan de “reconstrucción del centro derecha” que Casado anhela desde que derrotó a Cospedal en las primarias. La estrategia dio sus primeros frutos la pasada semana, cuando se inició la fuga de cargos de Ciudadanos hacia Génova tras la fallida moción de censura presentada en Murcia por los liberales bajo el paraguas del PSOE.

Los trabajos de Teodoro García Egea para proteger el Gobierno de la Región de Murcia y el adelanto electoral, en modo de vendetta hacia sus socios liberales, de Isabel Díaz Ayuso en Madrid no han tenido una calurosa acogida en ciertos sectores de las baronías conservadoras.

Desmarques de Feijóo y Moreno Bonilla

De hecho, tanto Alberto Núñez Feijóo como Juan Manuel Moreno Bonilla, según recoge eldiario.es, se han mostrado críticos con estos movimientos de su formación. Estas maniobras han supuesto la inclusión de miembros de Vox en el gabinete de Fernando López Miras como recompensa por su negativa a la moción. Una línea roja inquebrantable para ambos.

Esto explica que Casado ponga toda la carne en el asador en el cónclave para atraer a los dos barones críticos con esta estrategia y convencerles de que es el único camino viable a la “reunificación” del espacio.

Tanto el presidente gallego como el andaluz amagaron con desmarcarse de la estrategia que preparaba su partido para Murcia y Madrid. Incluso Moreno Bonilla se comprometió con su socio de Gobierno, Juan Marín (Ciudadanos), a no aceptar ni favorecer a tránsfugas y evitar, de este modo, la fuga que tuvo lugar en Murcia.

En la misma línea del jefe del Ejecutivo andaluz se encuentra su homólogo en Galicia. Feijóo es uno de los críticos más activos de la estrategia de Pablo Casado debido a su perfil más moderado. Pese a que acabó aceptando gato por liebre, el presidente de la Xunta abogó por una hora de ruta menos agresiva que la planteada desde Génova.

Feijóo defendió rebajar el tono de crispación con Ciudadanos para escenificar un acercamiento más sosegado y menos guerracivilista. Sí reclamó a los naranjas que retiraran la moción, e incluso pidió “reconstruir la confianza destruida”, pero se negó a aceptar la virulencia de la OPA esbozada en Madrid. Además, también vendió cara su piel en cuanto al adelanto electoral de Ayuso y se resistió a respaldarla.