Mucho ha llovido desde que en octubre de 2016 Pedro Sánchez anunciara a través de las redes sociales su intención de subirse al Peugeot 407 para “recorrer España y escuchar”. Su firmeza en el ‘no es no’ acabó con un joven líder dándose a la fuga por la puerta de atrás de Ferraz, maltratado por los barones y expulsado por el recuento de una urna colocada estratégicamente tras un biombo en una noche muy larga para el socialismo. Cinco años después de su viaje, poco o nada queda de ese hombre derrotado.
Si el 2020 se podría considerar como el año del renacimiento de Sánchez, el 2021 ha sido el de su confirmación. El presidente del Ejecutivo central no solo ha conseguido sobrevivir a una pandemia sin precedentes –gracias fundamentalmente a una campaña de vacunación sin parangón en Europa-, sino que lo ha hecho ganándose por el camino el favor de sus socios de Gobierno. Ya no es que Sánchez descanse tranquilo por las noches con Unidas Podemos en el Ejecutivo, es que lo hace a pierna suelta.
Pese a los constantes choques entre PSOE y Unidas Podemos –pugnas más simbólicas que ideológicas-, el Gobierno de coalición ha conseguido este año sacar adelante medidas vitales para la viabilidad de la legislatura como la Ley de Vivienda, la subida del SMI, los Presupuestos Generales del Estado, la reforma laboral y, la joya de la corona, los fondos europeos.
Todo ello mientras que el Partido Popular, los mismos que bautizaron al nuevo Ejecutivo de “Gobierno Frankenstein” pese a que las únicas regiones que han acabado erosionando han sido precisamente las de la dupla PP y Cs, se encuentra inmerso en una crisis interna con un Pablo Casado más discutido que nunca por el liderazgo, cada vez más creciente, de Isabel Díaz Ayuso.
Sin embargo, no todo son buenas noticias para Sánchez: el precio de la luz y su continua escalada se ha perpetrado en los últimos meses como el principal quebradero de cabeza del Gobierno, sin que de momento hayan encontrado una fórmula fiable para hallar la solución, más allá del álgebra argumental de Sánchez en su balance anual del año para comparar el precio con el de 2018.
El año en el que Sánchez se hizo con el control del PSOE
Si el balance de puertas para fuera es positivo, de puertas para dentro la situación no puede ser mejor para el dirigente socialista. Este 2021 Sánchez ha conseguido hacerse con el control del PSOE, un hito que no habían logrado ninguno de sus antecesores en el cargo. Un dominio que quedó más que patente en el 40º Congreso Federal de los socialistas, celebrado en Valencia a mediados de octubre, en el que Sánchez se dio un baño de masas y no dejó de recibir elogios por parte tanto de los ex secretarios generales del PSOE (Joaquín Almunia, Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero), como de los barones socialistas, ya sin Susana Díaz como principal adversaria.
Especialmente destacables fueron las palabras de estos últimos. "El PSOE llega a este partido unido y esta batalla ya no hay que darla en el Congreso Federal", expresó Javier Lambán (Aragón). "Los datos avalan a Pedro Sánchez", continuó María Chivite (Navarra). “El de 2017 fue el Congreso de la reconstrucción y este es el de la unidad. Y yo diría más, es el Congreso de la esperanza”, continuó Adrián Barbón (Asturias). "Ya tocaba después de los dos últimos, que fueron agitados. La organización merecía llevarse un respiro", añadió Guillermo Fernández Vara (Extremadura). “Este lo es [el Congreso de la unidad], pero no sabemos lo que pasará dentro de cuatro años”, advirtió Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha). "En el pasado se cometieron muchos errores", sentenció Ximo Puig (Comunitat Valenciana).
Un mensaje unánime que acababa con los congresos federales en los que las enmiendas se discutían a altas horas, de madrugada, en habitaciones de hotel convertidas en campo de batalla; congresos federales en las que los corrillos no hacían presagiar nada bueno; congresos federales en los que surgían más liderazgos de los que realmente se estaban refrendando; congresos federales en los que, sencillamente, el PSOE era un polvorín. El de Valencia, el de 2021, fue para la fiesta. Paella gigante, música a tope en cuanto acababan las charlas perfectamente organizadas para evitar sobresaltos inesperados, abrazos compartidos y gritos de “presidente” a un líder que en no más de media hora ventiló su discurso tras dos días en los que se dedicó a posar, dar apretones de manos y recrearse frente a la impotencia de quienes, otrora, lo habían retado.
Aquel espectáculo orgánico se producía poco después del momento más simbólico del año político de Sánchez. El 10 de julio España amanecía con una profunda remodelación en el Ejecutivo que el presidente socialista defendía señalando que comenzaba una nueva fase de “recuperación”, una vez que la campaña de vacunación iba cumpliendo con sus plazos. Una serie de cambios que sorprendía a propios y extraños, y no era para menos, puesto que arrasaban por el camino con Carmen Calvo, José Luis Ábalos e Iván Redondo, hasta entonces personas de máxima confianza del presidente. “Una vez superada la peor parte de la pandemia el Gobierno estará centrado en la recuperación económica y la creación de empleo”, justificaba Sánchez.
Hay quienes apreciaron en este movimiento del tablero la última prueba del poder interno de un presidente sin escrúpulos, capaz de asesinar políticamente a sus más allegados utilizándolos incluso, hasta el último momento, para cargarse a sus compañeros sin saber que ellos también formarían parte de la purga. Otros solo indicaron que era un paso natural, una estrategia más de los mil que Pedro Sánchez guarda en su manual de resistencia. Al fin y al cabo, a quién sorprendía algo así de quien decidió ganar las elecciones en Cataluña descabezando el Ministerio de Sanidad de un día para otro.
2022 empezará sin grandes retos para Pedro Sánchez, al margen del precio de la luz, y todo hace indicar que esta segunda fase de la legislatura servirá para que todos los cambios realizados acrediten resultados de cara a 2023. La coalición goza de buena salud, no se espera adelanto electoral y en Ferraz muestran tranquilidad. Siendo Sánchez el protagonista de este balance, habrá que ver si el año acaba tan plácidamente como se prevé.