El busto de Manuel Azaña ha sido trasladado al vestíbulo de la Segunda Ampliación del Congreso de los Diputados, para ser expuesta en el lugar que ocupaba la efigie de Ernest Lluch, el exministro del PSOE asesinado por ETA. Esta estatua, a su vez, ha sido desplazada unos metros, sin salir de la sala.

“Un mínimo de cortesía”
La maniobra ha pillado por “sorpresa” a los socialistas, cuya representante en la Mesa del Congreso, Teresa Cunilla, ha asegurado que el tema no fue tratado en la reunión del pasado martes. Cunilla ha reconocido que el PP tiene mayoría absoluta y podría hacer cuanto quisiera, pero eso no debe ser un "impedimento" para que el grupo mayoritario actúe con un "mínimo de cortesía".

El PSOE toma nota
"Además del cambio de sitio de la estatua de Azaña, nos hubiera gustado que nos hubieran comunicado la decisión de desplazar también la estatua de Lluch para, cómo mínimo, poder dar nuestra opinión", se ha quejado la diputada, quien ha avisado de que los socialistas "toman nota" de que ésta “va a ser la manera de trabajar” del PP.

Adiós al sitio distinguido
Según Cunillera, la actividad de Azaña como presidente de la República "tiene poco que ver con el edificio de ampliación" donde se le ha colocado. En la inauguración del busto, José Bono aseguró que en el Vestíbulo de Isabel II, Azaña “está en su sitio, que es el mejor sitio”. La estatua fue un regalo de Izquierda Republicana, partido fundado por el representado y que ahora se integra en IU. El diputado de esta formación, Gaspar Llamazares, también destacó que la efigie se colocase “en un lugar muy digno del Congreso”.

Nuevo exilio
Sin embargo, ambos alertaron de posibles intentonas por desplazarle. Bono dijo que “no tendría ningún sentido exiliar otra vez a Azaña por los motivos que se quisiesen inventar”. Por su parte, Llamazares manifestó su convicción de que “nadie va a modificar esa decisión” porque “todos los españoles” coincidirían con ella. Se equivocaban. El PP ha tardado 24 días en volver a esconder a Azaña.