El Gobierno de la Comunidad de Madrid, a través de la consejería de Sanidad, mantuvo contactos con Rusia a fin y efecto de explorar la comercialización y distribución en España de la vacuna Sputnik V. El consejero Enrique Ruiz Escudero llegó a mantener una reunión el pasado 11 de febrero, cita a la que le sucedieron otros dos encuentros con representantes de la vacuna rusa para “explorar el mercado internacional y tener todas las posibilidades abiertas en el futuro en la lucha contra la pandemia”. Isabel Díaz Ayuso justifica que el objetivo era “facilitar un preacuerdo beneficioso” a la espera de su aprobación por la Agencia Europea del Medicamento (EMA). No obstante, la presidenta regional no hizo sino desautorizar precisamente a la EMA y a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, pues no se puede comercializar con fármacos no aprobados por estos organismos en la UE.

Caprichos del destino, estas informaciones trascienden tras las críticas cosechadas por Ayuso por haber cerrado los centros de salud durante la Semana Santa, ya que pese al acopio de suministros de Pfizer y AstraZeneca, el Gobierno madrileño únicamente mantuvo abiertos dos puntos de vacunación masiva: el Wanda Metropolitano y el Hospital Enfermera Isabel Zendal, donde se registraron colas kilométricas.

Ante el retraso evidente del plan de vacunación, el gesto de acercamiento de Ayuso a Rusia se percibe como un intento desesperado por avanzar y cumplir los objetivos, pero la otra lectura, quizá más certera, es que la dirigente del PP ha desautorizado a la UE saltándose todos los pasos habidos y por haber.

La Agencia Europea del Medicamento aún no ha aprobado la Sputnik V, que actualmente se encuentra en estado de revisión, por lo que se espera que pronto la Unión Europea autorice su comercialización.

La Sputnik V, llamada así por el primer satélite espacial lanzado por la URSS en 1957, fue desarrollada por el Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología Gamaleya. Se registró en Rusia el pasado 11 de agosto, siendo la primera vacuna contra el Covid-19 a nivel mundial. 

Vladimir Putin se apresuró a comunicar sus avances tras trascender los halagüeños datos de Pfizer. La premura y el hecho de que Rusia aprobara su comercialización antes de que se iniciaran los ensayos clínicos de la fase 3 generaron todo tipo de dudas.

La EMA no había participado en ningún momento en el proceso de evaluación y dado que los únicos resultados conocidos eran los publicados en la revista The Lancet con únicamente 31.000 voluntarios de Rusia y Bielorrusia las reticencias eran notables. La comunidad científica miraba con vacilación pese a que el resultado probó una eficacia del 91,6%.

Apenas había datos científicos hasta que, otra vez en The Lancet, se publicaron unos resultados sorprendentes que comenzaron a generar un mayor aura de confianza.

Ayuso se alinea con la extrema derecha euroescéptica 

En la actualidad, hay 40 países que han autorizado la Sputnik V para su comercialización. La mayoría son de América Latina, África y exrepúblicas soviéticas. Argentina, Bolivia, Serbia, Argelia, Palestina, Venezuela, Paraguay, Turkmenistán, Hungría, Eslovaquia, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Túnez, Armenia, México, Nicaragua, el Líbano, Birmania, Pakistán, Baréin, Montenegro, Kazajistán, Uzbekistán, Moldavia, Egipto, Angola, Honduras y Guatemala, entre otros.

Lo que sorprende es que países pertenecientes a la UE hayan comenzado a distribuir las dosis. El ultra Viktor Orbán, primer ministro de Hungría, fue el primero en autorizar por la vía de emergencia la vacuna rusa. Le han seguido Eslovaquia y República Checa.

Cabe destacar que los países de la UE tienen la potestad de aprobar medicamentos en casos de urgencia. Este no es el caso de España, que no ha dado el paso. En consecuencia, Ayuso se ha alineado a los ultras euroescépticos, pasando por encima del Gobierno de España y de la UE.