En tiempos ásperos, un vídeo de 22 segundos bastó para que millones de personas volvieran a sonreír. El 25 de septiembre de 2020, Nathan Apodaca -obrero de almacén en Idaho Falls, de ascendencia mexicana por parte de padre y arapaho del Norte por parte de madre- se grabó camino al trabajo sobre una longboard, bebiendo directamente de una botella de Ocean Spray Cran-Raspberry y sincronizando los labios con Dreams, el clásico de 1977 de Fleetwood Mac. Su coche se había quedado sin batería; él, en lugar de enfadarse, decidió “rodar” y compartir el momento. El clip se convirtió en el emblema global del “good vibes only” pandémico. La madre de todas las cifras llegó enseguida: Dreams firmó su mayor semana de ‘streaming’ en EE UU, y volvió a las listas de medio mundo.

El impacto en los ránquines fue tan rotundo como inusual para un tema con cuatro décadas: Dreams reentró en el Billboard Hot 100 en el nº21 (lista del 17 de octubre de 2020) y al poco escaló al nº12, el mejor registro del grupo desde 1988. El álbum Rumours también regresó al top 10 del Billboard 200 (nº7). Entre ambos hitos, la canción alcanzó 8,47 millones de escuchas en una semana en EE UU, un récord histórico para la banda en plena fiebre TikTok.

La ola cultural fue inmediata. Mick Fleetwood abrió una cuenta en TikTok solo para recrear la escena —skate, sonrisa y zumo incluidos— y después se sumó Stevie Nicks con su propio guiño al reto #DreamsChallenge. “Nos encanta esto”, escribió la banda al compartir el vídeo original. La cadena de homenajes ilustró el poder de una imagen amable en un año dominado por la ansiedad. Incluso publicaciones de cultura y tecnología leyeron el fenómeno como un estallido de nostalgia reconfortante en plena pandemia.

Para Ocean Spray, el viral fue marketing no planificado con recompensa a la autenticidad. A los pocos días, la cooperativa sorprendió a Apodaca con una pick-up roja cargada de botellas de arándano (y un baño de notoriedad publicitaria difícil de comprar). Él devolvió el gesto recreando el vídeo, esta vez desde el nuevo vehículo. La marca, mientras tanto, capitalizaba con campañas y piezas que encadenaron varias semanas de conversación.

También cambió la vida de Nathan. Con las donaciones de seguidores, pasó de vivir en una autocaravana sin agua corriente a comprar una casa para su familia en Idaho Falls. Luego llegaron las colaboraciones: desde un reto para la Super Bowl con Ocean Spray hasta acuerdos con marcas tecnológicas y de ‘longboard’. En 2022, incluso dio el salto a la actuación con un papel en la serie Reservation Dogs (FX on Hulu), producida por Taika Waititi y Sterlin Harjo.

La historia posviral no fue lineal. En enero de 2021 fue invitado al “Parade Across America” de la toma de posesión de Joe Biden, otro indicio de hasta dónde había llegado su popularidad transversal. A finales de 2022 afrontó un episodio menos amable: una detención por posesión de marihuana en Idaho —uno de los estados con leyes más restrictivas del país en materia de cannabis— de la que salió con dos cargos menores y libertad bajo fianza. El propio Apodaca encajó el golpe y siguió trabajando mientras su figura se consolidaba como personaje pop.

El resto es historia pop. En una semana en la que todo parecía ir cuesta arriba, un hombre con sudadera, longboard y cran-raspberry nos recordó que la cultura también cura. Reavivó la carrera de un clásico, dio trabajo a su protagonista y dejó un repertorio de imágenes que siguen circulando en aniversarios y recopilatorios. Si alguna vez dudamos del alcance de un teléfono y una idea sencilla, ahí está Nathan Apodaca para recordarnos que, a veces, la música —y una botella fría— bastan para inclinar el ánimo del mundo.

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