Dominic Richard Harrison (Doncaster, 1997), conocido como Yungblud encarna una de las metamorfosis más llamativas del rock británico reciente: de outsider hiperquinético a líder de masas que ha hecho de la diferencia una bandera. Su proyecto, más que un alias, funciona como consigna colectiva (“YUNGBLUD is not me, it is us”) y explica por qué su música se ha convertido en refugio, altavoz y catalizador de multitudes. A los 27, con una estética abiertamente andrógina, la inmediatez del pop y el desgarro guitarrero del punk, el músico británico ha encontrado una fórmula que no renuncia a la consigna ni al estribillo. Este otoño España tendrá su dosis en directo: sábado 11 de octubre, Palacio Vistalegre, 21:00, única fecha en el país.

La biografía de YUNGBLUD se cuenta en clave de fricción con la norma. Nieto de un músico que colaboró con T. Rex, Harrison creció entre guitarras y sensación de extrañeza en South Yorkshire. A los 16 dejó los estudios para probar suerte en Londres y en 2018 irrumpió con un EP homónimo seguido por su primer largo, 21st Century Liability, un manifiesto de urgencia juvenil y conciencia social que mezclaba ritmos urbanos, riffs afilados y letras sobre salud mental, consentimiento y pertenencia. Aquella ópera prima, publicada el 6 de julio de 2018, consolidó un vocabulario propio y un club de fans -el Black Hearts Club- que se reconocía en la vulnerabilidad como fuerza.

La confirmación llegó dos años después con Weird! (2020), disco de pop punk expansivo, lanzado en plena pandemia, que debutó directamente en el Nº1 de la lista oficial británica con 39.000 unidades en su primera semana. Allí estaban Cotton Candy, Mars o Strawberry Lipstick, canciones que capturaron la euforia y el vértigo de una generación asediada por la ansiedad pero obstinada en bailar sus rarezas. Ese liderazgo de listas, reforzado por una presencia escénica volcánica y un contacto casi militante con su comunidad, elevó a Harrison de promesa a fenómeno pop-rock.

En 2022 redobló la apuesta con un álbum homónimo, YUNGBLUD, que volvió a coronar las listas del Reino Unido y afianzó su papel de frontman con vocación de estadio. The Funeral y Memories (junto a Willow) marcaron la tónica: más músculo de producción, más gancho melódico y un repertorio hecho para corearse sin perder filo. Ese segundo Nº1 consecutivo confirmaba que no estábamos ante un fogonazo aislado.

El capítulo más reciente se titula Idols (2025), cuarto álbum de estudio y ambición conceptual: un doble proyecto en dos partes que Harrison concibió a fuego lento entre 2021 y 2025, grabado en Leeds para reconectar con sus raíces. Publicado el 20 de junio, Idols sumó el tercer Nº1 consecutivo del artista en la Official Charts y abrió etapa con el single de nueve minutos Hello Heaven, Hello, seguido por Lovesick Lullaby y Zombie. La propuesta, más amplia en arreglos y temática -identidad, adicción, resiliencia y el juego de espejos entre artista y fan-, muestra a un YUNGBLUD que quiere disputar el canon desde la contemporaneidad.

Tras una actuación conjunta en los MTV VMAs 2025 en tributo a Ozzy Osbourne, YUNGBLUD y Aerosmith anunciaron un EP conjunto, One More Time, con el single My Only Angel como carta de presentación y lanzamiento previsto para el 21 de noviembre. La colaboración, con Steven Tyler y Joe Perry al frente, funciona como puente entre herencias del rock clásico y la urgencia del nuevo pop alternativo, y confirma a Yungblud como una figura capaz de moverse sin complejos entre décadas y públicos.

La parada madrileña llega, además, en un momento particularmente dulce. Con Idols todavía fresco y la colaboración con Aerosmith en la rampa de salida, la fecha del 11 de octubre en el Palacio Vistalegre se perfila como una de las noches de la temporada. El show está anunciado para las 21:00 y centraliza la atención de su base española, que suele responder con entradas agotadas y gargantas al límite. Para quien vaya tachando canciones del setlist, la apuesta razonable es un repaso transversal de hits -Loner, Parents, Die for the Hype, Cotton Candy, Mars- junto con los nuevos picos de Idols. Y nadie descartaría algún guiño a ese puente con el rock clásico que ha abierto My Only Angel.

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