El misterioso asesinato de unos niños entre dos épocas no muy lejanas, el pasado traumático de la protagonista, la Galicia rural y mitológica y una investigación periodística y policial que firma un “pacto de silencio” en una comunidad hermética son los ingredientes de Nada que perder (Editorial Planeta), la nueva novela de Susana Fortes, invitan al lector a sumergirse en una lectura amena e intrigante.

La escritora española -natural de Pontevedra, con una larga trayectoria en varios medios de comunicación y con varios premios literarios- desgrana las claves de su nueva novela en conversaciones con ElPlural.com.

PREGUNTA: Susana, su novela es un thriller en estado puro y me gustaría saber cómo se compone una novela así, un puzle con unas piezas difíciles de descifrar

RESPUESTA: La intriga, que es el componente fuerte, en realidad es un factor que tiene que estar en todas las novelas, sea del tema que sea, ciencia ficción o novela romántica. Si no hay intriga, no hay novela, porque la intriga es lo que te mueve la curiosidad, lo que te despierta las ganas de saber más.

A mí como lectora, me gusta que además de la intriga del qué pasó, cuándo y del cómo, que haya ese factor de pasión, de emoción, de interés y amor por los personajes por lo que les pueda pasar u ocurrir. Entonces, cuando se une el thriller, la intriga y ese factor de los personajes, surge ese poder maravilloso de los libros. Esa emoción es la que yo he querido transmitir.

P: Parte de los protagonistas son niños y me llama mucho la atención que diferencias el mundo infantil, de cómo piensan y actúan los niños, del adulto.

R: Claro, porque la historia transcurre en dos momentos. Los hechos suceden en el verano del 79, cuando ocurre algo tremendo y luego nos trasladamos a 25 años después. En ese verano del 79 desaparecen dos niños y una niña, esta es encontrada a la mañana siguiente, pero los niños no. 25 años después, Blanca, que es la protagonista y es la que cuenta la historia en primera persona, recibe una llamada de un periodista que le dice que aparecieron unos restos óseos de niños en un yacimiento arqueológico, en unas ruinas.

Eso la deja en shock porque ella ha tratado de silenciar la voz de esa niña que sobrevivió a lo que sucedió, fuera lo que fuese. Esos son los dos planos temporales, el año 79 y 2004.

La novela trata de perder, pero también de cómo nos las apañamos para salir adelante


P: La novela se vuelve a ambientar en Galicia, que es un escenario que ya ha utilizado en otras de sus novelas. ¿Qué tiene esta tierra para atrapar tanto?

R: Por una parte, el paisaje, el escenario es imponente. Esto ocurre en una zona de frontera entre Galicia y Portugal, en el estuario del río Miño. En las fronteras siempre pasan cosas y, además, es una costa atlántica, con muchos entrantes, salientes, corrientes, islotes, escondrijos. Por eso, la novela también es una manera de ir entrando y saliendo, de ir recorriendo escondrijos, de ir descubriendo algo a lo que no es posible llegar en una línea recta, a lo que hay que ir dando un rodeo.

En ese sentido, el entorno y el paisaje de Galicia me venía muy bien porque me parecía el lugar idóneo porque es una historia que tiene ese punto muy atlántico.

P: También llama la atención el título del libro, Nada que perder. ¿Qué significa dentro del contexto de la novela?

R: El título viene de un poema que a mí me gusta mucho de Elisabeth Bishop, que es El arte de perder. Ella dice algo que empezamos a perder desde muy pronto, casi desde que nacemos: perdemos cosas, perdemos juguetes, perdemos lugares, perdemos personas queridas, perdemos la inocencia, perdemos la infancia, perdemos un reino que nos ha pertenecido. Pero, si es la vida, de alguna forma hay que acostumbrarse. De eso va la vida y de eso trata la novela, de perder, pero también de cómo nos las apañamos para salir adelante.

P: También hay otros aspectos de la novela que me gustaría destacar, como el tratamiento que hacer de los medios de comunicación a la hora de abordar un tema tan delicado como es un asesinato de unos niños y también con de uno de los protagonistas, Luis Lobo, que es periodista, que está investigando todo el caso. ¿Cómo lo ha abordado?

R: Es un poco para marcar una diferencia, porque casi todas las novelas y todos los thrillers son un poco policiales. Siempre hay un policía, un detective o un guardia civil, pero en este caso me gustaba darle el protagonismo a un periodista local, un periodista de calle. El periodismo de investigación me interesa pues es un mundo que yo conozco mejor que nadie. 

Me gustaba dar en ese punto también porque es un caso que estaba prescrito hace 25 años, pues la policía o la guardia civil no se iba a ocupar de él y esta obsesión del periodista que persigue, que va preguntando, va atando cabos, haciendo entrevistas y que va desenredando la madeja me daba mucho juego.

En los universos cerrados puede pasar de todo


P: En segundo lugar, también se habla mucho, también con lo que hemos hablado antes de Galicia, de esa comunidad profunda, costumbres que ya están arraigadas en los vecinos, en el entorno rural. Dices que hay como un “pacto de silencio” en la localidad donde ocurre el asesinato, donde sus gentes no dan pistas sobre lo que pudo pasar en el caso y aísla un poco a la protagonista.

R: En todos los universos cerrados, sea un pueblo pequeño o una familia entre cuatro paredes, puede pasar de todo. Esos universos cerrados donde todo el mundo se conoce, donde todo el mundo sabe quién es quién, donde los trapos sucios se lavan en casa y donde esa especie de pacto de silencio, desde el punto de vista narrativo, da muchísimo juego, me permiten hacer que el lector vaya atando cabos por su cuenta, no por lo que yo digo, sino por cómo hablan los personajes, por lo que dicen, que vaya estableciendo sus sospechas, sus apuestas, sus preocupaciones. Es una forma de implicar al lector en una lectura activa de la novela.

P: Un aspecto más es que haces referencia a la mitología de Galicia, que es muy rica y está muy arraigada, pero, por desgracia, no se conoce mucho a nivel nacional.

R: En Galicia hay un culto a los antepasados muy fuerte, los restos óseos que aparecen en el yacimiento de Santa Tecla, un poblado prerománico, aparecen en la novela. Esas tradiciones perviven sobre el sustrato del cristianismo y las costumbres cristianas superpuestas. Ese miedo a los muertos, a la Santa Compaña, ese culto a los antepasados también existe en otras muchas tradiciones y se van transmitiendo de forma oral. Están presentes en la novela y están presentes también en la trama porque aparecen algunos elementos que no quiero desvelar, pero aparecen en el lugar donde aparecen los restos óseos, son una especie de ofrendas votivas que tienen un sentido que hay que interpretar. La mitología también es un aspecto de la trama.

P: Teniendo en cuenta todos los elementos que acabamos de analizar, ¿qué sentimientos espera que los lectores tengan al leer la novela?

R: Que la lean, que entren en la novela. Para mí, conseguir que el lector se interese en la trama, que pase las páginas, que sienta el interés y el amor por los personajes, por lo que les pueda pasar u ocurrir y que hagan sus propias cábalas. Que disfruten de ella como yo he disfrutado escribiéndola.