Bardelás (Vigo, 1967), además de editora, es doctora en Filosofía, escritora, traductora y profesora de Creación Literaria. En esta entrevista deja claro que lo suyo no es entretener al lector sino conmocionarlo con libros que planteen otras posibilidades. Para ello argumenta que “La literatura aumenta la conciencia, no da recetas”.

Edgar Borges: -Todo proyecto surge de una necesidad, ¿cuál fue la de De Conatus?
Silvia Bardelás: - Nos parecía que, por exigencias del mercado, las nuevas voces, la literatura más experimental, no tenía espacio. Tampoco nos interesaba el experimento por el experimento, sino que buscábamos autores comprometidos con la búsqueda de las lógicas de la condición humana, autores críticos con nuestro momento. Por otro lado, queríamos crear una comunidad de lectores exigentes que buscaran una experiencia estética en la lectura y no entretenerse o leer lo que ya saben. Nos parecía importante contribuir a que esa comunidad fuera cada vez más amplia.

E.B: - ¿Había demasiado libro de entretenimiento como para que decidieran editar otra clase de obras, o esta intención nace de la manera natural de ustedes entender la literatura?
S.B: - Queríamos crear una editorial que escogiera libros no desde el criterio de qué le gusta el lector, sino desde el criterio de vamos a hacer que el lector se tambalee un poco. Es editar en la cuerda floja, porque no sabemos si los libros van a gustar o no. Antes se editaba así. Es la única manera de que la literatura avance. El libro de entretenimiento es un libro complaciente que no exige nada. El libro que buscamos nosotros es todo lo contrario. 

E.B: -Cuando uno ve la mayoría de literatura que se destaca en los medios, se hace preguntas sobre lo que es o no literatura. Para unas editoras como ustedes, ¿qué es literatura?
S.B: - Un texto literario es un texto que ofrece un punto de vista sobre el mundo en cierta medida novedoso, que busca un narrador para contarlo y que lo muestra con una serie de recursos para ofrecer una experiencia estética al lector.  Si abres muchos libros en la mesa de novedades, verás que el narrador es igual en todos. Digamos que ahí no hay una voz que arranque de una necesidad. Ese puede ser un criterio para valorar literariamente un libro. Obviamente para que eso suceda, el lector tiene que ser capaz de reconocer lo que le pide el narrador. Es muy curioso: un libro tiene que estar muy bien escrito para que el lector pueda crear esa experiencia y a la vez, un libro muy bien escrito necesita de un buen lector para que pueda reconocer lo que le ofrece.

E.B: - ¿Con qué colecciones cuenta la editorial?
S.B: - Una colección de literatura contemporánea, ¿Qué nos contamos hoy?, con autores reconocidos internacionalmente como Jon Fosse, Joshua Cohen, Nathacha Appanah o Percival Everett. Una colección de ensayo ¿Qué nos preocupa hoy? con una autora que está gustando mucho, Suzy Hansen y el año que viene con uno de los filósofos clásicos vivo, Jean-Luc Nancy, que va a reflexionar sobre la fragilidad del mundo, sobre cómo tenemos que vivir bajo ese paraguas a partir de ahora. Y tenemos Cuadernos de lectura creativa con obras cortas de grandes autores y una propuesta de preguntas al texto que sirven para aprender a escribir literariamente.

"Un libro tiene que estar muy bien escrito para que el lector pueda explayar su imaginación"

E.B: - ¿La calidad es ignorada en la actualidad?
S.B: - Más que ignorada, hasta cierto punto es rechazada. Un libro de calidad, es decir, con recursos narrativos que tienen que ser reconocidos en una lectura literaria y no literal, implica tener menos lectores. Hay una manipulación inconsciente del lector en el sector literario haciéndole creer que la literatura es totalmente subjetiva. Y con la contradicción de hacerle ver al mismo tiempo que un libro que gusta a mucha gente es un libro muy bueno. Las listas de los más vendidos se identifican con las listas de los mejores.  El lector es un artista cuando lee y debe ser reconocido como tal. Un libro tiene que estar muy bien escrito para que el lector pueda explayar su imaginación. Ahí radica la importancia de la calidad.

E.B: - El siglo XXI comienza y avanza con la confusión como rutina. Sin embargo, en pocos escenarios se aporta un espacio para el debate y la confrontación de las ideas. ¿Qué ocurre con lo literario en ese sentido?
S.B: - Hay que mantener a la literatura en su espacio, precisamente un espacio libre de ideología, de cualquier ideología. Es el lugar de la crítica, de la mirada que busca aquello que nos hace más humanos precisamente viendo nuestros errores a la hora de organizarnos socialmente. Es el espejo de la vida cotidiana vista desde lo que sentimos como humanos, no desde lo que creemos. La literatura aumenta la conciencia, no da recetas.

E.B: - “El espíritu de las vacas” del escritor portugués Abel Neves es uno de los libros de ustedes que contiene un tema importante para el debate: la naturaleza, el campo. Pero desde una voz muy distinta a lo frecuente. Háblenos de ese libro y si considera que a los libros de De Conatus los identifica el cuestionamiento de una realidad.
S.B: - Dentro de la conversación actual está el tema del campo y la ciudad. Normalmente, los escritores que escriben sobre esto son de ciudad y el campo aparece como un lugar embrutecido o mítico y lleno de tópicos. Abel Neves vive en una especie de cabaña en Trás os montes y se ha desarrollado en la cultura de campo. Y sí, existe una cultura en el ámbito rural, una cultura ancestral que tiene que ver con el desarrollo de la intuición a través de los sentidos, con infinidad de manifestaciones culturales en armonía con los ciclos de la naturaleza o con la capacidad de entender a los animales. El espíritu de las vacas nos recuerda que espíritu no es más que aquello que sentimos cuando conectamos con la vida en un sentido amplio, eso que es común a todos los seres vivos.  La vida del campo tiene sus cosas buenas y malas como la vida de la ciudad. Nos parece fundamental que hable por sí misma. Hay una tradición impresionante de altísima literatura de gente del campo.  Trás os montes es un lugar con muchos ejemplos, como ya ha contado Julio Llamazares.

E.B: - ¿En literatura española qué ofrecen?
S.B: - Por ahora, libros traducidos al castellano de otras lenguas co-oficiales, en este caso el gallego: “Dicen” de Susana Sánchez Arins y “Las Ramonas” de Ana Cabaleiro. Por otro lado, volvemos a llamar la atención sobre la ciencia ficción de Germán Sierra, muy reconocido a nivel internacional y que escribió “El artefacto” en inglés y lo traducimos al castellano. También estamos preparando libros escritos directamente en castellano para el año que viene. Es fundamental encontrar nuevas voces en cualquiera de las lenguas del territorio.

"Lo importante es que los lectores quieran tener la experiencia de leer y la pandemia debería aumentar ese deseo porque hay más necesidad de comprendernos"

E.B: - El mundo editorial ha resistido este año de pandemia de una manera heroica. ¿Cómo se plantean el próximo ante las consecuencias de esta situación?
S.B: - En este sentido no sabemos más que lo que sabe todo el mundo, que hay una adaptación constante a la noticia diaria. Es resistencia, como dices, pero en nuestro caso, ya vivíamos en una resistencia. Lo importante es que los lectores quieran tener la experiencia de leer y la pandemia debería aumentar ese deseo porque hay más necesidad de comprendernos, de tener criterio para tomar decisiones, es decir, de desarrollar nuestro espíritu crítico.

E.B: - ¿Hay vida después del ruido?
S.B: - Hay vida entre el ruido, hay que buscarla para encontrarla. Una editorial es un canal para llegar a lo más vital. Nosotras creemos que el arte busca vitalidad.  Ahora nos vienen muy bien las palabras de Deleuze: “El arte es resistencia ante la sociedad de control”.