Los nombres propios es uno de los títulos que más éxitos cosechó en 2022 y, meses después, Marta Jiménez Serrano (Madrid, 1990) vuelve a apostar por la cotidianidad para presentar No todo el mundo (Editorial Sexto Piso), un libro que se compone de varios relatos sobre las relaciones amorosas de hoy, comprendidas en varias franjas de edad y teniendo como telón de fondo las redes sociales y los lugares comunes de los que se desprende un encanto particular.

Si en su primera novela Jiménez Serrano apostó por mostrar un camino evolutivo desde la infancia hasta la adultez de la protagonista desde el punto de vista de su amiga invisible, ahora, ha querido tirar del juego que ofrecen distintas voces para poder unificar una historia que no trata más que el significado del amor y el desamor, entendido en la ciudad de a pie, en las cosas pequeñas del día, en lo que pasa desapercibido.

'No todo el mundo', de Marta Jiménez Serrano, Editorial Sexto Piso.

Portada de No todo el mundo. (Editorial Sexto Piso).

PREGUNTA (P): Catorce historias sobre cómo se vive el amor hoy en día componen ‘No todo el mundo’, tu segunda novela después del éxito de ‘Los nombres propios’. ¿Por qué hacer este retrato de las relaciones sentimentales y de hacer un ‘mapa’ con distintas voces?

RESPUESTA (R): Es un libro de relatos que me permite poder plantear diferentes puntos de vista, diferentes narradores, diferentes personajes, en vez de plantear un único escenario, narrador o personaje. Me pareció que daba mucho juego y que también hay una cierta diversidad o pluralidad en las relaciones amorosas de hoy que con los relatos queda bien reflejada.

Las relaciones personales tienen justamente esta cosa de los malentendidos, de que la visión de uno y la visión del otro coinciden o no coinciden.

P: ¿Cuál es el punto de partida de la idea?

R: Surge de manera un poco espontánea, porque empiezo a escribir algunos relatos que veo que tienen en común el tono y el hilo conductor, además de porque el tema me interesa, por preguntarme qué es el amor hoy, las relaciones personales de hoy.

Me pregunto qué se mantiene igual que siempre, porque hay cosas que no cambian, si uno lee poemas de Catulo o de Safo se puede seguir sintiendo identificado con el concepto. También, por otro lado, qué es lo específico de hoy, que es lo que sí ha cambiado.

P: ‘No todo el mundo’, ¿de dónde viene el título?

R: Es irónico, hay mucha ironía dentro de los relatos. Hay uno de los personajes, Verónica, que se va autoconvenciendo a sí misma: ‘No todo el mundo le es infiel a su pareja’ o ‘No todo el mundo es así’.

Cuando nos enamoramos y nos desenamoramos nos creemos muy especiales, pero no es verdad, nada más lejos. Decimos que 'nadie se ha enamorado tanto como yo' o 'nadie ha sufrido tanto como yo estoy sufriendo ahora', pero en realidad sí. Es un ‘no todo el mundo’ que es un sí, ‘sí todo el mundo’.

P: No solo evocas a relaciones de gente de 20 años, sino que también aparecen historias de personas de mediana edad.

R: Una de las cosas que están en el imaginario colectivo es que el amor o el enamoramiento es una cosa asociada a la juventud, pero en realidad no, nos enamoramos a cualquier edad y cada vez más, en el sentido de que separarse y volverse a juntar es una cosa totalmente normal y natural, pues a cualquier edad podemos comenzar una relación y enamorarnos.

P: Madrid vuelve a ser el epicentro donde transcurren todas las historias. A pesar de que es un escenario que lo conoce todo el mundo, escoges bares, plazas y otros sitios que escapan de los retratos habituales de la capital y a los que les das un toque especial.  

R: Empecé a escribir el libro poco después de volver a Madrid, después de haber estado varios años viviendo fuera, y, por un lado, es la historia de amor que subyace por debajo de mí y la ciudad. Por otro lado, la gran ciudad que podría ser Madrid o podría ser otra, me servía de escenario un poco como símbolo de esa modernidad, de las relaciones veloces, de un lugar en el que hay mucha gente y pasan muchas cosas y cómo nos enamoramos en un lugar tan moderno.

La gran ciudad es símbolo de relaciones veloces

P: Hablas también mucho de lo cotidiano, un elemento que, hasta hace pocos años, no era nada habitual ver en libros como, por ejemplo, una conversación de WhatsApp. ¿Esta cotidianidad intenta escapar de la densidad de las novelas de antaño?

R: Me interesa muchísimo lo cotidiano, la intimidad y, en ese sentido, soy muy antiépica. A la hora de analizar cómo son realmente nuestras relaciones en el día a día, es como si intentara ponerle a la realidad un microscopio, una lupa y ver cómo es.

La trama de 'chico conoce chica' tiene un problema: no genera conflicto. Es decir, muchas veces hemos hecho que estalle la II Guerra Mundial en medio o que haya un grandísimo problema de clase. Distanciándome de eso, he querido mirar cuáles son los pequeños conflictos, ver que, sino estalla una guerra, qué pasa realmente en una relación.

En la primera historia, los protagonistas dicen, en un momento dado, ‘hasta aquí’, y no se sabe muy bien por qué. Si nos retrotraemos a la historia, se pueden identificar cosas que dejaron de funcionar, pero, al mismo tiempo, siempre queda una parte muy misteriosa de las relaciones amorosas en las que, entendiendo algunas cosas, queda una parte que uno nunca termina de comprender.

P: ¿Se puede definir en una palabra qué es el amor y el desamor?

R: Es justo lo que intento contar en el libro: no hay una palabra, hay varias. Dentro de lo que llamamos amor confluyen la culpa, los celos, las inseguridades, el deseo o la pasión.

Dentro de lo que llamamos desamor, también. No es lo mismo dejar una relación que uno quiere dejar y sentir alivio, que lo dejen a uno y sentir desamparo. Son cosas muy distintas a las que sólo les hemos dado una palabra, pero que hay muchas más dentro.

El 'chico conoce chica' tiene un problema: no genera conflicto

P: Tanto en tu labor como editora como ahora en escritora, siempre has estado ligado al mundo literario. Pero, ¿qué significa para ti?

R: Para mí la literatura es un modo de ver el mundo, de relacionarme con las cosas y poder hacer de esto mi profesión. Es una satisfacción muy grande.

P: La presencia femenina pisa fuerte en la literatura, música y otras artes. Desde que empezaste a escribir, ¿han cambiado tus referentes?

R: Yo tenía una formación muy clásica, desde cervantes hasta Cortázar y la poesía de Machado, pero ahora me decanto por Joan Didion, Alejandro Zambra, Andrés Barba y Eider Rodríguez.

P: ‘Los nombres propios’ fue un gran éxito y, viendo la acogida de ‘No todo el mundo’, podría seguir el mismo camino. ¿Crees que puedes llegar a ser un referente para generaciones futuras?

R: No lo pienso en esos términos., ojalá algún día serlo para alguien. Prefiero ir poco a poco, sobre todo cuando estoy escribiendo me centro en la escritura, que no tiene nada que ver publicar.  

Cuando publico hay una sensación extraña, hay nervios, pero el trabajo ya está hecho, yo solo puedo acompañarlo lo mejor posible. Me emociona mucho emocionar a los lectores. En su momento, no sabía el impacto que podía causar la novela y el hecho de que les haya emocionado, o acompañado, o el haber sentido que entraba a lugares sensibles de esa intimidad, para mí es muy emocionante.