Chantal Maillard, poeta y filósofa española nacida en Bélgica, Premio Nacional de Poesía en 2004 por 'Matar a Platón', y Premio de la Crítica en 2007 por 'Hilos', cuenta con una obra inclasificable. Sus libros, para los lectores hartos del simplismo reinante, representan un divertimento por aquello de que nos imaginamos los dolores de cabeza del mercado a la hora de ubicarlos en un renglón no existente. En este encuentro conversamos con Maillard sobre diversos temas que, como puertas (¿cerradas?, ¿abiertas), permanecen en nuestra rutina. Infancia, vacío, veneno, poesía, filosofía, esperanza, tolerancia, márgenes, silencio, banalización, guerras, genocidios, cambios, tecnología, velocidad, ternura.

Edgar Borges: ¿Con el descubrimiento del yo termina el niño y se acentúa la sombra? 
Chantal Maillard: El yo no es algo que se descubra, es una adherencia que se construye al igual que el aprendizaje del lenguaje.

E.B: ¿A partir de entonces el gozo de la vida es una simulación?
C.M: Las emociones son reacciones a alguna situación. Los sentimientos son emociones cargadas de ideas. Tal como lo entiendo, el gozo no es exactamente ni una emoción ni un sentimiento, es un estado de plenitud. ¿Cómo podría simularse?  

E.B:  La realidad no admite el vacío. La ficción, en cambio, asume, crea y destruye formas a partir de lo inexistente. ¿El miedo al vacío es otra vía de adoctrinamiento?
C.M: Depende de cómo se entienda la “realidad” y el “vacío”. En la cultura china, la (verdadera) realidad es vacío. Pero es un vacío cargado de posibilidad. Fuerzas, energías que forman el universo. La cultura occidental entiende el vacío como carencia. Cuestión de definición. Cuando nos movemos entre conceptos, lo importante es, ante todo, definirlos. De lo contrario surge la confusión y dejamos de entendernos.

E.B: ¿La escritura como mediadora entre el veneno y la vida?
C.M: Veneno / vida no me parece una disyuntiva correcta. La escritura puede simplemente ayudarnos a soportar de algún modo la existencia cuando las condiciones resultan insoportables.  

E.B:  Sus razones para querer Matar a Platón, ¿siguen presentes? 
C.M: En lo que concierne a otorgar más realidad al concepto (o idea) que a lo singular, por supuesto. Lo que ocurre, ocurre en singular, siempre. “La muerte” no es algo que suceda en abstracto, lo que sucede es alguien que está muriendo, o que ha muerto.    

E.B: ¿La poesía sería el fondo de las emociones? 
C.M: No. La poesía es una forma de decir. El estado poético es aquel que nos permite, en ocasiones, llegar a la raíz de alguna emoción.     

E.B: ¿La cultura de la esperanza es una necesidad?
C.M: La esperanza es una estrategia para soportar la continuidad de una situación no deseada. Es un recurso comprensible, pero más inteligente es tratar de cambiar la situación y si no se puede, adaptarse a ella. En otras palabras: no hay esperanza sin deseo. Si eliminamos el deseo, la esperanza está de más.   

E.B: ¿Y la tolerancia sería una falta de comprensión?
C.M: La tolerancia es la generosidad de quien se siente superior.

E.B: ¿Qué hay en los márgenes que ya no sea posible hallar en el centro? 
C.M: Todo, puesto que, por definición, los márgenes no son el centro. 

E.B: ¿El silencio nos sanará la interpretación? 
C.M: Lo malo no son las interpretaciones: nuestros mundos se construyen a partir de sus interpretaciones. Lo malo es creer en ellas. Hace de las interpretaciones verdades. El silencio (que no el simple callar) es una puesta en suspenso de la creencia en nuestras interpretaciones.   

E.B: ¿Existe una banalización de la literatura o todo sigue igual que siempre?
C.M: Hay, como siempre, escrituras válidas y escrituras que no. El problema, cuando la profusión nos invade, es el criterio. La banalización es fruto de una falta de criterio generalizada.

E.B:  La proyección de guerras y genocidios como situaciones extendidas en el tiempo, aparte del daño directo, ¿tienen un fin relacionado con el quiebre de la sensibilidad colectiva?
C.M: Si se refiere a su retransmisión continuada, el quiebre de la sensibilidad colectiva puede tener lugar, en efecto, como un resultado. No me parece que el fin sea ese, salvo que lo que se pretenda sea mantener a la población en una estado de inercia generalizada. Pero ¿sería esto, en cualquier caso, algo conscientemente programado? Y, en tal caso, ¿por quienes?    

E.B: ¿Puede existir una transformación del yo sin pasar por el otro? 
C.M: La identidad es un concepto que pertenece al orden de la diferencia y la refuerza. Hasta que no entendamos hasta qué punto los otros y todo lo otro forma parte de la existencia de cada una de las partes no habremos dado el paso para un mundo mejor.

E.B: Tecnología + velocidad. ¿A dónde nos lleva esta ecuación? 
C.M: La tecnología bien utilizada es sin duda un instrumento valioso, solo que para utilizarla bien hace falta tener espacio para considerar tanto su utilización como sus resultados en un panorama amplio en el que los humanos no sean los únicos beneficiarios. La velocidad, en esto como en la comprensión de uno mismo, es absolutamente contraproducente.  

E.B: ¿Es hoy la ternura un acto de rebelión?
C.M: La ternura es y sigue siendo la capacidad de reconocer en el otro la parte mejor y más inocente de las formas de vida. Es una puerta de entrada a la compasión.