El intenso viaje por las emociones que realiza Ayanta Barilli en su nuevo libro transporta al lector al recuerdo de la viva imagen de los momentos más duros de la pandemia. La escritora y periodista presenta su nuevo libro, Una mujer y dos gatos, en el que evoca a la travesía personal, en paralelo al virus que campaba a sus anchas en el mundo exterior, que tuvo que atravesar para afrontar diversas encrucijadas del día a día, de la vida familiar y la sentimental.

Lo que empezaron siendo unos apuntes diarios plasmando sus pequeñas reflexiones cotidianas se terminó convirtiendo en una alegoría al amor que, a veces, pasa desapercibido. Desde ElPlural.com, hemos hablado con Ayanta Barilli para conocer los detalles de sus nuevas páginas.

Nuevo libro de Ayanta Barilli, 'Una mujer y dos gatos'
Portada de 'Una mujer y dos gatos'. Editorial Planeta.

 

P: Todo empezó con un “dietario” que publicaba en La Retaguardia, en el que relataba sus vivencias durante el confinamiento. ¿Por qué decidió convertirlo en su nuevo libro?

R: En efecto. Mi padre, Fernando Sánchez Dragó, empezó a publicar durante el confinamiento una revista digital, un semanario cultural, que se llamó La Retaguardia y que se publicó solo durante el confinamiento y unos meses después y necesitaba contenidos.

Era una revista en la que colaboraba, empecé a pasarle y a publicar en esta revista las primeras impresiones sobre el confinamiento pero enseguida me di cuenta de que lo que tenía entre las manos era una novela, que además no tenía vocación de ser una crónica del confinamiento ni un diario, ni mucho menos, sino una novela de aventuras en el sentido más clásico del término, por supuesto una aventura moderna, con el telón de fondo de la pandemia y que va mucho más allá de todo ese periodo, en el que se relataba la historia de una mujer, que soy yo, que se ve inmersa en una crisis personal muy grande, que no tiene nada que ver con el confinamiento, porque se acaba de separar, sus hijos se acaban de emancipar y de pronto se ve sola, en casa, acompañada de dos gatos, mientras fuera se desata un pandemónium.

A diferencia de la mayoría de las personas, yo seguí trabajando de un modo presencial en la radio, entonces la sensación no era de encierro en casa, sino de encierro en unas calles desiertas, en un mundo entero que se había quedado desierto, que se había puesto del revés. A partir de ahí me empiezan a suceder una serie de cosas que me hicieron tomar una serie de decisiones, que es la razón por la que defino este personaje, que repito, soy yo, como una desobediente y una mentirosa. 

Cuando uno vive una situación límite como la que hemos vivido hay unas fronteras que son individuales e infranqueables, es decir, si tú cruzas esa frontera te conviertes en una persona que tiene un comportamiento inmoral, una persona inaceptable desde el punto de vista ético. Para mí esa frontera está puesta en dos afectos: hacia la familia y hacia los amigos más íntimos. En un momento en el que hay una persona en mi familia que tiene un problema de salud muy grave me planteo qué decisiones tomar al respecto: quedarme mirando desde la barrera o ir en su ayuda, y decido lo segundo, en la disyuntiva entre el camino de la razón y el camino del corazón, elijo el camino del corazón, aunque sea ilegal.

P: ¿Puede definir su libro en una palabra?

R: No, es muy difícil.

P: Hay muchos tintes políticos durante la narración, con los que suele mostrarse muy en desacuerdo con las medidas aplicadas para contener al virus.

R: Entiendo que la actualidad implica que hablemos de la pandemia, pero realmente no es un libro sobre la pandemia, sino que habla de que en todas circunstancias de la vida hay que mantener una opinión crítica, hay que estar muy atentos a ver qué está sucediendo y mantener tu propia opinión. Esa es la responsabilidad que tenemos hacia nosotros mismos y hacia los demás. 

Me parece que a menudo, como en esta situación o como puede ocurrir en una guerra, hay que intentar no adscribirte al pensamiento único. Yo tengo mi pensamiento y lo expreso, me da igual que sea sobre una pandemia o sobre lo que sea.

P: La desobediencia y la rebeldía son también protagonistas de su historia, y todo vinculado a la pandemia, aunque no sea el centro de la trama. ¿Sigue sacando esa faceta suya a día de hoy?

R: Sí, porque es algo que siempre me ha acompañado, es un aspecto de mi carácter. Hay momentos en que necesito sacarlo más, porque es una defensa de mis derechos, y otros momentos en que queda más adormilado. Últimamente se ha hecho muy presente en mi vida.

P: Hay una lucha constante contra la soledad, tanto la de sus seres queridos y la suya propia

R: La soledad, la mía propia, me parece bien, es una soledad que ha sobrevenido a mi vida y que tiene un punto de liberación, es una soledad muy luminosa y libre, está bien. Pero me preocupa la soledad de mis seres queridos o la soledad de la gente mayor, en términos generales, porque son situaciones que hacen daño e incluso son peligrosas desde el punto de vista psicológico como físico, entonces intento estar siempre presente.

"Los gatos siempre me han acompañado en mi vida, esa presencia felina, desobediente, gatuna"

P: Su personaje se sumerge en su proceso de introspección. ¿La lección o moraleja es aprender a amarse a uno mismo?

R: No pretende aleccionar a nadie con lo que escribo ni tampoco sacar una moraleja ni dar consejos a nadie, es todo muy complejo, muy difícil, ni siquiera me atrevo con mis hijos a darles un consejo. Simplemente he contado lo que me ha sucedido, un punto de vista, una aventura que me ha llevado a una resurrección, hacia la luz, me ha ayudado a recuperar el asombro de la infancia ante algo hermoso. 

P: ¿Los gatos son los mejores compañeros para sobrevivir a una pandemia?

R: Siempre me he criado rodeada de gatos, soy medio italiana medio española, me crie en Roma, la ciudad de los gatos, cuando era pequeña en mi casa vivíamos con 15 gatos, tres en casa y los demás en el jardín que teníamos, todos con sus nombres y muy queridos.

Los gatos siempre me han acompañado en mi vida, esa presencia felina, desobediente, gatuna. Siempre me he sentido identificada con ellos, en este periodo eran los únicos seres de carne y hueso que tenía cerca. Ha sido una conexión, pero no es la compañía de las mascotas, sino una conexión con lo que está vivo, lo que siente, lo que mira, con lo que te da cariño.

P: ¿Cree que todas las personas que lean su libro identificarán al ‘hombre (o mujer) que siempre les gustó y al que nunca le hicieron caso’?

R: Es un personaje muy metafórico porque habla del amor romántico, ese amor en el que a partir de una determinada edad a menudo uno deja de creer porque has recibido tantos golpes en ese sentido que empieza a pensar que quizá no existe, quizá forma parte de nuestra fantasía, deseos. Es un amor idealizado y romántico puede llegar a ser muy dañino, sin embargo, forma parte de mi paisaje aunque lo miro con mucha desconfianza, lo quiero y no lo quiero. En cualquier caso, hay momentos en la vida en que ese amor puede cumplir unos actos heroicos, que solo por amor se pueden hacer