La industria musical ha catalogado y cribado sistemáticamente a las artistas en base a su apariencia. Un cuerpo con mayor disposición para ser moldeado y sexualizado es sinónimo de un mayor alcance, y dentro del panorama urbano, aunque cada vez más variado, es difícil maniobrar dentro de este encorsetamiento. El artista Jorge Galeote asemeja este fenómeno a un escaparate lleno de "muñecas" estilizadas y manipulables, y a la vez, hablamos de lo acertado de este término para definir el panorama. Sobre la palabra "muñeca", la RAE nos deja únicamente tres opciones: "un juguete o adorno con figura de persona", "una persona joven guapa o atractiva" y "una persona de poco carácter".

Y así es precisamente como el lado oscuro de la escena empaqueta, vende y percibe a las artistas. En el escenario, este dogma suele traducirse en una mayor presión estética, más expectativa en torno al vestuario, coreografía, nivel vocal y ejecución con respecto a sus compañeros, además de, por supuesto, el consenso general que espera que su música provoque pero nunca incomode. Es por ello que Galeote ha lanzado Gangsta Girls Gallery, una serie de sesiones fotos con algunas de las artistas urbanas emergentes en nuestro país tales como LaBlackie, l0rna, Kristina o Euskoprincess o Main Costa.Todas ellas, muñecas con un doble reverso, el de transgredir, subvertir y en el mejor de los casos, violentar. Todas juegan con lo que históricamente ha pertenecido a los hombres: el sexo, la agresividad y el fronteo. Enarbolar la cultura choni y barriobajera como fuente de empoderamiento entre tanto monopolio masculino y cuestionar "ese debate moral que se ha generado alrededor de ellas", que discute sobre su pulcritud y la legitimidad de sus comportamientos. "Lo interesante era llevarlo al extremo opuesto, donde ellas mismas son las que se ponen en ese plano sexualizado", explica Galeote sobre un proyecto que expone alto y claro que ellas también son gángsters

Bajo el lema Protect our dolls -Proteger a nuestras muñecas- el proyecto del fotógrafo pretende ser una vuelta de tuerca a la imagen hegemónica de la fragilidad femenina. "Proteger a nuestras 'muñecas' implica reconocer su humanidad, su fuerza y su autonomía", resalta Galeote sobre una galería que, tal y como explica, "partía de esa sensación de desencanto a la hora de sacar las fotografías". Es por ello que las musas del fotógrafo no arrastran túnicas de seda ni danzan delicadas en círculo, sino que estilizan gafas de sol Carrera, dejan entrever la ropa interior y modelan tops ajustados en posturas groseras con las uñas afiladas. 

La hipersexualización es una herramienta de denuncia

El machismo dentro del trap

Todas las protagonistas de esta sesión de fotos se han subido en la ola del nuevo trap, ese que bebe de la electrónica y del reggeatón para culminar en una explosiva combinación que muchas mujeres de la escena urbana abanderan con chulería y desdén por todo las reglas establecidas en la órbita del rap. En ese sentido, Galeote destaca lo que el género ha sido históricamente para los artistas masculinos. "El trap siempre ha tenido mucho contenido sexual, pero cuando es una mujer quien canta sobre ello, se toma peor", afirma el creador del proyecto. "Se le quita el significado a las palabras y únicamente se toma el contenido hipersexual de la canción, pero no el mensaje empoderador que puede transmitir", asegura.

Sus musas saben cómo hacerlo mejor que nadie. l0rna cuenta que sus amigas "rebotan el culo en el suelo y se parten el himen"; La Blackie confiesa que es "normal que mi actitud le moleste" y Euskoprincess carga contra las terfas mientras perrea. Esencialmente, todas "sirven coño". "La hipersexualización es muy buena herramienta de denuncia y para hacer ver toda esta inconformidad que tenemos constantemente", concluye. Lo interesante del proyecto radica en su propuesta estética exagerada, que no solo pretende denunciar un desequilibrio en la industria, sino también poner en el mapa a las máximas exponentes del género. "Trabajo con una estética muy plástica para llevar todo a lo más superlativo y crear un mensaje que sea la máxima reacción que se pueda obtener. Quería presentarlas como muñecas hasta que incomodara", comenta. 

Lo bonito es que todas seamos 'totos de locas'

La nueva ola del urbano 

Las artistas que han posado para el fotógrafo se inscriben dentro del potente panorama actual que se viene cultivando desde hace pocos años, pero tal y como atisba Galeote, el continente también determina el contenido, y cuando es un artista masculino el que despliega su sexualidad en la escena, el público lo digiere sin rechistar. "Generalmente, se le da más importancia a un mensaje cuando lo transmite un hombre de forma directa y cruda, que cuando lo hace una mujer", asegura el fotógrafo. En este sentido, Galeote apunta también a la falta de recursos dedicados a propiciar e impulsar el potencial femenino en la industria. "Por ejemplo, Kristina nos contaba que conoce y ha trabajado con artistas como Quevedo o Saiko, pero ¿por qué a ella no se le ofrecieron las mismas oportunidades al empezar?", cuestiona. Esta premisa también mancha la reputación de las traperas. "Cuando surge una artista nueva, casi siempre se la coloca a la sombra de otra mujer ya consolidada en España. Se tiende a desacreditarla con comentarios como 'ha estado con alguien', 'ha salido de no sé dónde' o 'se ha acostado con alguien'", explica.  "Lo bonito que todas seamos totos de locas", concluye. 

Sin embargo, las nuevas narrativas estéticas, culturales y artísticas que están brotando dentro de la escena urbana, cada vez más lo hacen direccionadas por mujeres que se abren paso y crean su propio imaginario compartido. Si hablamos de distintas eras del de la escena urbana, quizás ahora nos encontremos ante la generación de 'totos de locas', que podría escribir un capítulo más en la historia del género.

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