Hay algo de ritual extraño en algunos conciertos. En la Joy Eslava y a siete kilómetros de la totémica torre del centro comercial Alcalá Norte que sirve como símbolo pagano, la banda madrileña ofreció un show aderezado con toques cañís, post punk, guitarras eléctricas, imágenes generadas por IA y mística. Lanzamiento de puros y hamburguesas de un euro sacadas de una bolsa de Glovo. Álvaro Rivas parece un personaje mesiánico oficiando una misa colectiva, cantó con una corona de laurel y un casco prusiano, y rodeado de un dispar grupo: una teclista vestida de cuero (Laura de Diego), un bateria que parece sacado de una banda heavy de los ochenta (Jaime Barbosa), un bajista con look JBalviviano (Pablo Prieto), un guitarrista con sombrero texano (Rene, de Dharmacide) y otro con la melena más bonita que he visto en mucho tiempo (Carlos Elías). 

Barbosa, en el papel de maestro ceremonias, fue el encargado de ir anunciando los temas que se iban a ir tocando. Por bloques, la banda dividió su repertorio en un directo de algo más de una hora. Se empezó con Los Chavales (imposible olvidar la batalla a tiros entre Cristiano Ronaldo y Barlog), Dr. Kozhev y Guerrero Marroquí. En un momento durante una de esas tres canciones, mi colega Luis M. Maínez me soltó: "Estuve en mayo en el concierto en El Sótano. Hicieron dos noches con 150 personas cada una. Cinco meses después, dos fechas en la Joy Eslava con 1200 personas cada noche". ¿Hay muchos ejemplos de algo así? ¿Qué grupo multiplica por 10 los asistentes a su directo en cinco meses? ¿Es todo mérito de La Vida Cañón? De ser un activo financiero, Alcalá Norte habría hecho multimillonario a quien hubiera apostado un euro por ellos. Como haberlo hecho en bitcoin en 2009. 

El siguiente bloque de canciones lo formaron 420N, Inteligencia Artificial y Codere. Luego siguieron La Sangre del Pobre, No Llores Dr. G y una versión alcalaína de 10.000, de Los Planetas. Tras esas seis canciones, Barbosa anunció la llegada del bloque religioso, el momento en el que un adicto le pide perdón a Dios: Icare, canción en francés y nombre del grupo francés autores de Le fils de Lucifer, El Rey de los Judíos y Westminster. 

Últimamente, ha habido ciertas acusaciones contra Dani Martín por haber, presuntamente, plagiado El Rey de los Judíos. La banda explicó muy bien esta polémica en redes sociales: "Me he levantado con varios mensajes sobre que Dani Martín nos ha copiado y es mentira, solo se ha doblegado ante la grandeza de Alcalá Norte y ha hecho un homenaje como yo hice con Extremoduro en la Calle Elfo".

Punto y aparte merece La Calle Elfo."¿Dónde está la abundancia en el ahorro o en el derroche? ¿Dónde irá el dios mutante tras abandonar el bosque? ¿Dónde van las madres que atendieron la llamada? Despiezaron a sus hijos y salieron de sus casas". Un homenaje al barrio que vio nacer a muchos chavales y otro himno generacional de Alcalá Norte. Todo moderno quiere un pisito ahora en la Calle Elfo. Por 200.000 euros tienes uno de 75 metros cuadrados.

En la recta final del concierto: Barbacoa, Superman, Langemarck y La Vida Cañón. Un último metralleo de la comunión. La Vida Cañón es que es un hit. Un tema en el que se rima Georgina con clorhidrato de cocaína. "Seis horas seguidas metido en un cuarto Escuchando mi nueva canción Soñando vivir La vida cañón". Más de 1.000 personas cantando al unísono el himno. Alguno de ellos, quizás, pagaron la entrada solo para hacer eso. Este tema, me sirvió para conocer Alcalá Norte, entrevistarles y disfrutar de mi canción favorita, La Sangre del Pobre. ¿Es raro el meteórico ascenso de Alcalá Norte? Sí. ¿Es justo? Yo qué sé. Pero está claro que Alcalá Norte es un grupo muy molón y los conciertos, también. Este sábado, segundo round.

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