El cardenal Kevin Joseph Farrell, camarlengo de la Santa Sede, ha sido el encargado de comunicar al mundo la muerte de Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco. Tras el fallecimiento del pontífice, es Farrel quien asumirá el poder de la Iglesia Católica hasta la celebración del cónclave que decidirá el nombre del próximo líder católico mundial. Los ojos del mundo están puestos en esta sagrada tradición acogida en la Capilla Sixtina por el Colegio Cardenalicio de la Iglesia Católica. 

Ahora, es el cardenal designado en vida por el Papa el encargado de conducir esta reunión y cumplir con los protocolos estipulados por la Iglesia. Es por ello que Farrel debe certificar oficialmente el fallecimiento del pontífice, sellar sus aposentos y convocar al Colegio de Cardenales para organizar el cónclave que elegirá a su sucesor. Además, tiene la responsabilidad de gestionar los bienes temporales de la Santa Sede durante este periodo, conocido como Sede Vacante.

Estas tareas son exactamente el inicio de Cónclave, la película de Edward Berger que ganó una estatuilla durante la Gala de los Premios Óscar 2025 a Mejor Guion Adaptado y que se estrenará próximamente en Movistar Plus +. El metraje se pone en la piel del cardenal Lawrence, interpretado por Ralph Fiennes, y el homólogo de Farrell en la ficción. El protagonista del filme debe por tanto coordinar el cónclave que designará al nuevo Papa tras el fallecimiento del actual en el arranque de la película. A partir de ahí, una serie de intrigas, conspiraciones, luchas de poder y secretos se desplegará ante Lawrence entre los pasillos del Vaticano. Una maraña que el cardenal deberá desenredar para que la reunión entre los clérigos se desarrolle sin incidencias. 

Realismo dentro de la Iglesia: luchas de poder y conspiraciones

El thriller de Berger funciona como el mecanismo de un reloj, en el que todas sus piezas operan en consonancia para presentar un resultado rotundo, irrebatible. Desde excelente y sobrio trabajo esculpido por Fiennes durante dos horas, nos adentramos en un mundo oculto para el mundo constituido por auténticas guerras políticas. El realismo de los procedimientos, como en el caso de la destrucción del Anillo del Pescador tras el fallecimiento del Papa o la convivencia entre los cardinales en su clausura durante los días que dura el cónclave, son prueba de la veracidad de lo filmado, que paradójicamente ha terminado por pronosticar lo que ocurrirá en el mundo real durante los próximos días. 

Sin embargo, uno de los puntos más aclamados que estructuran el metraje y le conceden un ritmo que aunque cocinado a fuego lento acaba por resultar casi frenético, son los conflictos internos que cercioran la politización de la fe. Durante la película, Berger nos muestra dos facciones predominantes entre los cardenales que aspiran a nombrar un nuevo Papa: los liberales y los conservadores. Los primeros, encarnados principalmente en el cardenal Bellini, tienen una pretensión continuista con el Pontífice fallecido, que abogaba por la apertura de la Iglesia y avance social en los ámbitos que siempre han marcado la imagen del catolicismo como las cuestiones LGTBI+ o la pederastia en el seno de la Iglesia.

Por otra parte, los conservadores cuentan con varios aspirantes populares, que representan a la perfección la esfera política actual. El cardenal Trembley, aboga por el tradicionalismo unido al capital y el poder del dinero como vector de su administración eclesiástica. Por otra parte, el cardenal Adeyemi representa el reaccionarismo puro, caracterizado por la misoginia que pretende apartar a la mujer de los cargos relevantes de la Iglesia y el odio visceral a la comunidad LGTBI+.

Por último, el cardenal Tedesco se presenta como una figura muy ligada a los fascismos, con un fuerte sentimiento supremacista y una defensa rotunda de lo italiano como una "raza pura" y la única con legitimidad para operar en la Iglesia católica. Tedesco también aboga por un regreso al catolicismo del Antiguo Testamento, la vuelta del latín como lengua oficial internacional y unas políticas propias de la extrema derecha. 

En medio de esta pugna por el poder eclesiástico, Lawrence se erige como el símbolo de la justicia incorruptible, capaz de distinguir entre el bien y el mal sin pretensiones de control o autoridad y en posesión de una habilidad que el filme presenta casi como un don divino: el pensamiento crítico

El rumbo del catolicismo: ¿Qué ocurrirá?

Sin embargo, como ya explicó el director de Cónclave durante el festival de San Sebastián, la película "no va de religión", sino que constituye una reflexión sobre el poder, la política y las pugnas por la máxima autoridad. El metraje representa de manera literal todas aquellas ideologías presentes en la esfera política y eclesiástica actual, además de rememorar todas las grandes polémicas paridas del seno de la Iglesia Católica y el rumbo de su institución. A través de los diferentes personajes, encontramos los perfiles que aspiran al Pontificio, abriendo un cisma dentro del clero mundial: ¿Cuál es el siguiente paso? ¿Hacia dónde debe ir la Sede del catolicismo mundial?

Con su final, la película hace su propia apuesta sobre la dirección que la Iglesia debería tomar, pero el debate entre el progresismo continuista del papa Francisco o la vuelta a un catolicismo reaccionario contínua sobre la mesa dentro de una institución dividida y atravesada por la política mundial actual y sus populismos.  

Una fotografía inigualable

Por otra parte, si por algo destaca la ficción de Berger es por la fotografía, una categoría por la que paradójicamente el metraje no estuvo nominado en los Premios Óscar. La iconografía cristiana se presta de manera envidiable para desarrollar fotogramas dignos de premiar, así como el Vaticano es el escenario ideal para la ficción. La vestimenta de los cardenales, la decoración de los espacios e incluso los lugares que los eclesiásticos ocupan en ellos - como el comedor o las sillas del cónclave al votar por un aspirante a Papa- crean una simetría natural que genera una narrativa paralela a los acontecimientos de una película que nos ayuda a entender el funcionamiento de la Iglesia. 

 

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