Si viajas en estos días a Medina del Campo, en Valladolid, descubrirás la espectacularidad y devoción de la Semana Santa castellana. Las procesiones de este enclave en el corazón de Castilla, fueron declaradas en 2011 fiestas de Interés Turístico Internacional, coincidiendo con el sexto centenario de las primeras cofradías. Esta manifestación del fervor cristiano es sobrecogedora, incluso para los no creyentes. Su origen está en el viaje de peregrinación que hizo San Vicente Ferrer en 1411, quién fue enviado por Don Fernando, rey de Aragón y medinense de origen.  Surgieron entonces las primeras procesiones y más tarde hermandades. En la actualidad, unos 3.000 cofrades acompañan a los pasos en 14 desfiles procesionales que recorren las calles del municipio, donde se exhiben algunos de los conjuntos escultóricos más sobresalientes de la imaginería procesional renacentista española. Se celebran, además, en el marco de una ciudad monumental con el castillo de la Mota, del siglo XV, uno de los más grandiosos y mejor conservados de España, como principal atractivo, al que se unen la Plaza Mayor más grande de España, el Palacio Real Testamentario, donde murió Isabel la Católica tras dictar testamento en 1504 y la Colegiata de San Antolín construida en los siglos XVI y XVII.

Relacionado La Danza de la Muerte de Verges, una representación macabra, ancestral y única

Tras las huellas de los místicos en Medina del Campo

Toda la villa rebosa religiosidad. Allí es posible seguir las huellas de los místicos como Santa Teresa de Jesús, en el convento carmelita de San José, o de San Juan de la Cruz, en la capilla que lleva su nombre, levantada en el lugar donde cantó misa por primera vez. Tres torres que compiten en belleza y altura señalan la situación de los principales templos de la ciudad. La menor es la de la iglesia de Santiago el Real, que alberga el sepulcro del marqués de la Ensenada; la mediana se encuentra en la iglesia de San Juan Bautista, en la cercana Rodilana, orgullo de los medinenses. La torre más alta proyecta la sombra de sus cincuenta metros de altura, sobre la iglesia de San Antolín.

El convento gótico de Santa María Magdalena guarda las pinturas de Luis Vélez y un precioso Calvario. Muy cerca, el monumento al encuentro de San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús, da la bienvenida a la monumental iglesia de la Inmaculada Concepción. La parroquia de San Miguel Arcángel, los conventos de Santa Clara, de Santa María la Real, de los Carmelitas Descalzos, la ermita de San Roque y la de la Virgen del Amparo completan el mapa espiritual del casco antiguo de Medina del Campo.

Silencio conmemovedor

Lo más destacado de la Semana Santa de Medina del Campo es su profunda solemnidad y devoción, que se reflejan en las impresionantes procesiones que recorren las calles de la ciudad. Un conmovedor silencio acompaña a los cofrades por las calles monumentales de esta villa monumental. Los silencios son casi sagrados y la mejor escenificación de esto quizás ocurra el Miércoles Santo durante el Vía Crucis Popular. Durante todo el recorrido, miles de personas acompañan al Cristo Crucificado sin que nada se oiga, silencio que sólo se rompe con los sentidos rezos y cánticos penitenciales. La Cofradía del Santo Descendimiento del Señor portará a hombros por primera vez al Cristo de Vía Crucis en una de las procesiones populares más multitudinarias de la villa. Por otro lado, la imagen se incorpora en carroza a la Procesión del Silencio, precediendo al paso titular de la Cofradía y completando un espectacular conjunto de imágenes de Cristo del siglo XVI que hacen de esta procesión un recorrido escultórico único en el mundo por la Pasión y Muerte de Jesús.

Medina del Campo cuenta con un total de 17 desfiles procesionales en los que procesionan más de una treintena de pasos, ejemplo de la Imaginería Renacentista más importante de España. (Foto: Turismo del Ayuntamiento de Medina del Campo)
Medina del Campo cuenta con un total de 17 desfiles procesionales en los que procesionan más de una treintena de pasos, ejemplo de la Imaginería Renacentista más importante de España. (Foto: Turismo del Ayuntamiento de Medina del Campo)

Mención aparte merece la Procesión de la Vera Cruz, el Jueves Santo por la noche, que, en un ejercicio de austeridad, los cofrades se despojan de sus capas, desfilando únicamente con sus hábitos. Los pasos prescinden de todo artificio, ya sean flores, velas, luces y adornos. También llamada Procesión de los Faroles, en los que las calles se tornan silenciosas y los cofrades alumbrando con sus faroles acompañan a las bandas con sus tambores, culminando la peregrinación con el canto del Miserere al llegar a la Plaza Mayor. 

El Viernes Santo también deja la impresionante imagen de un Cristo Crucificado al amanecer junto a las murallas del imponente Castillo de la Mota, con los cofrades llevando a hombros el Cristo de las Claras. Más tarde la procesión del Silencio a la que acuden todas las cofradías con sus correspondientes pasos, y en la madrugada se celebra la Procesión de la Liberación, celebrada por primera vez en 2015, en la que los cofrades de Cristo en su Mayor Desamparo acompañan en procesión a la imagen titular que da nombre a la cofradía en andas y alumbrándolo con antorchas. Esta imagen, obra de Ricardo Flecha, escultor zamorano muy vinculado a Medina del Campo y fallecido hace pocos meses, resultó un tanto polémica la primera vez que se exhibió en 2011 en el Centro Cultural San Vicente Ferrer ya que mostraba un Cristo totalmente desnudo en brazos de la muerte. Para poder procesionar hubo que añadirle un 'velo de pureza' y hoy es uno de los pasos más queridos en la localidad.

Oficio de Tinieblas

En Medina del Campo se han recuperado los 'Oficios de Tinieblas', una tradición que viene de la Edad Media para incitar a reflexionar sobre la muerte de Jesucrito y el significado de la Semana Santa. Se realizan en la oscuridad o con una iluminación mínima, simbolizando el luto y la tristeza por su muerte en la cruz.

De la profunda tristeza y solemnidad pasamos a la alegría en el Domingo de Resurección cuando unos 300 cofrades procedentes de las bandas de cornetas y tambores y agrupaciones musicales de todas las hermandades, se unen el un encuentro triunfal del Jesús Resucitado y la Virgen de la Alegría en la Plaza Mayor de la Hispanidad. Uno de los mejores momentos se produce con al interpretación del Himno de la Alegría.

Relacionado La Ruta del Tambor y el Bombo de Teruel, una tradición de Semana Santa que hace temblar la tierra

Encuentro Nacional de Cofradías

Del 20 al 22 de septiembre de este año, la villa acogerá el XXXV Encuentro Nacional de Cofradías. La sede principal del evento se establecerá en el Auditorio Emiliano Allende de la villa, y contempla entre las actividades paralelas una edición especial de Mundo Cofrade, la organización de una gran exposición sobre la Semana Santa en Medina del Campo, fiesta de Interés Turístico Internacional, y una visita a Villagarcía de Campos, municipio vallisoletano donde se iniciaron los Encuentros de Cofradías en los años 80 del pasado siglo.

Ocio y gastronomía en Medina del Campo

Castillo de la Mota en Medina del Campo (Valladolid) (Foto: Oficina de Turismo del Ayuntamiento de Medina del Campo)
Castillo de la Mota en Medina del Campo (Valladolid) (Foto: Oficina de Turismo del Ayuntamiento de Medina del Campo)

Más allá de lo religioso, Medina del Campo ofrece al visitante la posibilidad de viajar en el tiempo recorriendo los monumentos más emblemáticos de la villa, testigos de siglos de historia. Además de su riqueza cultural, ofrece una experiencia gastronómica inigualable, con los sabores tradicionales de la cocina castellana en sus restaurantes y tabernas. Platos como el lechazo o el cochinillo asado al horno de leña, el bacalao preparado de mil formas -en estos días no te pierdas el potaje-, o el ajo arriero te conquistarán con su autenticidad y sabor. No puedes dejar de probar las especialidades locales como las torrijas bañadas en miel, los empiñonados o las pastas de té, que endulzarán tu paladar y te brindarán un verdadero festín culinario.

Además, no te pierdas la oportunidad de degustar los vinos de la región, especialmente los de la Denominación de Origen Rueda y los "claretes" de Cigales, que maridan a la perfección con la exquisita gastronomía local. Para redondear tu experiencia, no olvides visitar el obrador del convento de las Madres Clarisas, donde podrás adquirir auténticas delicias como los hojaldres o los empiñonados, que son el broche perfecto para este viaje culinario.