Adéntrate en Asturias y descubre Cadavedo, un deslumbrante pueblo costero bañado por las aguas del mar Cantábrico, encantado con su asombrosa ermita sobre un prado verde y rodeada de acantilados que guían hacia la playa de Ribeirona. Además, este singular destino ofrece su popular fiesta de la Regalina, con desfiles, bailes y una gastronomía tradicional asturiana, que consigue unir a visitantes y habitantes en una misma tierra. 

Cadavedo, entre historia y mar

Cadavedo es una villa con raíces medievales cuyo origen se remonta a la propiedad de la reina doña Urraca. Sin embargo, lo que lo situó entre los asentamientos más antiguos del concejo fue la caza de ballenas, que llenaba la playa cercana de Ribeirona.

En el siglo XIX, muchos jóvenes emigraron a América del Sur en busca de fortuna y, años después, regresaron y construyeron las impresionantes casonas indianas, conocidas por ser elegantes viviendas que hoy forman parte del encanto arquitectónico del lugar.

A día de hoy, y a pesar de este singular origen, Cadavedo ha pasado de ser una pequeña aldea donde la agricultura y la ganadería eran las principales actividades, con la pesca en segundo plano, a un destino de veraneo ideal para quienes buscan la tranquilidad y la belleza de la costa asturiana, con edificaciones arquitectónicas que forman parte del pueblo.

Cadavedo fue elegido el Pueblo Más Bonito de Asturias en el II concurso provincial de 1954. Además, en 2022, Sus Majestades los Reyes y Su Alteza Real la Princesa de Asturias hicieron entrega del Premio al Pueblo Ejemplar de Asturias a Cadavedo, reconociendo su esfuerzo en la conservación de las tradiciones y su compromiso con la comunidad.

La Regalina, donde el cielo abraza al océano

La Ermita de la Regalina, construida por el pueblo, es uno de los rincones más especiales de Cadavedo. En 1931, el Padre Galo inició la Fiesta de la Regalina con la intención de crear un lugar de peregrinación en honor a la Virgen de Riégala. La ermita, de colores blanco y azul, destaca sobre un prado verde en el Campo de la Garita, rodeada de acantilados y de la playa de Ribeirona, lo que la convierte en un destino único con vistas impresionantes.

La Ermita de la Regalina en Cadavedo
La Ermita de la Regalina en Cadavedo
Desde su creación, la ermita es el núcleo de la Fiesta de la Regalina, una celebración popular que llena de vida el pueblo. Los festejos comienzan con un desfile de carrozas decoradas que recorren Cadavedo hasta llegar al campo de la Regalina, donde todos los habitantes y visitantes disfrutan de las Danzas Primas, un baile tradicional asturiano. Tras la popular misa, se realiza una procesión con la Virgen de Riégala, seguida de gastronomía típica y el esperado sorteo de alfiladas, un dulce tradicional. La celebración concluye con una animada verbena nocturna, donde la música y la alegría se alargan hasta la madrugada.

Playas de ensueño entre acantilados

La playa de Cadavedo o Ribeirona es uno de esos destinos que hay que contemplar en primera persona para poder admirar sus aguas azuladas del norte, sus entrañables arenas y sus fascinantes vistas del mar Cantábrico. Situada a solo 2 kilómetros del centro, está orientada hacia el este, por lo que las mañanas son ideales para el baño. Debe su nombre a la localidad de Cadavedo, pero el municipio al que pertenece es Valdés, cuya capital es Luarca. Se extiende a lo largo de 400 metros, rodeando una superficie de 53.000 metros cuadrados. El arroyo Frieira desemboca en sus aguas, aportando un toque aún más característico al paisaje. Además, esta playa ofrece un amplio aparcamiento, una opción ideal para familias y visitantes que prefieren un acceso cómodo sin necesidad de largas caminatas.

La playa de Cadavedo o Ribeirona
La playa de Cadavedo o Ribeirona
Por su parte, la playa de Campiechos es otra alternativa para poder disfrutar de las fantásticas aguas de Cadavedo en un entorno tranquilo y familiar. Con una mezcla de piedras y arena gruesa, se accede a ella tras un sendero de 500 metros. A pesar de su belleza, sigue siendo un lugar poco concurrido, incluso en verano.

Finalmente, a pocos kilómetros se encuentran los grandiosos acantilados de Cabo Busto, que alcanzan hasta 60 metros de altura y ofrecen vistas impresionantes del mar Cantábrico, convirtiéndolos en un destino perfecto para los amantes de la naturaleza.

Tesoros de piedra y memoria

Además de estos populares puntos que nadie que pasa por Cadavedo se pierde, también es importante adentrarse en la demostración de su historia, marcada por la emigración y aquellos que hicieron fortuna en América. Grandes ejemplos de estas joyas arquitectónicas son las casonas indianas, entre las que destacan la Casa Roja y su gemela, construidas por Leandro Pérez y su primo tras su vuelta de Uruguay en 1899. Algunas de estas casonas están a la venta, mientras que otras se han convertido en encantadores hoteles rurales, ofreciendo a los turistas la oportunidad de hospedarse en un alojamiento tradicional del pueblo.

Casa Roja de Cadavedo (Foto: Hotel Casa Roja)

Casa Roja de Cadavedo (Foto: Hotel Casa Roja)
Otro punto de interés es la Torre de Villademoros, una fortificación medieval de los siglos X y XI que, más tarde, en el siglo XVIII, quedó acompañada por el elegante Palacio de Villademoros. El patrimonio etnográfico de Cadavedo también es impresionante, con 95 hórreos y paneras aún en pie, además de antiguos lavaderos y molinos que revelan el modo de vida de sus habitantes durante siglos.