¿Imaginas hacer una cata a ciegas? ¿Cuántos matices, sabores y texturas podrías descubrir poniendo a prueba todos tus sentidos? Muchos más de los que te crees. Nosotros para descubrirlo aceptamos el reto de Guía Repsol con este taller del chef Carlos Maldonado (ganador de la tercera edición de Máster Chef y propietario del resturante Raíces en Talavera de la Reina) en el que aprenderíamos cómo sacarle el máximo partido al sabor de un plato más allá de lo que nos encontramos a simple vista.

En el marco de la exposición de Guía Repsol Sensorium, (Casa del Lector en Matadero de Madrid entrada gratuita hasta el 15 de julio) nos invitan a recorrer España con los cinco sentidos: huir de la rutina, vacíar tu maleta de prisas y llenarla de momentos. Porque comer es un placer y muchas veces se nos olvida disfrutar de la experiencia.

Una cata totalmente a ciegas

Para experimentar el veradero poder de los sentidos, Carlos nos pedía a todos los asistentes que nos tapásemos los ojos con una servilleta para sacarle el máximo partido a aquellos sentidos que a veces dejamos un poco olvidados a la hora de exprimir nuestra gastronomía: el tacto, el olfato, pero sobre todo, el gusto. 

Degustar platos con los ojos cerrados, no resulta nada fácil. Primero, hay que encontrar dónde te lo ponen, y segundo, hay que acertar en llevártelo a la boca. Pero bueno, con un poco de práctica ya le habíamos cogido el truco. Comenzamos con un steak tartar de ciervo lleno de matices a romero con una textura en la carne que practicamente se deshacía. Exquisito. Después, seguíamos con trucha con un helado de maíz, que nos dejó a todos los asistentes con la boca abierta.n Un sabor sorprendente y delicado en el que se degustaban a la perfección lo que cada ingrediente aportaba al plato.

Con los ojos ya destapados, le dimos importancia al olfato con un vino de las Islas Canarias que olía a volcán. Una maravilla para compañar una tapa de manitas de cerdo que Carlos y su equipo emplataron directamente en nuestras manos. Señoras y señores, esto es arte culinario, y además, está buenísimo.

Y como manda la tradición, no hay buena comida que no termine con un dulce. Una macedonia de frutas y aguacate bañada en ron y un café intenso, de esos con cuerpo que también reconstruyen el tuyo. Sin duda toda una experiencia y todo un toque de atención para que aprendamos a sacarle el mayor partido a las maravillas de nuestra gastronomía (que son muchas, dicho sea de paso) y no nos olvidemos de estas cinco cosas: ver, oler, tocar, saborear, pero sobre todo, disfrutar.