El placer nos obsesiona. Desde el inicio de los tiempos el ser humano ha perseguido el placer, buscando siempre potenciarlo al máximo. Es ahí donde aparecen las sustancias conocidas como afrodisíacos que pretenden excitar o estimular el apetito sexual.

No obstante, es difícil saber con certeza si los efectos de estos alimentos son tan solo un mito extendido a lo largo de la historia o si, por el contrario, tienen efectividad real.

El término "afrodisíaco" proviene de la diosa griega del amor, Afrodita. La diosa que surgió desnuda de la espuma del mar como la responsable de infundir el deseo en los dioses, los hombres y las fieras.

Cuadro 'El nacimiento de Venus' pintado entre 1482 y 1485 por Sandro Botticelli.

Cuadro El nacimiento de Venus pintado entre 1482 y 1485 por Sandro Botticelli.

Egipcios, judíos, hindúes, griegos y romanos consumían afrodisíacos

La primera mencion escrita de las sustancias afrodisíacas procede de unos papiros egipcios del siglo XXIII antes de Cristo, aunque es probable que el uso de pócimas de amor y ungüentos para potenciar la sexualidad o atraer sexualmente a otra persona se remonte a la prehistoria

Encontramos referencias antiguas a los afrodisíacos en el Génesis, en el que se habla de la menta que se esparcía sobre el lecho de los recién casados para potenciar su deseo y de la mandrágora gracias a la cual Jacob tuvo su quinto hijo con Lía.

Se mencionan también en el Kama-Sutra y el Ananga-Ranga, dos tratados ancestrales hindúes escritos hacia el siglo V antes de Cristo sobre las prácticas amorosas, que además de describir los atavíos, los movimientos y las posturas sexuales, da numerosas recomendaciones dietéticas que pueden reforzar la libido.

En sus recetas podemos encontrar cebollas, guisantes, cardamomo con jengibre y canela. Siendo estos tres últimos alimentos que se utilizan en la actualidad como excitantes sexuales.

Por su parte, los griegos también consumían estas sustancias que consideraban milagrosas, entre ellas los mariscos y otros alimentos provenientes del mar que relacionaban probablemente con el nacimiento de la diosa Afrodita que se engendró con el esperma de Urano y la espuma de las olas.

Los antiguos romanos abusaron tanto de los afrodisíacos que incluso algunos murieron por el consumo excesivo, como le ocurrió al emperador romano Calígula con las pociones venenosas que su esposa le preparaba para mejorar su potencia sexual.

Los alimentos afrodisíacos recuerdan a los genitales humanos

A medida que avanza la historia, podemos encontrar que el uso de afrodisíacos no se limitó a la antigüedad, sino también era común en la Europa medieval e incluso moderna. La gran mayoría de los afrodisíacos, o al menos de la materia prima que servía para obtenerlos, eran plantas y animales.

Aunque no se trataba de cualquier tipo de animal o de planta, ya que estos solían recordar en su forma a los órganos sexuales masculinos o femeninos. Un ejemplo muy claro, cuyo uso todavía perdura, es el de las ostras, las almejas y otros bivalvos marinos. Todos ellos asociados, no por casualidad, al nacimiento de Venus mencionado anteriormente. 

En la Edad Media se atribuía a las cebollas el poder de prolongar las erecciones y aumentar la cantidad de esperma. Así lo asociaban también con el ajo, el rábano, el nabo y otros vegetales que tenían forma de pene o de testículo

Los huevos de gallina o de otras aves se consideraban potenciadores sexuales por su parecido con los testículos humanos, y durante la época medieval se les atribuía propiedades afrodisíacas que permitían al hombre mantener relaciones sexuales de larga duración

De vuelta al océano, el caviar ha tenido una gran connotación erótica quizás debida a la incomparable fertilidad de los esturiones. Otro pez que se asocia al vigor sexual es el arenque, una especie muy prolífica que se considera un potente afrodisíaco en la cultura irlandesa.

La granada y los higos son frutos que contienen un enorme número de semillas y que evocan los órganos sexuales femeninos. En la cultura asiática se regalaban higos a los recién casados para su primera noche de amor conyugal. Además consideraban como símbolo de los genitales femeninos al melocotón y la ciruela, por su color encarnado y su textura jugosa y suave.

El melocotón es considerado por los asiáticos como un afrodisíaco por su similitud con los genitales femeninos. Canva

El melocotón es considerado por los asiáticos como un afrodisíaco por su similitud con los genitales femeninos. Canva

En la cultura occidental, esta similitud se encontró en los espárragos, las fresas y las cerezas, unos alimentos vegetales exquisitamente húmedos y carnosos, cuya forma sugiere las partes más íntimas del cuerpo.

¿Qué dice la ciencia de los alimentos potenciadores de la libido?

En la actualidad existen diversos alimentos que tienen fama de ser desinhibidores del apetito sexual. Pero, ¿están científicamente comprobadas esas cualidades?

La canela, el ginseng, el chocolate y las ostras se consumen hoy en día para potenciar la sexualidad. No obstante, la clave no está en uno u otro alimento, sino en el potencial de la nutrición para la salud sexual.

A nivel científico no existe ninguna evidencia documentada que pruebe la eficacia de los alimentos considerados afrodisíacos, si algunos de ellos han potenciado el apetito sexual ha sido por mera sugestión. Ya que llevamos décadas condicionados escuchando que sí son efectivos.

Aunque un alimento no tenga por sí solo la capacidad de aumentar nuestra libido, una dieta saludable, variada y equilibrada sí influirá en nuestra sexualidad. El sedentarismo, la mala alimentación, ciertas medicaciones y la falta de salud mental nos pueden alejar mucho del apetito del placer.

Si ingerimos alimentos nutricionalmente saludables ayudamos a nuestros sistema endocrino a funcionar mucho mejor, un aspecto que afecta de manera muy positiva en nuestra libido. Así como la actividad física y las rutinas de ejercicio que potencian nuestra sexualidad.

Es cierto que las ostras, el afrodisíaco por excelencia es un alimento que impulsa la creación de esperma por su alto contenido en zinc. Así como el huevo influye en la testosterona y la espinaca favorece la producción de estrógenos. Pero no son alimentos afrodisíacos.

En conclusión, la única certeza que tenemos es que gran parte de la excitación sexual que producen todos estos alimentos mencionados se explica por un simple efecto placebo. Aunque comer también es un placer, así que... ¿Por qué no mezclar ambas cosas?