El 27 de septiembre de 1975 se producían las últimas ejecuciones del franquismo. La pena máxima recayó sobre cinco personas, tres militantes del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) y dos de ETA. Los hechos sorprendieron porque cinco años antes el dictador había conmutado nueve penas de muerte a miembros de la banda armada pero, sobre todo, porque la vida de Franco y, con ella, la del Régimen, estaba muy enferma.

Los hechos tienen lugar entre el 28 de agosto y el 19 de septiembre de ese año. Durante este tiempo se dictan once penas de muerte sin posibilidad de recurso y ante la que solo cabe la posibilidad de indulto, una decisión que corresponde tomar al propio Franco. La presión hacia el Jefe de Estado es inminente por los adeptos al Régimen -que esperan que este de un golpe sobre la mesa- y los órganos internacionales, que abogan por lo contrario.

Últimos fusilados del franquismo

Franco, a quien le corresponde la decisión, siendo claro; de quién vive y quién muere, indulta a seis de los once condenados. Los cinco que no corren esa suerte son Juan Paredes 'Txiki’, (21 años). Ángel Otaegui (33 años), Ramón García Sanz (27 años), José Luis Sánchez Bravo (19 años) y el último de los últimos, Xosé Humberto Baena (24 años).

últimos replesaliados del franquismo

Los últimos replesaliados del franquismo

No solo estas, sino todas -o al menos una inmensa mayoría- de las ejecuciones que se produjeron durante los, aproximadamente, 40 años de dictadura obedecían a un “juicio” nada justo. Los testimonios de aquella jornada y los documentos que rodean a aquel 25 de septiembre y a los meses previos así lo recuerdan.

Los protagonistas de estas líneas fueron sometidos a un nuevo decreto de forma retroactiva, mediante el cual no es necesario demostrar que los detenidos, acusados de asesinar a varios policías y guardias civiles, se encontraban en el lugar de los hechos. A esto hay que sumarle que la Justicia Militar se hizo cargo de los sumarios, lo que acortó el tiempo y la capacidad de actuación de las penas. Asimismo, el Régimen sometió a torturas a los condenados.

Reacción internacional y respuesta del régimen

Los órganos internacionales no tardan en actuar por lo que consideran una resolución injusta y que viola los derechos humanos. Lo más sonado fue que la ONU pidió la expulsión inmediata de España. Entre otros hechos destacables se encuentran que se incendió la embajada de España en Lisboa  a modo de protesta, otros países europeos convocaron manifestaciones en la calle y que hasta el hermano de Franco, Nicolás Franco, le pidió al dictador que no firmara las sentencias.

Protestas

Protestas en Ámsterdam contra la sentencia (Colección fotográfica Anefo)

En respuesta a todo esto, el dictador convocó a sus simpatizantes en la Plaza de Oriente, lugar insignia del Régimen, el 1 de octubre. Un mes después, el 20 de noviembre, se anunciaría de manera oficial la muerte de Franco.

Testimonios desgarradores

‘Txiqui’ fue el primero en morir. Lo hizo en los aledaños del cementerio de Collserol, en Barcelona. Su hermano, situado detrás del pelotón, pudo ver su cabeza. La abogada Magda Oranich, que pidió la anulación del juicio, recogió diez casquillos de los cuales entregó la mitad a la madre de 'Txiqui' y  tres a un museo. La también periodista insiste en el horror sobre la pena de muerte y todo cuanto conllevaban aquellas sentencias, para que no se vuelva a repetir.

El segundo fusilado fue Ángel Otaegui, a quien asesinaron junto a la tapia de la huerta de la prisión de Burgos, sin testigos. Ramón García Sánchez Bravo, José Luis Sánchez Bravo y Xosé Humberto fueron ejecutados en terrenos militares de Hoyo de Manzanares, en Madrid. El hermano de este último no olvida, tal y como recoge el diario El Mundo, que los cuerpos de seguridad solo “cumplían órdenes”, pero que algunos “se presentaron voluntarios”. 

Estos cinco fueron los últimos condenados del franquismo, una época donde, además de estar de legalizada la pena de muerte, quienes se enfrentaban a ellas solían hacerlo sin juicio justo. Los días o meses de antes también sobrevivían en condiciones infrahumanas, bien en cárceles, bien sometidos a torturas.