Ha tenido que ser por las denuncias ciudadanas en redes sociales por lo que se ha conocido que el monumento erigido en su ciudad, Málaga; al artista Miguel de Molina, estaba deteriorado y con parte de sus estructura en el suelo. Efectivamente, tras ver las imágenes del monumento deteriorado en Twitter, nos hemos desplazado al recoleto lugar de su emplazamiento y hemos comprobado la verosimilitud de la denuncia, tal y como pueden observar en las fotografías. 

En la Plaza de los Capuchinos, en una isleta situada en la junto a la confluencia de la Alameda de Capuchinos y la calle de Eduardo Domínguez Ávila, en 1999 se inauguró un monumento al cantante Miguel de Molina. El " rey de la copla", fallecido y enterrado en Buenos Aires en 1993 tras huir de la España franquista que le hizo la vida imposible a base de palizas y vejaciones por “maricón y rojo”, nació en una calle cercana en 1908. El escultor Suso de Marcos, autor de la obra, ideó un conjunto con una lámina de agua en un muro de hormigón chapado de acero inoxidable con dos piezas de piedra cuadradas cuyo centro está horadado, y en el que se alojan el positivo y el negativo del rostro del artista, en bronce. Una lámina de agua recorre el acero hasta llegar a un pequeño estanque a los pies del monumento. Pues bien, una de esas enormes piezas cuadradas se ha desprendido y se halla caída en el suelo, afeando enormemente el lugar de homenaje al malagueño.

Monumento en homenaje a Miguel de Molina
El monumento homenaje a Miguel de Molina

Palizas en el franquismo por "rojo republicano y maricón”

Miguel de Molina, cuyo nombre real era Miguel Frías de Molina, nació en Málaga en 1908. De orígenes muy humildes, su infancia se desarrolló en un entorno de seis mujeres: su madre, hermanas y tías. Dotado de un arte innato, sus comienzos profesionales fueron en el inicio de los años 30 en tablaos flamencos. Su pasión y el dominio de la copla lo catapultaron rápidamente al éxito con grandes temas como El día que nací yo, Triniá, Te lo juro yo,  La bien pagá u Ojos Verdes. Sus posiciones republicanas y su homosexualidad le pasaron una dura, cruel y enorme factura tras la guerra civil y la toma del poder por Franco.

Mariquita no, maricón, que suena a bóveda

Miguel de Molina, rebelde y contestatario, no fue nunca una persona cómoda para el régimen. Eso, más la versión de que un influyente militar, enamorado del malagueño, pretendía quería relaciones con él ante la negativa de este, convirtieron su vida en España en un auténtico infierno. En la película de Jaime ChávarriLas cosas del querer”, se señalan claramente estos hechos.

Una de las situaciones más graves que sufrió se dio en Madrid. Al finalizar una de sus actuaciones un grito resonó llamándole “mariquita”. Ingenioso, osado y valiente, Miguel de Molina  respondió: “Mariquita no, maricón, que suena a bóveda”. Cuando el artista sale a la calle tres destacados fascistas, haciéndose pasar por policías franquistas, le infringieron una enorme paliza por la cual a punto estuvo de fallecer. Llovía sobre mojado pues en otras ocasiones ya había sido amenazado. Comprobado está que entre los agresores estaba José Finat y Escrivá de Romaní, conde de Mayalde y posterior alcalde de Madrid.

Exilio en Buenos Aires pero la persecución continua

En los años 40, recuperado de la paliza pero en delicada situación económica por el boicot de régimen, Molina se exilia a Buenos Aires. Pero la venganza y el odio de los franquistas no conocía ni de distancias ni mares y el acoso prosiguió, posiblemente siguiendo directrices del militar mencionado anteriormente. Este mandaba instrucciones a la embajada española en Argentina para que siguieran reprimiéndole. Desesperado, Miguel de Molina prueba a marcharse a otro país y se ubica en México. Es allí donde Eva Perón le pide que regrese a Argentina. Protegida por la presidenta de los “descamisados”, el artista encuentra la normalidad y triunfa con la admiración y el cariño de la gente y con numerosísimas actuaciones hasta el punto de ser una figura venerada en Buenos Aires.

Una rápida vuelta a España

No sería hasta en 1957 cuando Miguel de Molina regresa a su país para grabar una película. Al cumplir 52 años da por finalizada su carrera artística y se traslada a  Nueva York. La gran urbe norteamericana no le satisface y poco después vuelve a fijar su residencia en Buenos Aires. A la edad de 84 años fallece en la capital bonaerense para no volver a España jamás. Sus restos reposan en el cementerio de La Chacarita. Fue enterrado en Buenos Aires con grandes honores, alejado, muy alejado de su Málaga natal.

Como recoge un estudioso de la obra y la vida del artista, el escritor y colaborador de ElPlural.com, Manuel Francisco Reina, en palabras de Tono Cano, Miguel de Molina fue para el franquismo un “rojo, republicano y maricón, una combinación explosiva a finales de los años 30.  Miguel nunca contó por qué no quiso volver.... “

La vida de Miguel de Molina es una historia de ida y vuelta. Muchos han sido los intentos de repatriar al cantante de "La Bien pagá" y muchas las ocasiones frustradas. En ocasiones, en la España sin libertades, fue por la oposición del régimen a que un símbolo del exilio, de la represión franquista y de la sexualidad gay volviera. Ya en democracia han sido distintas las razones. La última, la voluntad de su propia familia de que sus restos no descansen en un país en el que fue perseguido y maltratado por sus autoridades hasta el punto de que tuviera que huir allende de los mares.

Debate sobre su repatriación

Manuel Francisco Reina ha escrito sobre si se deben repatriar los restos de Miguel de Molina a España. Desde el GRMH defienden que sería bueno que las Instituciones lograsen la repatriación de sus restos”, principalmente “por el mayor motivo por el que fue duramente acosado: su orientación sexual que reconocía abiertamente en aquella rancia sociedad y sobre todo en aquellos tiempos”.

Pero, por otro lado, en las anteriores ocasiones en las que se han intentado repatriar los restos de De Molina (la Diputación de Málaga inició los trámites en 2.008) la familia del artista se negó a permitirlo. En la decisión pesa la negativa del propio Miguel de Molina a volver a un país que lo rechazó y reprimió. 

En lo que sí estaremos todos de acuerdo es que el más que justo monumento erigido en su homenaje en su querida Málaga natal debe ser reparado urgentemente del daño sufrido. Esperamos que desde el Ayuntamiento se tomen las decisiones para que así sea. Porque como reseñaba perfectamente Manuel Francisco Reina, Molina fue vejado y perseguido  por su condición de homosexual y republicano. Sufrió toda clase de mofas y desprecios hasta que tuvo que exiliarse en Argentina, “entristecido, para no volver a España… lejos de su Málaga natal”.