Mucho criticamos, y yo el primero, las palabras de Ignacio Galán, presidente de Iberdrola, en las que calificaba a una buena parte de españoles de tontos. Habiendo pasado un tiempo prudencial y bajado el suflé de la rabia, hay que reconocer que el señor Galán tiene buena parte de razón: en España hay mucho tonto. No sabría decir con exactitud científica si estamos por encima o por debajo de la media mundial, pero que tenemos una generosa representación de idiotas es innegable.
 
Sólo así se pueden entender muchas de las acciones y reacciones de nuestros compatriotas. ¿Cómo calificar, si no, a los centenares de españoles que este viernes recibieron al rey emérito en el club de regatas de Sanxenxo al grito de "Viva el Rey" y "Viva España"? Sólo a un tonto se le puede ocurrir salir a la calle a animar a quien le ha robado defraudando a hacienda y a quien se ha enriquecido a costa del cargo que le pagamos entre todos.

Estoy convencido de que la mayoría de las personas que han vitoreado al Emérito lo hacían de buena fe. Que son personas de bien, de las de toda la vida, de las de misa los domingos y ayuno de carne en Semana Santa. De las que están en contra del aborto y del divorcio. De las que jamás perderían un día de trabajo por satisfacer un vicio. De las que no se separarían de la familia ni con agua hirviendo. Si esas buenas personas, que abominan de todas y cada una de las acciones que ha cometido Juan Carlos I, se ven en la necesidad de salir de sus casas para hacerle saber que no sólo lo apoyan sino que lo quieren de forma incondicional, sólo se me ocurre que se pueda deber a una grave deficiencia cognitiva.

El Emérito no sólo no ha tenido el mínimo gesto de consideración con esos compatriotas, sino que se ha regodeado ante ellos, llegando en un jet privado y yéndose de regatas y comilonas. Sólo le ha faltado, quizá porque la viagra es buena pero no hace milagros, hacerse acompañar por las calles de Sanxenxo por alguna de las amigas con las que cometía el pecado capital de la lujuria. Porque aquí los jueces ya sabemos que son muy considerados con los poderosos y se ha librado del castigo terrenal, pero que sepan esas buenas y cristianas personas que tanto lo admiran, que a ese Dios en el que creen no le queda más remedio que condenarlo por sus pecados al fuego eterno. Lo dicho, que hay muchos tontos.