“Si quieres que algo se haga, nombra un responsable. Si quieres que algo se demore eternamente, nombra una comisión”. Frase célebre atribuida a Napoleón Bonaparte que, modernamente, adopta otra denominación eufemística del mismo espíritu dilatorio: “Si quieres que algo se demore eternamente, crea un observatorio, a ser posible abriendo informativos locales y en medio de una campaña electoral”.

El presidente andaluz, el señor Moreno Bonilla, ha seguido el guión al pie de la letra, para enterrar una decisión demandada por los alcaldes de las principales ciudades andaluzas: cobrar la denominada Tasa Turística, como ya se hace en otras zonas de España. Alcaldes, que, por cierto, pertenecen a su mismo partido. En resumen, el jefe supremo popular de Andalucía dice que de pagar más por visitarnos, nanay.

Hay dos protagonistas en esta historia que resultan llamativos. De una parte, Arturo Bernal, consejero autonómico de Turismo, Cultura y Deporte, que nunca ha estado a favor de la Tasa, pero que, al mismo tiempo, ha tomado la decisión de cobrar entrada a los museos de titularidad regional, hasta ahora gratuitos. Aquí no ha hecho falta ni comisión ni observatorio; chimpún y adelante. Es decir, me levanto como responsable de Turismo y cierro la puerta a que los de fuera paguen; y después del café decido que los andaluces pasen por caja para visitar los museos que ya mantienen con sus impuestos. Es lo que viene siendo aquello de “a Dios rogando y con el mazo dando”.

El otro invitado a este ceremonial, paralelo a la campaña electoral, es el presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA), Javier González de Lara, que se niega  por definición a la creación de más impuestos, avalando una visión capitalista que, eso sí, de poco sirve a los alcaldes, que no recaudan lo suficiente para mantener con decoro las ciudades que visitan los turistas. Es como si fuera un pecado cobrar impuestos, porque parece que los servicios públicos se pagan solos. Recientemente la patronal avaló que la Feria de Sevilla pudiera alargarse a 10 días, para favorecer así los beneficios de la hostelería, sin pensar en el costo de limpieza, seguridad, sanidad, etc; que eso ya lo abonan los que tienen el mal gusto de pagar impuestos.

Todas las fuerzas políticas andaluzas están a favor de la instauración de la Tasa, a partir de unos mínimos que luego cada ayuntamiento podrá regular localmente. Solo Vox apoya a Moreno en esta decisión de “mandar al observatorio” el tema (léase congelar o aparcar, según prefieran) aunque habrá que ver qué recorrido tiene la cuestión una vez que hayamos votado este domingo. Lo mismo hay un cambio, pues el entonces candidato Moreno sostuvo en su campaña electoral de junio de 2022 que él nunca subiría ni pondría más impuestos. Ya no se lo podrán reprochar. Lo de las entradas entrará en vigor en cuanto el Consejo de Gobierno lo apruebe, que podría ser este martes próximo.

El sábado pasado, las taquillas de la Catedral de Sevilla tuvieron que cerrar a las pocas horas de su apertura porque vendieron todo el aforo. No se podía caminar por la zona de tanta gente que había, bajo un calor sofocante, buscando agua para beber debajo de las piedras. Sevilla ya no es un lugar para sentirse cómodo y pasearla. Y todo para que los anońimos fondos de inversión de vaya usted a saber su procedencia, propietarios de los principales hoteles de la ciudad, se ahorren el cobro y posterior liquidación de la tasa turística. Para la Junta de Andalucía, esos anónimos hombres de negro, que buscan solo la rentabilñidad a cualquier precio, son más importantes que los ciudadanos de a pie que, ellos sí, tendrán que pagar doblemente por disfrutar de lo que es suyo.