La victoria de Donald Trump en las recientes elecciones presidenciales norteamericanas tiene al mundo en estado de antevela. No es que la esposa de Bill Clinton fuera un dechado de virtudes precisamente pero, al menos, resultaba una mujer previsible y políticamente correcta.

Lo primero que se puede decir ante el nuevo inquilino de la Casa Blanca es que resulta muy difícil reconocerle como nuevo líder del mundo libre. Más bien al contrario. Por aquí hemos tenido algunos especímenes de tal naturaleza –Jesús Gil, Ruiz-Mateos- salvando todas las distancias, naturalmente.

El pequeño problema es que el señor que habita en la Avenida de Pensilvania tiene poder y capacidad fáctica para poner la tierra patasarriba. Veremos. Porque si algo ha demostrado hasta el momento el magnate de la Quinta Avenida es que es antes que nada contradictorio. Dijo que quería meter a Hillary en prisión y unas horas más tarde la elevaba a los altares ante sus propios “hooligans”. Dijo que el presidente Obama no era más tonto porque no entrenaba y 50 horas después le erigió como jefe de la peana de los hombres buenos. Dijo que los emigrantes son el cáncer de los Estados Unidos y el mismo es emigrante por parte de madre y de padre y se ha casado con una eslovena…Bien es cierto que treinta años más joven que él y modelo.

¿Versión española?

Definitivamente, Trump, NO. Ha prometido cosas que no va a poder cumplir en modo alguno. Y no lo cumplirá. Algunos dirigentes socialistas, naranjas y populares han querido ver en Pablo Iglesias la imagen española de Trump. Tengo mis dudas. Entre Trump e Iglesias hay tantas similitud como entre el country de la América profunda y el cantar urbanita de Vallecas. Quizá puedan parecerse en algo en el desaforado desparpajo pero no veo sinceramente posibilidad de hermanamiento político.

A Trump se le parecerá en España todo aquel que prometa desde esferas políticas lo que sabe no podrá cumplir. Y se le parecerá también todo aquel que considere que las formas educadas y moderadas no son producto de la civilización, la evolución humana y el progreso.

No es que ponga el listón muy alto.