Tituló su obra, "Ahora sabéis por qué no hay certificado de nacimiento", evocando de esta forma la enésima conspiración alimentada por el Tea Party sobre los orígenes de Obama. A estas alturas de la película, si se hiciese un sondeo serio entre los miembros de estre grupo de extrema derecha se obtendría un alto porcentaje de personas que creen que Obama llegó de Vulcano, o cualquier otro planeta de la mitología americana representada por Hollywood. Y vive con Elvis, también. Con eso en la cabeza, llegan al éxtasis del Photoshop pintando monitos, y luego, viendo el revuelo, se disculpan con una frase de esas que dejan tieso: “Tengo amigos negros”, dijo la señora. Me suena.

Aquí, en nuestra España, es un comentario habitual para referirse a los homosexuales. Sobre todo tras atacarlos. Muchos de los que se desgañitaban en el manifestódromo de la madrileña plaza de Colón contra los derechos de este colectivo aseguraban luego, en privado, contar con un importante número de amigos gays. Curiosa forma de tratar a los amigos, revueltos en el cesto de peras y manzanas.

El Tea Party americano, envidia e inspiración para muchos en España, hace tiempo que traspasó todas las líneas rojas de la decencia en política. Se alimentan de los instintos más bajos de votantes exaltados con pistolas al cinto, que creen a pies juntillas que el Gobierno les vigila por la mirilla de la puerta para robarles su intimidad. Su libertad. No dudarían ni un segundo en defender ese espacio con las armas, y lo dicen. Están seguros de la militancia islamisma de Obama, y se lo creen. Ninguno de sus líderes, los que salen por la televisión, les quita la idea de la cabeza. Alimentan al bicho con la dieta que más engorda: raciones de combate llenas de odio y crispación.

Los importadores del modelo en nuestro país se aplican como alumnos aventajados. Sin llamarse por su nombre, pero haciendo mucho ruido amplificado en medios de comunicación afines. Hace pocos días, a la salida de la reunión en la que José Luis Rodríguez Zapatero anunció que no volvería a ser candidato, se convocó una manifestación que reunió a unos doscientos patriotas cuyo ejemplo a la sociedad fue lanzar huevos contra la sede socialista y portar carteles llamando “asesino” al Presidente. Cuando los coches con altos cargos del PSOE y el Gobierno salían del edificio, uno de los manifestantes gritó: “Ojalá os maten a todos, hijos de puta”. La bestia coge peso. Digiere el alimento sin problema. El odio es de tránsito fácil y el origen divino mejora la digestión. Más tarde, con la tranquilidad que dan las conciencias exiliadas, ese mismo energúmeno le dirá a su señora que no, que él no es un facha retrógrado. Que tiene muchos amigos socialistas, y lo hizo por España, porque alguien tiene que hacerlo. Hay que seguir golpeando el yunque. Tiene una misión. Luego pondrá la televisión, y verá ratificado su pensamiento y la disculpa. No soy el único, se tranquiliza. Somos legión.

Ion Antolín es periodista y bloguero