Cuando ya nada se espera no es precisamente un título muy alegre para la memoria autobiográfica de José Antonio Griñán, pero tras su lectura mi opinión es que se trata de un relato optimista, inspirador y muy útil para entender la transición de la dictadura a la democracia y el papel desempeñado por el Partido Socialista en la reciente historia de España y de Andalucía.

Para los más o menos coetáneos de Pepe Griñán, su libro refresca nuestras biografías y las luces y las sombras de una etapa que se abre en mayo de 1968 y que cierra su ciclo en la actualidad. Lo hace con una extensa y rigurosa documentación bibliográfica y con un talante ejemplar y ético que desarma a sus adversarios y a los que piensen que es un pliego de descargo por su calvario judicial.

No hay ajuste de cuentas con el pasado, ni quejas, ni lamentos. Hay respeto, rigor y una visión de jurista especializado en Derecho del Trabajo que empapa sus 565 páginas y un enfoque muy equilibrado de nuestra historia reciente.

Las memorias de Griñán, dirigidas a su hijo Manuel para aclararle si mereció o no la pena dedicarse a la política, resultan alentadoras para muchas y muchos que al hacer balance vital y profesional al llegar a la vejez sienten también la necesidad de explicar sus decisiones, aunque solo sea para su entorno más directo y familiar.

La Historia es tan importante y trascendental que no se puede dejar solo en manos de los historiadores, es una tarea que exige las aportaciones colaborativas de sus protagonistas más destacados y Pepe Griñán ha respondido con acierto al desafío. 

Por eso espero con interés e impaciencia las memorias a punto de publicarse de José Rodríguez de la Borbolla y de Manuel Gracia Navarro, y tengo en lista de espera la biografía sobre Carme Chacón, escrita por Joana Bonet y que se presenta en Sevilla el 31 de mayo.

El libro de Pepe Griñán nos deja con ganas de más, lo que constituye otra de sus virtudes, que quizás se vean satisfechas una vez que se conozca la sentencia del Tribunal Supremo tras las elecciones andaluzas. Que se le pueden poner pegas, por supuesto, como a todo trabajo subjetivo, la mía es que dedica pocas líneas a los asesinatos de Montejurra en 1976, un caso más de las cloacas del Estado, que viví en primera persona. 

Falta una historia contemporánea de Andalucía y tampoco existe una serie documental audiovisual sobre nuestra comunidad durante la dictadura y la democracia, por lo que aportaciones como las de Griñán, Borbolla o Gracia vienen a llenar un hueco que el revisionismo y el negacionismo ultras ocupará a poco que nos descuidemos.

La insuficiente digitalización de los archivos de la prensa local y provincial de Andalucía nos priva también de un acceso abierto a unas fuentes de primordial importancia como las periodísticas. Los partidos políticos también tienen deberes por hacer en su responsabilidad con la construcción de la memoria democrática andaluza. Y muchas otras instituciones como la RTVA y el Consejo Audiovisual de Andalucía.